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JESUS y EL ESPIRITU

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58 Jesús y el Espíritu<br />

Además, podemos recordar el relato de Lucas sobre la infancia<br />

de Jesús referente a la visita del Templo (Le 2, 41-51) 75 Y<br />

el episodio de la Transfiguración (Me 9, 2-8 Y par.). En el primero<br />

se intenta expresar evidentemente que el sentido de filiación<br />

en Jesús estaba ya profundamente arraigado y desarrollado<br />

antes del Jordán. y en el último, Jesús saludado de nuevo como<br />

«mi hijo amado» (Me 9, 7 Y par.) 76. Con respecto al cuarto Evangelio<br />

necesitamos referirnos exclusivamente a Juan 5, 19-26; 8,<br />

35 s.; 10, 36; 14, 13; 17, 1, donde Jesús habla de sí mismo<br />

abiertamente y sin reservas como «el Hijo».<br />

Inevitablemente surge la cuestión: ¿Cómo se justifican históricamente<br />

estos relatos? ¿Fue este conocimiento fundamental para<br />

su sentido de misión? ¿Se consideró a sí mismo como «el Hijo»?<br />

La mejor manera de responder a estas cuestiones es examinar<br />

los logia de los sinópticos en los que Jesús habla de sí mismo<br />

como el hijo de Dios 77. Si ellos presentan una respuesta afirmativa<br />

no necesitamos ir más allá. Pero si ellos nos ofrecen una respuesta<br />

negativa tenemos que volver a aceptar el abba material y<br />

debemos contentarnos con las conclusiones ya obtenidas. Los<br />

pasajes a los que nos referimos son: Mt 11, 25-27; Le 10, 21­<br />

22; Me 13, 32; 12, 6; Le 22, 29.<br />

5.2. Mateo 11, 27 es un versículo de importancia especial.<br />

Fue el pasaje en el que Harnack fundamentó la exposición anteriormente<br />

citada (p. 38), Y regularmente se ha presentado como<br />

la piedra angular para otros intentos de volver a penetrar en el<br />

conocimiento personal de Jesús. Otros lo han considerado más<br />

bien como una piedra de escándalo.<br />

«Todo me ha sido entregado (parodóthe) por mi Padre,<br />

y nadie conoce (épiginóskei) al Hijo sino el Padre,<br />

y nadie conoce (épiginóskei) al Padre sino el Hijo,<br />

y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo (apokalupsai) 78.<br />

75. Véase, en especial, R. LAURENTIN, [ésus au Temple, EB 1966.<br />

76. Véase también Mt 12, 18; Y sobre Me 12, 6 (uían agapétán),<br />

más adelante, p. 71.<br />

77. No conocemos los textos en los que otros se dirigen o se refieren<br />

a Jesús usando el término de «hijo», puesto que normalmente son<br />

debidos a la pluma de los editores, pero aunque los textos fueran originales,<br />

nada nos dirían acerca de la conciencia propia de Jesús respecto<br />

de su relación con Dios: Me 3, 11; 5, 7 paralelos; Le 4, 41; Me 14, 61<br />

paralelos; 15, 39 paralelo; Mt 14, 33; 16, 16; 27, 40. 43. Tampoco nos<br />

ayuda en este punto Mt 22, 2; 28, 19.<br />

78. A. HARNACK, The Sayíngs 01 [esus, ET Williams & Norgate 1908,<br />

273·95, y más recientemente P. WINTER, Mt 11, 27 Y Lk 10, 22 [rom

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