JESUS y EL ESPIRITU
JESUS y EL ESPIRITU JESUS y EL ESPIRITU
532 Jesús y el Espíritu a partir de 10$ sufrimientos de Pablo 134. El efecto de la muerte ejerciendo su imperio sobre Pablo es la vida para sus conversos (2 Co 4, 12). Realmente, un cambio inesperado a la idea de comunidad carismática. Ahora podemos centrarnos, por fin, en 2 Co 4, 7; 12, 9 s.: 13, 3 s., donóe PablO se ocupa oe la paradoja de debilidad y poder en su propia vida. Como en ningún otro lugar es aquí donde Pablo se esfuerza por expresar lo específico del todavía-no. Como hemos visto ya (§ 46,1), sus adversarios de 2 Co 10-13 basaban su pretensión de que tenían autoridad apostólica en sus llamativas experiencias apostólicas, signos de apostolado (12, 12). En consecuencia, despreciaban a Pablo como débil y sin importancia (10, 10; 11, 21). Para ellos no hay duda de que la debilidad (incluyendo la de tipo físico 135, la «falta de pose», la poca facilidad de palabra) representaba la negación de poder. La debilidad indicaba la ausencia del Espíritu, puesto que el poder divino se manifestaría naturalmente como tal. La respuesta de Pablo es memorable y de una importancia permanente. El poder divino no se manifiesta haciendo poderoso al creyente, sino como poder en la debilidad) siendo ésta la única manera de poder llegar a reconocerlo como poder divino (4,7; 13,3 s.). La debilidad ni obstaculiza ni impide la manifestación de poder; al contrario, es el presupuesto necesario del poder; el lugar y los medios en los cuales y por los cuales respectivamente se manifiesta sobre la 134. Puede ser que Pablo pretenda tomar la metáfora del nacimiento como alusión a los «dolores mesiánicos». No hay duda de que este es e! sentido que «dolores de parto» tiene en otro lugar (Me 13, 8 par; BILLERBECK 1, 950); sobre el empleo de! verbo d. Ap 12, 2; OrSib 5, 514. Véase también aquí cap. 3 nota 96. Es probable que Pablo pensara en los sufrimientos de los creyentes en general como manifestación de los dolores mesiánicos (e. K. BARRET, Romans, 104. 165), pero no hay duda de que así es como pensaba de sus propios sufrimientos, lo que constituye el corolario insoslayable de considerarse a sí mismo a la luz del apostolado escatológico y del siervo sufriente (véase antes aquí § 20, 2). 135. Sobre el sentido de «espina en la carne» y la enorme cantidad de interpretaciones a que ha dado lugar, véanse los comentaristas, por ejemplo, H. WINDISCH, 2 Co 285-88; P. E. HUGHEs, Paul's Second Epistle to the Corinthians, Marschall, Margan & Scott 1961, 442-46; GÜTTGE MANNS, 162-65; C. K. BARRETT, 2 Co 314 ss. A la vista de la Importancia temática de «debilidad» en esta sección es muy probable que conllevara alguna forma de aflicción física. Véase también antes nota 125.
El Espíritu de Jesús 533 tierra el poder divino (12,9) 136. Esta fue la lección que Pablo aprendió cuando, en su primera visita a Corinto, vio cómo el evangelio actuó poderosamente no a pesar de su debilidad sino precisamente a través de ella (l Co 2, 3 ss.) 137. Por esa razón no duda en calificar el kerygma como el evangelio de la debilidad de Dios (l Co 1,25; d. p. 353 s.) 138. Y la misma conclusión es la que tuvo que sacar de la respuesta que se le dio a la oración repetida tres veces en el sentido de que se le liberara de su debilidad física: el poder no anula la debilidad, sino que, muy al contrario, adquiere toda su energía precisamente en la debilidad y a través de ella (12, 9). Dicho de otro modo, la paradoja del ya, pero todavía no, propia de la tensión escatológica, la paradoja de la vida en la muerte, no es anulada por el Espíritu carismático. Al contrario, la experiencia carismática que intenta desplazar esta paradoja es potencialmente desastrosa; el poder sin debilidad es destructor; los carismas que manifiestan poder en la debilidad son los únicos que edifican a la comunidad (10, 8; 13, 10) 139. Esta es la razón por la cual Pablo nunca se gloría de sus carismas, sino más bien de su debilidad (11 ,30), porque únicamente cuando es consciente de su propia debilidad, es decir, cuando no intenta manipular o explotar el poder de Dios de ninguna manera, sólo entonces es cuando (adviértase otra vez el uso del hína) la gracia y el poder de Dios pueden reposar plenamente sobre él y manifestarse mediante él (12, 9) 140. «Que cuando parezco débil, entonces es cuando soy fuerte» (12, 10). 136. R. BULTMANN, Faith and Llnderstanding, 1933, ET SCM Press 1969. 274 S.; W. GRUNDMANN, Kraft, 102-2; G. STAJIl.IN, TDNT 1 491; E. KASEMANN, Legitimitát, 39 (ZNW 53 s.); W. G. KÜMMEL, en H. LIETZ MANN-W. G. KÜMMEL. Co 212; GÜTTGEMANS, 168 s.; G. BORNKAMM, Paul, 169 s. 181. 187 S.; G. O'COLLINS, Power MC!de Perfect in Weakness (2 Co 12, 9-10), CBQ 33 (1971) 535 S.; también J CAMBIER, Le critere paulinién de l'apostolat en 2 Co 12, 6 s., Biblica 43 (1962) 481·518. 137. Cf. U. WILCKENS, Weisheit, 48 SS.; Y véase antes § 41, 1. 138. Véase también K. WENGST, Zusammenkommen; 558; E. E. ELI.IS, 'Christ crucified', en Reconciliation and Hope, Morris Festschrift 69-75. 139. Algunos pentecostalistas modernos sostienen que toda enfermedad es contraria a la voluntad de Dios; así. por ejemplo, T. 1. OSBORN, Healing the Síck, Tulsa 1959; véase también HOLLENWEGER, Pentecostals, 357 s. Al pensar así cometen el mismo error peligroso de los oponentes de Pablo en Corinto. 140. Episken6sé es probablemente una alusión a la shekinah (H. WINDISCH, 2 Co 392; W. G. KÜMMEL, en H. LIETZMANN-W. G. KÜMMEL, Co 212).
