JESUS y EL ESPIRITU

388 Jesús y el Espíritu
Testamento su sentido normal es casi siempre «gritar llamativamente»,
de tal manera que puede usarse para los gritos y chillidos
de los endemoniados (Mc 5, 5; 9, 26; Lc 9, 39) 218. El contexto
de Rm 8, 15 Y Ca 4, 6 sugiere que krázein en estos versículos
tiene más el último sentido que el primero, es decir, un grito de
cierta intensidad, probablemente un grito fuerte, y tal vez (pero
menos posible) un grito extático 219.
En tercer lugar, en este grito «el Espíritu mismo da testimonio
(simmartireí) a nuestro espíritu de que somos hijos de
Dios» (Rm 8, 16). La confianza filial no es una conclusión o
consecuencia inferida del hecho de que la comunidad diga Abba.
Es más bien una confianza interior del creyente fundada en la
conciencia de que no es sencillamente él mismo y por sí mismo
por lo que grita Abba (krázomen, Rm 8, 15). La palabra es
algo concedido a él y expresado mediante los labios por el Espíritu
(krázon, Ca 4, 6) 220. En este versículo el aspecto general
de la conciencia carismática (como diferente de la extática) llegan
a manifestarse con claridad; no sólo la conciencia de ser movidos
interiormente por el poder divino, de palabras concedidas, y de
Dios actuando a través de las palabras y acciones, sino también
la conciencia complacida de ser usados de este modo, el conocimiento
y la aceptación de las palabras y acciones como propias,'
en una palabra, la conciencia de la comunión y de la cooperación
con Dios y con la gracia. Tanto en Rm 8, 15 s. como en Ca 4,
218. Véase W. F. ARNDT-F. W. GINGRICH, krózó. El paralelismo formal
con el empleo rabínico (