JESUS y EL ESPIRITU

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488 Jesús y el Espíritu La cuestión planteada ya ha sido parcialmente respondida. En el cap. IV vimos cómo Pablo luchó por mantener 10 específico de su experiencia del Cristo resucitado en la manifestación de la resurrección que supuso para él su misión de apóstol. Vimos igualmente que para Pablo aquella experiencia fue distinta no sólo de la que decían haber tenido los «falsos apóstoles», sino que también se distinguía de las experiencias espirituales que él mismo tuvo después. Por tanto, la cuestión planteada viene a convertirse en ésta: ¿Consideró Pablo su posterior experiencia espiritual como distinta de la de los "falsos apóstoles" y} de ser así} en qué sentido? En el cap. VIII hemos visto cómo abordó Pablo el problema de la falsa profecía a nivel comunitario. Pero el hecho de que la idea que Pablo tenía de una comunidad carismática no le sobrevivió a él, como veremos más tarde (cf. § 57), muestra la enorme fragilidad de cualquier estructura que tenga que continuar creciendo siempre a partir de una experiencia religiosa. Así que hay que seguir profundizando en la naturaleza de esa experiencia. Y la cuestión se puede formular así: ¿Qué es lo específico de la experiencia religiosa que forma la base de una comunidad cristiana? 52. La ambigüedad de la experiencia carismática. Los que hayan seguido la investigación hasta este punto advertirán que para Pablo e11 los fenómenos carismáticos en cuanto tales no hay nada específicamente cristiano. Esto habrá quedado claro por su enfrentamiento con la facción gnóstica y con los «falsos apóstoles» de Corinto. Pero como los términos «carismático» y «carismas» se pueden convertir fácilmente en principios superficiales y en frasecitas emotivas, merce la pena detenerse un poco y subrayar el hecho de que los fenómenos carismáticos estuvieron muy extendidos tanto fuera del cristianismo como dentro de las Iglesias paulinas. De hecho tenemos toda una serie de relatos y afirmaciones de que se daban esos fenómenos carismáticos, como lo atestigua la literatura de toda esa época. Como prueba de ello vamos a citar algunos ejemplos. 52.1. Curaciones y milagros fuera del cristianismo. Dentro del judaísmo Jesús no fue el único galileo carismático con la fama de taumaturgo. Se dice que gracias a las oraciones de Rabbí Gamaliel (h. 90-130 d. C.) se calmó una tempestad. A Honi el Pintor de círculos y a Hanina ben Dosa se atribuyen milagros re-

El Esplritu de Jesús 489 ferentes a la consecución de lluvia; Ranina, además, era famoso por varias curaciones y por una milagrosa repartición de pan l. Fuera del judaísmo, de Vespasiano y de Adriano se dice que curaron a ciegos y paralíticos mediante el tacto o la saliva. A Esculapio, el dios de las curaciones, se la atribuían muchas. Tanto es así que una de las inscripciones más interesantes que tenemos del pasado es una lista de las curaciones que tuvieron lugar en el Esculapio de Epidauro, el más famoso de sus santuarios, al que hace poco Oepke ha llamado «un antiguo Lourdes» 2. No faltan milagros y prodigios. Por ejemplo, Iulius Obsequens (Julio el Obediente) en su Prodigiorum Liber (siglo IV d. C.) enumeraba por orden cronológico los portentos que ocurrieron desde el año 190 (el 249?) hasta el 12 a. c., para 10 que su principal fuente fue el historiador del siglo 1 Livio 3. Y A. Giannini ha realizado una extensa colección de antiguos obradores de milagros referentes a agua, animales, plantas, etc. 4. Vamos a citar dos ejemplos que encajan muy bien en el título de este apartado y que tienen un especial interés para los estudios del Nuevo Testamento. Luciano de Samosata habla de un babilonio que volaba, caminaba sobre el agua y atravesaba lentamente por el fuego 5. Por su parte, Dión Casio en su Historia dice que Numerio Atico, senador y ex-pretor, juró haber visto a Augusto subir a los cielos de la misma forma que la tradición lo afirma 1. Véase, además, P. VOLZ, Geist, 116 s.; P. FIEBIG, Rabbiniscbe Wundergeschichte des neutestamentlicben Zeitalters, Berlín 21933; VER­ MES, [esus, 69-78. 2. O. WEINREICH, Antike Heilungsiounder, Giesen 1909; F. FIEBIG, Antike Wundergeschichten zum Studium der Wunder des Neuen Testament, Bonn 1921; S. ANGUS, The Religious Quests 01 tbe Graeco-Roman W'orld, Murray 1929, cap. 22; A. OEPKE, TDNT 3, 196-99; M. P. NILS­ SON, Gescbicbte der griecbiscben Religion H, Munich 1950, 211-14; G. DELLING, Antike Wundertexte, Berlín 1960; HULL, Hellenistic Magic, cap. 4. 3. Mucho más accesible como parte del último volumen de Livio, en la edición de Loeb. 4. A. GIANNINI, Paradoxograpborum Graecorum Reliquiae, Milán 1967. Agradezco que me alertara sobre esta obra al Prof. E. A. judge de la Universidad de Macquarie, New South Wales. Otros textos en R. M. GRANT, Miracle and Natural Law in Graeco-Roman and Early Christian Tbougbt, Amsterdam 1952, cap. 5. 5. LUCIANO, Pbilopseudes, 13. Sobre otros relatos antiguos de milagros relativos a andar sobre el agua, véase H. VAN DER Loas, 665 ss.