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tierra el poder divino (12,9) 136. Esta fue la lección que Pablo<br />
aprendió cuando, en su primera visita a Corinto, vio cómo el<br />
evangelio actuó poderosamente no a pesar de su debilidad sino<br />
precisamente a través de ella (l Co 2, 3 ss.) 137. Por esa razón no<br />
duda en calificar el kerygma como el evangelio de la debilidad de<br />
Dios (l Co 1,25; d. p. 353 s.) 138. Y la misma conclusión es la que<br />
tuvo que sacar de la respuesta que se le dio a la oración repetida<br />
tres veces en el sentido de que se le liberara de su debilidad<br />
física: el poder no anula la debilidad, sino que, muy al contrario,<br />
adquiere toda su energía precisamente en la debilidad y a través<br />
de ella (12, 9). Dicho de otro modo, la paradoja del ya, pero<br />
todavía no, propia de la tensión escatológica, la paradoja de la<br />
vida en la muerte, no es anulada por el Espíritu carismático. Al<br />
contrario, la experiencia carismática que intenta desplazar esta<br />
paradoja es potencialmente desastrosa; el poder sin debilidad es<br />
destructor; los carismas que manifiestan poder en la debilidad son<br />
los únicos que edifican a la comunidad (10, 8; 13, 10) 139. Esta es<br />
la razón por la cual Pablo nunca se gloría de sus carismas, sino<br />
más bien de su debilidad (11 ,30), porque únicamente cuando es<br />
consciente de su propia debilidad, es decir, cuando no intenta<br />
manipular o explotar el poder de Dios de ninguna manera, sólo<br />
entonces es cuando (adviértase otra vez el uso del hína) la gracia<br />
y el poder de Dios pueden reposar plenamente sobre él y manifestarse<br />
mediante él (12, 9) 140. «Que cuando parezco débil, entonces<br />
es cuando soy fuerte» (12, 10).<br />
136. R. BULTMANN, Faith and Llnderstanding, 1933, ET SCM Press<br />
1969. 274 S.; W. GRUNDMANN, Kraft, 102-2; G. STAJIl.IN, TDNT 1 491;<br />
E. KASEMANN, Legitimitát, 39 (ZNW 53 s.); W. G. KÜMM<strong>EL</strong>, en H. LIETZ<br />
MANN-W. G. KÜMM<strong>EL</strong>. Co 212; GÜTTGEMANS, 168 s.; G. BORNKAMM, Paul,<br />
169 s. 181. 187 S.; G. O'COLLINS, Power MC!de Perfect in Weakness (2<br />
Co 12, 9-10), CBQ 33 (1971) 535 S.; también J CAMBIER, Le critere<br />
paulinién de l'apostolat en 2 Co 12, 6 s., Biblica 43 (1962) 481·518.<br />
137. Cf. U. WILCKENS, Weisheit, 48 SS.; Y véase antes § 41, 1.<br />
138. Véase también K. WENGST, Zusammenkommen; 558; E. E.<br />
<strong>EL</strong>I.IS, 'Christ crucified', en Reconciliation and Hope, Morris Festschrift<br />
69-75.<br />
139. Algunos pentecostalistas modernos sostienen que toda enfermedad<br />
es contraria a la voluntad de Dios; así. por ejemplo, T. 1. OSBORN,<br />
Healing the Síck, Tulsa 1959; véase también HOLLENWEGER, Pentecostals,<br />
357 s. Al pensar así cometen el mismo error peligroso de los oponentes<br />
de Pablo en Corinto.<br />
140. Episken6sé es probablemente una alusión a la shekinah (H.<br />
WINDISCH, 2 Co 392; W. G. KÜMM<strong>EL</strong>, en H. LIETZMANN-W. G. KÜMM<strong>EL</strong>,<br />
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