JESUS y EL ESPIRITU
JESUS y EL ESPIRITU JESUS y EL ESPIRITU
556 Jesús y el Espíritu nos encotraríamos con que nuestras conclusiones solo raramente serían algo más que suposiciones y especulaciones. Hacemos sólo dos excepciones: las cartas paulinas tardías y los escritos joánicos. Opino así porque la idea paulina de lo que es una comunidad carismática es algo tan apasionante y atractivo que no tenemos más remedio que preguntar si esa idea llegó de hecho a tomar carne y sangre en las situaciones concretas de las Iglesias paulinas y si resistió la prueba del tiempo. Lo mismo hay que decir de la correlación existente entre su cristología y la experiencia pneumática, correlación que representa una síntesis dinámica que sólo una experiencia religiosa vital sería capaz de mantener en pie. ¿Resistió? Las respuestas más claras a estas cuestiones nos las ofrecen la correspondencia paulina tardía y los escritos joánicos. Así que es muy natural que redondeemos nuestro estudio sobre la primera generación cristiana con las respuestas que ofrece la segunda generación, aun cuando no podamos ocuparnos de los muchos temas relacionados con ella y tengamos que limitarnos a esbozadas de modo general. 57.2. Si la idea de Pablo sobre 10 que es una comunidad carismática bajo el control del Espíritu de Cristo llegó alguna vez a hacerse realidad, se trató de un hecho que no parece que le sobreviviera a él. Claro que la respuesta depende de la cuestión de si se deben a Pablo las cartas más discutidas en su autenticidad paulina: Colosenses, Efesios y las llamadas Pastorales. En la medida en que el terreno concreto de nuestra investigación puede ofrecer una orientación, la conclusión a que nos llevan las pruebas al respecto es la de que Colosenses y Efesios nos llevan a los límites mismos de la auténtica correspondencia paulina, si es que no nos sitúan incluso fuera de ella, y que las Pastorales pertenecen al menos a la generación siguiente. De todas estas cartas que mencionamos la dirigida a los Colosenses es la que goza de más probabilidad de ser de Pablo, aunque es sorprendente la escasez de referencias al Espíritu (1, 8; 2, 5(?); pneumatikós - 1, 9; 3, 16), mientras que cobra dimensiones cada vez mayores el concepto de «Iglesia» (1, 18, pero d. también 4, 15 s.). Por tanto, puede ser que en el hecho de que se hable de Cristo como «la cabeza del cuerpo, la Iglesia» (1, 18; 2, 19) tengamos que reconocer algo así como un retroceso en la visión de Pablo. La amenaza a la Iglesia de Celosas es de tipo mucho más cristológico y para contrarrestarlo el autor tiene que concentrarse en Cristo, y lo hace de un modo que parece como
Conclusián 557 q.ue aminora los lazos existentes entre Jesús y el Espíritu y entre éste y la comunidad l. No faltarán quienes piensen, y quizás tengan razón, que esto es querer hacer decir demasiado a los textos y puede ser que prefieran resaltar los paralelismos existentes entre 1, 8 s.; 1, 29; 3, 16 Y las cartas indudablemente paulinas. Otros pueden sacar la conclusión de que se trata del hecho que el mismo Pablo ha empezado a recortar su esperanza de que la comunidad carismática dispondría de sus propias garantías en contra del desorden y falsas enseñanzas, al tiempo que se preocupaba por encontrar una defensa más concreta en una cristología más formal, aunque no en un ministerio más determinado (d. 1, 26; 2, 19) 2. Desde nuestro punto de vista los argumentos contra la autenticidad paulina de la carta a los Efesios son a la vez más fuertes y más débiles. Por una parte, no sólo nos encontramos con que la cristología está tan desarrollada como la de los Colosenses, sino que la eclesiología es profundamente avanzada. El término ekklésia se aplica exclusivamente a la Iglesia universal (1, 22; 3, 10. 21; 5, 23-25. 27. 29. 32) Y en 2, 20 tiene el sabor de la veneración que la segunda generación siente por los dirigentes de la primera generación. En tal caso el hecho de que sólo se hable de evangelistas, pastores y maestros junto con apóstoles y profetas en cuanto dones (dómata) para la Iglesia (4, 11), puede que delate la tendencia a considerar a los oficios regulares como la garantía de unidad, en vez de apelar a la autorregulación ejercida por la propia comunidad carismática 3. Por otra parte, la pneumatología se parece mucho más a la de Pablo (1,13.17; 4,23.30; 5, 18 s.; 6, 17 s.). Deberíamos referirnos, en especial, a la cristología pneumática que se deriva de 3, 16 s. y al paralelismo indudable entre El 4, 3 Y Col 12, 13, entre El 4, 7 Y Rm 12, 3; 1 Co 12, 11 (
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que decir de la correlación existente entre su cristología y la<br />
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que ofrece la segunda generación, aun cuando no podamos<br />
ocuparnos de los muchos temas relacionados con ella y tengamos<br />
que limitarnos a esbozadas de modo general.<br />
57.2. Si la idea de Pablo sobre 10 que es una comunidad<br />
carismática bajo el control del Espíritu de Cristo llegó alguna<br />
vez a hacerse realidad, se trató de un hecho que no parece que<br />
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de si se deben a Pablo las cartas más discutidas en su autenticidad<br />
paulina: Colosenses, Efesios y las llamadas Pastorales. En la medida<br />
en que el terreno concreto de nuestra investigación puede<br />
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al respecto es la de que Colosenses y Efesios nos llevan a los<br />
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no nos sitúan incluso fuera de ella, y que las Pastorales pertenecen<br />
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es la que goza de más probabilidad de ser de Pablo, aunque<br />
es sorprendente la escasez de referencias al Espíritu (1, 8; 2,<br />
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cada vez mayores el concepto de «Iglesia» (1, 18, pero d.<br />
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mucho más cristológico y para contrarrestarlo el autor tiene que<br />
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