JESUS y EL ESPIRITU

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530 Jesús y el Espíritu es decir, a través de este cuerpo, carnal y mortal 128. Y ahora hay que advertir el modo cómo Pablo enlaza ambas ideas mediante el bina. La muerte juega su papel en la experiencia del creyente para que también la vida de Jesús pueda llegar a expresarse visiblemente; la vida de Jesús se manijesta precisamente en y a través de la muerte del cuerpo. Vida y muerte son dos aspectos de un único proceso. En este sentido se lee en el v. 16: «Mientras nuestro hombre exterior se corrompe, nuestro hombre interior se renueva de día en día». Aquí no hay rastro de dualismo. Pablo piensa en el mismo desgarramiento del «yo» del creyente, que ya observamos en Rm 7 (d. p. 511 s.) 129. «Yo» estoy muriendo como carne, pero «yo», como hombre de Espíritu, estoy viviendo. Se trata, con todo, del mismo «yo». Mi renovación por el Espíritu en mi relación con Dios tiene lugar en y a través del desmoronamiento de mi yo respecto del mundo 130. Tampoco podemos imaginarnos que Pablo aquí se está refugiando en un interiorismo místico o difuminado e idealizando el concepto de sufrimiento. Al contrario, su pensamiento es totalmente «mundano». Porque solamente viviendo la correlación con el mundo es como puede progresar el proceso de desmoronamiento que manifiesta la vida del Espíritu. Claro que vivir en el mundo no significa vivir para el mundo, y siempre se da el peligro de que «en la carne» se convierta en equivalente de «según la carne» (Rm 8, 4 s. 13); pero es un peligro que el creyente tiene que correr, si de verdad quiere que adelante en él el proceso de vida y muerte. 128. Por mucho que uno desee establecer equivalencia entre «cuerpo» y «carne» en los vv. 10-11 y argumentar con que el v. 10b se refiere primordialmente al cuerpo resucitado (así, en especial, C. K. BARRETT, 2 Co 140 s.), no se puede negar que con «nuestra carne mortal» Pablo está pensando en primer lugar en el cuerpo mortal, el cuerpo de muerte. 129. Adviértase que el uso de ho éso ánthropos en Rm 7, 22 y 2 Co 4, 16; El 3, 16, son las únicas ocasiones en que la expresión aparece en el corpus paulino. 130. El curso del pensamiento de Pablo entre los cap. 4 y 5 no es tan claro como pudiera esperarse, pero no hay duda de que se da una continuidad definida entre «el hombre interior» y el «cuerpo resucitado», aunque, ciertamente, será en el futuro cuando tendrá lugar el revestimiento de la «morada celeste» (2 Co 5, 2). Después de todo el Espíritu está ya presente como «arras» (5, 5). Véase, además, especialmente C. F. D. MOULE, St Paul. and Dualism, The Pauline Conception oí Resurrection, NTS 12 (1965-66) 106-23. Para la bibliografía y otras explicaciones del texto, véase F. F. BRUCE, Co 201; F. C. LANG, II Korinther 5, 1-10 in der neueren Forscbung, 1973.

El Espíritu de Jesús ))1 En Rm 5, 2 ss. se desarrolla brevemente una línea de pensamiento estrechamente paralela a la expuesta. La clave se encuentra en la dimensión escatológica de los sufrimientos del creyente. Sufrimiento y esperanza son inseparables. El sufrimiento ni contradice ni niega la esperanza. Al contrario, la esperanza brota junto con el sufrimiento (vv. 2 s.), y hasta hay que decir que la esperanza brota del sufrimiento (vv. 3 ss.). Para Pablo e! sufrímiento tiene un papel creador (katergázetai). De una vida vivida en este mundo resulta una vida vivida dependiendo de Dios 131. El papel creador del sufrimiento y el papel creador de! Espíritu (v. 5) son dos aspectos de! mismo proceso. Es lo mismo que se afirma en Rm 8, 17, donde hay que fijarse especialmente en e! eiper (

El Espíritu de Jesús ))1<br />

En Rm 5, 2 ss. se desarrolla brevemente una línea de pensamiento<br />

estrechamente paralela a la expuesta. La clave se encuentra<br />

en la dimensión escatológica de los sufrimientos del creyente.<br />

Sufrimiento y esperanza son inseparables. El sufrimiento ni contradice<br />

ni niega la esperanza. Al contrario, la esperanza brota<br />

junto con el sufrimiento (vv. 2 s.), y hasta hay que decir que<br />

la esperanza brota del sufrimiento (vv. 3 ss.). Para Pablo e! sufrímiento<br />

tiene un papel creador (katergázetai). De una vida vivida<br />

en este mundo resulta una vida vivida dependiendo de Dios 131.<br />

El papel creador del sufrimiento y el papel creador de! Espíritu<br />

(v. 5) son dos aspectos de! mismo proceso. Es lo mismo que se<br />

afirma en Rm 8, 17, donde hay que fijarse especialmente en e!<br />

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