JESUS y EL ESPIRITU
JESUS y EL ESPIRITU JESUS y EL ESPIRITU
506 Jesús y el Espíritu del creyente como hombre de este mundo (en especial, su autocomplacencia y autosuficiencia), y el empuje del Espíritu; se trata de un conflicto real que cualquiera de las dos partes puede ganar en una situación determinada, siendo, pues, necesario estar exhortando constantemente al creyente a seguir la dirección del Espíritu. La más sorprendente de todas es la última cláusula de 5, 17: el conflicto tiene lugar «bina (para que no) puedas hacer 10 que deseas». El bina se puede tomar en este sentido final (
El Espíritu de Jesús 507 1) Kümmel insiste repetidamente en que la condición que se describe en Rm 7 es diferente de la que se presupone en Rm 6 y 8 58. Pero en tal supuesto Rm 7, 7-25 representa una interrupción y una disgresión innecesaria en el curso del pensamiento de Pablo, interrupción que se acomodaría mejor al contexto de Rm 2-3 que al de 6-8. Y, sin embargo, la carta a los romanos está mucho más cuidadosamente planteada que cualquiera de las otras cartas paulinas, de modo que hay que pensar que el pasaje en cuestión, Rm 7, 7·25, con mucha más probabilidad, está bien donde está. En tal supuesto es probable que el pensamiento de Pablo sigue su curso constante desde Rm 6 hasta 8, pasando por Rm 7 59 • En ese proceso de ideas Pablo mira sucesivamente al cristiano a la luz de tres realidades fundamentales de su experiencia: el pecado (6), el pecado y la ley (7), la ley y el Espíritu (8, 1-8), el Espíritu (8, 9-30). Ya veremos que él no hace una delimitación tan clara a lo largo de esa discusión de temas. Por tanto, la diferencia entre 7, 7-25 y el resto de Rm 6·8 indica probablemente, no condiciones diferentes, sino la misma, aunque contemplada desde diferentes perspectivas, de modo que el «hombre desgraciado» de Rm 7 es el creyente considerado solamente en cuanto a la carne, la ley y el pecado, mientras que Rm 7, 7-25 presenta una dimensión continua de la experiencia del creyente, precisamente en cuanto creyente. 2) En Rm 7 no hay nada que exija que el frecuentemente repetido «yo/mí» (unas veinte veces) haya de interpretarse de una manera que distancie a Pablo de la experiencia que está describiendo. Es ciertamente bastante probable que, al menos, en 7,7-13, está describiendo una experiencia típica de un «yo» 60, y la angustia y la frustración existencia de los vv. 15 ss. y 24 es demasiado real y está expuesta demasiado dolorosamente como para permitir que el «yo» se reduzca a una mera figura estilística. Cualquiera que sea la interpretación que se dé, se trata de Pablo hablando de su propia experiencia desde el fondo de su Margan & Scott 1960; K. STALDER, Das Werk des Geistes in del' Heilung bei Paulus, Zürich 1962, 291-307; F. F. BRUCE, Tbe Epistle 01 Paul to the Romans, Tyndale 1963; J. 1. PACKER, The 'Wretcbed Man' of Romans 7, en Studia Evangelica l I. 1964, 621-27. 58. W. G. KÜMMEL, Romer 7, pp. 10 ss., etc. 59. Cf. especialmente NYGREN, Romans, 284·97. 60. Cf. 2 Baruc, 54, 10; C. K. BARRETT, Romans, 143 s.; LEENHARDT, Romans, 186 ss.; E. BRANDENBURGER, Adam und Cbristus, Neukirchen 1962, 215 s.
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1) Kümmel insiste repetidamente en que la condición que<br />
se describe en Rm 7 es diferente de la que se presupone en Rm<br />
6 y 8 58. Pero en tal supuesto Rm 7, 7-25 representa una interrupción<br />
y una disgresión innecesaria en el curso del pensamiento de<br />
Pablo, interrupción que se acomodaría mejor al contexto de Rm<br />
2-3 que al de 6-8. Y, sin embargo, la carta a los romanos está<br />
mucho más cuidadosamente planteada que cualquiera de las otras<br />
cartas paulinas, de modo que hay que pensar que el pasaje en<br />
cuestión, Rm 7, 7·25, con mucha más probabilidad, está bien<br />
donde está. En tal supuesto es probable que el pensamiento de<br />
Pablo sigue su curso constante desde Rm 6 hasta 8, pasando por<br />
Rm 7 59 • En ese proceso de ideas Pablo mira sucesivamente al<br />
cristiano a la luz de tres realidades fundamentales de su experiencia:<br />
el pecado (6), el pecado y la ley (7), la ley y el Espíritu<br />
(8, 1-8), el Espíritu (8, 9-30). Ya veremos que él no hace una<br />
delimitación tan clara a lo largo de esa discusión de temas. Por<br />
tanto, la diferencia entre 7, 7-25 y el resto de Rm 6·8 indica<br />
probablemente, no condiciones diferentes, sino la misma, aunque<br />
contemplada desde diferentes perspectivas, de modo que el «hombre<br />
desgraciado» de Rm 7 es el creyente considerado solamente<br />
en cuanto a la carne, la ley y el pecado, mientras que Rm 7,<br />
7-25 presenta una dimensión continua de la experiencia del creyente,<br />
precisamente en cuanto creyente.<br />
2) En Rm 7 no hay nada que exija que el frecuentemente<br />
repetido «yo/mí» (unas veinte veces) haya de interpretarse de<br />
una manera que distancie a Pablo de la experiencia que está<br />
describiendo. Es ciertamente bastante probable que, al menos, en<br />
7,7-13, está describiendo una experiencia típica de un «yo» 60,<br />
y la angustia y la frustración existencia de los vv. 15 ss. y 24 es<br />
demasiado real y está expuesta demasiado dolorosamente como<br />
para permitir que el «yo» se reduzca a una mera figura estilística.<br />
Cualquiera que sea la interpretación que se dé, se trata de<br />
Pablo hablando de su propia experiencia desde el fondo de su<br />
Margan & Scott 1960; K. STALDER, Das Werk des Geistes in del' Heilung<br />
bei Paulus, Zürich 1962, 291-307; F. F. BRUCE, Tbe Epistle 01 Paul to<br />
the Romans, Tyndale 1963; J. 1. PACKER, The 'Wretcbed Man' of Romans<br />
7, en Studia Evangelica l I. 1964, 621-27.<br />
58. W. G. KÜMM<strong>EL</strong>, Romer 7, pp. 10 ss., etc.<br />
59. Cf. especialmente NYGREN, Romans, 284·97.<br />
60. Cf. 2 Baruc, 54, 10; C. K. BARRETT, Romans, 143 s.; LEENHARDT,<br />
Romans, 186 ss.; E. BRANDENBURGER, Adam und Cbristus, Neukirchen<br />
1962, 215 s.