JESUS y EL ESPIRITU

El Espíritu de Jesús 545
puesto que es la única manera de que la muerte de Jesús se
manifieste por medio de él, el único modo de que el carácter de
Cristo, como crucificado, se haga visible por medio de él (por
eso, el tranquilo realismo de Rm 7, 25b). Al mismo tiempo vida
en la carne se puede convertir muy fácil y rápidamente (y de
modo inconsciente) en vida según la carne, el morir que lleva a
la muerte y la vida se puede unificar desembocando únicamente
en un morir cuyo final es la muerte. La vida en la carne se encuentra
siempre amenazada por la vida según la carne mientras
esta vida continúa. Precisamente debido a que la línea divisoria
entre las dos es tan difícil de trazar, es por lo que el creyente
tiene que estar continuamente dependiendo del Espíritu para que
le dé el carisma del discernimiento, dependiendo igualmente de
Jos demás cristianos para el carisma de la valoración (cf. §§
40,5; 49).
En cuarto lugar, tendríamos que subrayar que en todos estos
textos Pablo está hablando desde el punto de vista de la experiencia.
El experimentó realmente un nuevo poder de vida y un
morir que sus sufrimientos manifestaban de la forma más clara;
experimentó la vida y la muerte como de Cristo (tenía conciencia
de Cristo tanto en la vida como en la muerte), y ambas realidades
eran de alguna manera suyas. Una buena pregunta es la de si
esta experiencia se debería calificar de «mística» o no. Claro que
la dificultad radica en que «misticismo» (como «entusiasmo») significa
cosas distintas para personas distintas 172, porque para algunos
se trata más bien como de un bastón para golpear a los adversarios
y no una posible descripción de la experiencia cristiana 173.
Con todo, sigue en pie el hecho de que Pablo era consciente de
172. Véase A. DEISSMANN, Paul, 147-57. 149: él da «el nombre de
mística a toda tendencia religiosa que descubre el camino hacia Dios
directamente a través de la experiencia interior sin la mediación del
raciocinio. El elemento constitutivo del misticismo es la imediatez del
contacto con la divinidad»; A. WIKENHAUSER, Mysticism, 13s. 95-108.
164 ss.; J. LINDBLOM, Gesicbte, 122 s.
173. La crítica de Güttgemanns 102-12 sobre la interpretación mística
tiene su valor en múchos puntos, aunque depende demasiado de una
interpretación algo forzada de 1 Ca 15, 1-11, no dando la adecuada importancia
a otros textos, por ejemplo, a 1 Ca 15, 45. Es impresionante
el peso de los investigadores alemanes -piénsese en Bousset, Deissmann,
Dibelius Lietzmenn, Schweitzer, Weiss y Windisch- en los primeros
decenios' del siglo, los cuales, con todo, a la hora de interpretar a Pablo,
pensaron que era necesario hacerlo a la luz del «misticismo centrado en
Cristo» o en la «pasión».
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