488 Jesús y el Espíritu<br />

La cuestión planteada ya ha sido parcialmente respondida. En<br />

el cap. IV vimos cómo Pablo luchó por mantener 10 específico<br />

de su experiencia del Cristo resucitado en la manifestación de<br />

la resurrección que supuso para él su misión de apóstol. Vimos<br />

igualmente que para Pablo aquella experiencia fue distinta no<br />

sólo de la que decían haber tenido los «falsos apóstoles», sino<br />

que también se distinguía de las experiencias espirituales que él<br />

mismo tuvo después. Por tanto, la cuestión planteada viene a<br />

convertirse en ésta: ¿Consideró Pablo su posterior experiencia<br />

espiritual como distinta de la de los "falsos apóstoles" y} de ser<br />

así} en qué sentido? En el cap. VIII hemos visto cómo abordó<br />

Pablo el problema de la falsa profecía a nivel comunitario. Pero<br />

el hecho de que la idea que Pablo tenía de una comunidad carismática<br />

no le sobrevivió a él, como veremos más tarde (cf. § 57),<br />

muestra la enorme fragilidad de cualquier estructura que tenga<br />

que continuar creciendo siempre a partir de una experiencia religiosa.<br />

Así que hay que seguir profundizando en la naturaleza de<br />

esa experiencia. Y la cuestión se puede formular así: ¿Qué es lo<br />

específico de la experiencia religiosa que forma la base de una<br />

comunidad cristiana?<br />

52. La ambigüedad de la experiencia carismática.<br />

Los que hayan seguido la investigación hasta este punto<br />

advertirán que para Pablo e11 los fenómenos carismáticos en cuanto<br />

tales no hay nada específicamente cristiano. Esto habrá quedado<br />

claro por su enfrentamiento con la facción gnóstica y con<br />

los «falsos apóstoles» de Corinto. Pero como los términos «carismático»<br />

y «carismas» se pueden convertir fácilmente en principios<br />

superficiales y en frasecitas emotivas, merce la pena detenerse<br />

un poco y subrayar el hecho de que los fenómenos carismáticos<br />

estuvieron muy extendidos tanto fuera del cristianismo como<br />

dentro de las Iglesias paulinas. De hecho tenemos toda una serie<br />

de relatos y afirmaciones de que se daban esos fenómenos carismáticos,<br />

como lo atestigua la literatura de toda esa época. Como<br />

prueba de ello vamos a citar algunos ejemplos.<br />

52.1. Curaciones y milagros fuera del cristianismo. Dentro del<br />

judaísmo Jesús no fue el único galileo carismático con la fama<br />

de taumaturgo. Se dice que gracias a las oraciones de Rabbí Gamaliel<br />

(h. 90-130 d. C.) se calmó una tempestad. A Honi el<br />

Pintor de círculos y a Hanina ben Dosa se atribuyen milagros re-

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