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JESUS y EL ESPIRITU

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El Espiritu de Jesús 509<br />

7, 25a y que es el remate del cap. 7 en su conjunto 62. Incluso<br />

después de la exclamación de agradecimiento Pablo tiene que seguir<br />

confesando: «Yo mismo sirvo a la ley de Dios con mi mente;<br />

pero es a la ley del pecado a la que sirvo con mi carne» 63.<br />

Aquí la «mente» tiene que significar la mente renovada por el<br />

Espíritu (d. Rm 12, 2), puesto que Pablo en ningún otro lugar<br />

habla tan positivamente de la mente «natural» 64. Así que «mente»<br />

viene a ser más o menos sinónimo de «el hombre interior»<br />

(ho ésó ánthrópos) del v. 22, sentencia que con toda probabilidad<br />

se refiere también al creyente como parte del mundo nuevo, perteneciente<br />

al segundo Adán (así 2 Co 4, 16; El 3, 16; d. Ga<br />

3, 27 con Rm 13, 14; Col 3, 9 s.; El 4, 22 ss.) 65. Por consiguiente,<br />

antes y después del v. 25a Pablo se refiere a su experiencia<br />

en cuanto creyente. Como uno que conoce y reconoce a<br />

Cristo como Señor, es como Pablo hace esta confesión: «Yo con<br />

mi carne, en cuanto carne, continúo sirviendo a la ley del pecado».<br />

Ese es, pues, el final a que Pablo llega en su consideración sobre<br />

la relación del cristiano con el pecado y la ley; no se trata de<br />

algo que ya se dejó atrás, sino que sigue existiendo incluso para<br />

aquél que experimenta al Espíritu 66. La antítesis entre el hombre<br />

interior y la carne no se ha superado ni se ha dejado atrás, sino<br />

62. Rm 8, 1 no es la conclusión de Rm 7 sino que resume la totalidad<br />

de la sección precedente, Rm 5-7, como W. G. KÜMM<strong>EL</strong>, Romer 7,<br />

p. 69, reconoce.<br />

63. A Rm 7, 25b lo consideran como glosa interpolada R. BULTMANN,<br />

Glossen im Riimerbriei, TLZ 72 (1974) 198 s.; G. ZUNTZ, The Text 01<br />

tbe Epistles, Schweich Lectures 1964, Londres 1953, 16; O. Kuss, Romerbrie],<br />

461; U. Luz, Das Geschichtsverstiindnis des Paulus, Munich 1968,<br />

160; H. PAULSEN, 44-50; d. G. BORNKAMM, Sin, 99; LEENHARDT, Romans,<br />

195; E. SCHWEIZER, TDNT 7, 133 nota 276; E. KASEMANN, Romer, 201 s.<br />

Otros autores piensan que 7, 25b estuvo originariamente entre 7, 23 Y<br />

7, 24: la traducción de J. MOFFATT; C. H. DODD, Romans, 114 s.; O.<br />

MICH<strong>EL</strong>, Riimer, 179; G. EICHHOLZ, Tbeologie, 257. Ninguna de las dos<br />

hipótesis tienen base en el texto.<br />

64. Se trata de una dificultad ya vista por W. G. KÜMM<strong>EL</strong>, Romer 7,<br />

p. 27 ss.<br />

65. C. K. BARRETT, Romans, 150. Por su parte W. G. KÜMM<strong>EL</strong>,<br />

Rbmer 7, pp. 59 ss., y E. KXSEMANN, Rbmer, 196 s., reconocen la fuerza<br />

del problema que esta sentencia representa para su interpretación de Rm<br />

7, sin que lleguen a dar una solución satisfactoria.<br />

66. SANDAY y HEADLAM, Romans, 184; W. G. KÜMM<strong>EL</strong>, Riimer 7, pp.<br />

65 s.; GAUGLER, Rbmer, 282, piensan que 7, 25b es como un resumen<br />

de la experiencia precristiana de 7, 7-24 Y cuyo lugar es tras v. 25a, pero<br />

tal modo de ver las cosas da demasiado poca importancia a v. 25a y deja<br />

a 7, 25b como anticlima patético.

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