JESUS y EL ESPIRITU

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528 Jesús y el Espíritu de la experiencia de la gracia, así también formó la doctrina de la trinidad fuera de la experiencia de filiación. Y en ambos casos puede decirse que el resultado final no fue el hacer avanzar el evangelio sino más bien el impedirlo. 55. Participación en los sufrimientos de Cristo Al ocuparnos de Rm 8, 10 vimos cómo Pablo concretó la tensión carne-Espíritu, experimentada por el creyente en la paradoja muerte y vida. En el § 54 vimos cuál era el elemento específico de una parte de la paradoja: el Espíritu era el Espíritu de Cristo y la nueva vida se experimentaba como la vida de Cristo. ¿Qué decir de la otra parte de la paradoja? ¿Qué parte tiene la muerte en la experiencia cristiana? 55.1. El sufrimiento y la muerte como el complemento necesario de la vida. Para Pablo la vida cristiana es una experiencia continua de muerte y vida (Rm 7, 24; 8, 10. 13; d. § 53,5). La «santificación» es un proceso tanto de vida como de muerte; tanto una como otra están actuando en el creyente. Esta es la consecuencia de su estado dividido. En su condición de miembro del segundo Adán, en cuanto perteneciente a Cristo por el Espíritu, está vivo; pero, al mismo tiempo, como miembro del primer Adán, como perteneciente al mundo en cuanto carne, está muriendo. El sufrimiento del creyente constituye una manifestación concreta de esto. Para comenzar no deja de tener su importancia el recordar que el papel que Pablo atribuye al sufrimiento y a la muerte en su soteriología, no es en modo alguno una cuestión puramente teórica. El concepto que Pablo tiene del sufrimiento proviene de la propia experiencia que él tiene al respecto 124. No hay duda de que todo su ministerio se caracterizó por un sufrimiento personal considerable 125. Deberíamos también llamar la atención sobre el hecho de que Pablo no consideró el sufrimiento como algo peculiarmente apostólico o especialmente suyo, a pesar de la 124. ]. SCHNEIDER, Die Passionsmystik des Paulus, Leipzig 1929, 14: «No hay duda de que Pablo fue uno de lo más formidables mártires de todos los tiempos». 125. No necesito sino mencionar pasajes como Rm 8,. 35 s.; 1 Ca 4, 9·13; 15, 30 ss.; 2 Ca 1, 4·10; 4, 8·12.16 s.; 6, 4-10; 7, 4 s.; 11, 23-29; 12, 7-10; Ga 4, 13 ss.: 5, 11; El 3, 13; Cal 1, 24; 1 Ts 3, 7.

El Espíritu de Jesús 529 idea de «siervo doliente» que tiene del apostolado escatológico (d. § 20,2). El sufrimiento era algo de lo que todos los creyentes tenían experiencía; parte insoslayable de la herencia del creo yente, un aspecto de la experiencia que, como cristianos, sus conversos compartían con Pablo: Rm 5, 3 (

528<br />

Jesús y el Espíritu<br />

de la experiencia de la gracia, así también formó la doctrina de la<br />

trinidad fuera de la experiencia de filiación. Y en ambos casos<br />

puede decirse que el resultado final no fue el hacer avanzar<br />

el evangelio sino más bien el impedirlo.<br />

55. Participación en los sufrimientos de Cristo<br />

Al ocuparnos de Rm 8, 10 vimos cómo Pablo concretó la<br />

tensión carne-Espíritu, experimentada por el creyente en la paradoja<br />

muerte y vida. En el § 54 vimos cuál era el elemento específico<br />

de una parte de la paradoja: el Espíritu era el Espíritu de<br />

Cristo y la nueva vida se experimentaba como la vida de Cristo.<br />

¿Qué decir de la otra parte de la paradoja? ¿Qué parte tiene la<br />

muerte en la experiencia cristiana?<br />

55.1. El sufrimiento y la muerte como el complemento necesario<br />

de la vida. Para Pablo la vida cristiana es una experiencia<br />

continua de muerte y vida (Rm 7, 24; 8, 10. 13; d. § 53,5).<br />

La «santificación» es un proceso tanto de vida como de muerte;<br />

tanto una como otra están actuando en el creyente. Esta es la<br />

consecuencia de su estado dividido. En su condición de miembro<br />

del segundo Adán, en cuanto perteneciente a Cristo por el Espíritu,<br />

está vivo; pero, al mismo tiempo, como miembro del primer<br />

Adán, como perteneciente al mundo en cuanto carne, está muriendo.<br />

El sufrimiento del creyente constituye una manifestación<br />

concreta de esto.<br />

Para comenzar no deja de tener su importancia el recordar<br />

que el papel que Pablo atribuye al sufrimiento y a la muerte en<br />

su soteriología, no es en modo alguno una cuestión puramente<br />

teórica. El concepto que Pablo tiene del sufrimiento proviene<br />

de la propia experiencia que él tiene al respecto 124. No hay duda<br />

de que todo su ministerio se caracterizó por un sufrimiento personal<br />

considerable 125. Deberíamos también llamar la atención sobre<br />

el hecho de que Pablo no consideró el sufrimiento como<br />

algo peculiarmente apostólico o especialmente suyo, a pesar de la<br />

124. ]. SCHNEIDER, Die Passionsmystik des Paulus, Leipzig 1929, 14:<br />

«No hay duda de que Pablo fue uno de lo más formidables mártires de<br />

todos los tiempos».<br />

125. No necesito sino mencionar pasajes como Rm 8,. 35 s.; 1 Ca 4,<br />

9·13; 15, 30 ss.; 2 Ca 1, 4·10; 4, 8·12.16 s.; 6, 4-10; 7, 4 s.; 11, 23-29;<br />

12, 7-10; Ga 4, 13 ss.: 5, 11; El 3, 13; Cal 1, 24; 1 Ts 3, 7.

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