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JESUS y EL ESPIRITU

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La experiencia cllf'ismática 377<br />

de la asamblea gritara bajo inspiración: ¡Anatema sea Jesús!<br />

Posiblemente bajo influencia de las ideas gnósticas sobre la maldad<br />

fundamental de la materia, que implicaban, en consecuencia,<br />

la distinción entre Jesús hombre y el Cristo celeste, como ser<br />

espiritual; identificar este Cristo con el Jesús físico, como ser<br />

humano, era una deshonra seria para Cristo, y cuestionaba la<br />

totalidad de la explicación (gnóstica) de la salvación. He aquí el<br />

por qué de las frases «¡Anatema sea jesúsl » y «¡Cristo es el<br />

Señor»! 177. En la comunidad cristiana de Corinto, profundamente<br />

influenciada ya por las ideas de tipo gnóstico en otros puntos<br />

(cí. p. 261 s. y § 40,4), una expresión semejante a «¡Anatema<br />

sea Jesús! », no sería reconocida inmediatamente como una enseñanza<br />

falsa, especialmente si era pronunciada en la asamblea bajo<br />

inspiración. Así se planteaba la cuestión a Pablo 178, y él, con<br />

una sola frase, da una norma fácil de aplicar en Casos semejantes.<br />

Cuando el contenido, objeto de la expresión inspirada, es la relación<br />

entre el Jesús terreno y el Señor glorificado, la señal del<br />

Espíritu es la confesión: «{jesús es Señor!» 179. Alternativamen-<br />

fuerza tiene la sugerencia de ALLO, Premiére Épltre aux Corintbiens, EB<br />

1934, 321 s., al que sigue C. K. BARRETT, 1 Cor, 280, en e! sentido de<br />

que Pablo se está refiriendo a los gritos de extáticos cristianos cuando<br />

intentaban resistirse al trance o éxtasis que sentían que se les venía encima<br />

«al modo de la Sibila que echaba espumarajos cuando se resistía a<br />

la inspiración que se iba adueñando de ella. o al modo de Casandra que<br />

maldice a Apolo en e! Agamenon de Esquilo», pero hay que preguntarse<br />

si los corintios no habrían reconocido la naturaleza de tales gritos. Y<br />

de ser reconocibles, entonces no se sabe qué problema habían planteado<br />

a Pablo. Menos coherentes son otras explicaciones.<br />

177. Véase especialmente W. SCHMITHALS, Gnosticism, 124-30; también<br />

J. SCHNIEWIND, Das Seuizen des Geistes, en Nacbgelassene Reden und<br />

Aujsátz«, Berlín 1952, 115; G. EICHHOLZ, Gemeinde, 62 ss.; A. BITTLIN­<br />

GER, Graces, 16 ss.; N. BROX, Anathema iesoys (1 Kor 12, 3), BZ 12<br />

(1968) 103-11. Se está de acuerdo en que la cristología del gnosticismo<br />

corintio no parece que esté muy desarrollada (aunque d. 1 Cor 15, 44 ss.).<br />

Pero la importancia de 12, 3a (y de ahí la pregunta planteada a Pablo<br />

al respecto) es la de que represente e! comienzo de esa evolución hasta<br />

llegar a los sistemas plenamente desarrollados de Cerinro etc., que son<br />

atacados en 1 In 4, 1 ss.<br />

178. Se admite por lo general que en 12, 1 ss. Pablo está respondiendo<br />

a una cuestión o cuestiones que le plantearon los corintios. Véase<br />

HURD, 63 s. 71 ss. 186 ss.<br />

179. J. WEISS, 1 Kor, 295 s. y C. K. BARRETT, 1 Cor 281, han hecho<br />

ver que la cuestión de la sinceridad de! que habla no es e! tema que se<br />

trata; no es el individuo el que habla sino el Espíritu, demostrándose<br />

la fuente de la inspiración por las palabras que de hecho se dicen. Pablo.<br />

fuera de esta afirmación concreta, no dice nada sobre el estado espiritual

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