JESUS y EL ESPIRITU

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376 Jesús y el Espíritu solálico, lo cual no beneficiaba a los demás creyentes, por no mencionar sólo a los incrédulos extraños (d. 14, 23, mainestbe; d. nota 161; 14, 27 s.; 14, 33a: «desorden, confusión», 14, 40) 175. La respuesta de Pablo es doble: él no prohíbe, ni rechaza indiscriminadamente la palabra inspirada, pero hace hincapié en el valor superior del discurso inteligible (14, 14-25). Y recomienda ciertos controles para prevenir que «los entsusiasmos por los espíritus» degenerarán en abandono a cualquier forma impulsiva de inspiración (14, 26-33). Es en esta última función donde el charisma diakrisis pneumaton se realiza en sí mismo (14, 29, diakrinétosan). En este contexto, se comprende mejor diakrisis pneumaton como una evaluación, una investigación, un examen, una ponderación de la palabra profética de los demás (la asamblea o los profetas), para determinar tanto su fuente de inspiración, como su importancia para la asamblea. (Origen e importancia son las dos caras de la misma moneda, de tal modo que la evaluación incluye simultáneamente la interpretación de espíritus=experiencias espirituales, y la distinción de espíritus = fuentes de inspiración). Que esto se describa como un cbarisma significa posiblemente que la evaluación no era simplemente un asunto de análisis lógico y racional,· sino, en última instancia, una conciencia, compartida por (la mayoría de) los implicados, de que esta palabra era (o no era) una palabra del Espíritu y que el significado discernido en ella estaba de acuerdo con el pensamiento del Espíritu (d. 1 Co 2, 16; 7, 40). Esta interpretación se confirma en estos otros tres pasajes cercanamente relacionados. a) 1 Co 12, 3. Sería difícil negar que este versículo ofrece un criterio especial para evaluar las expresiones espirituales. Es totalmente posible, aunque muy desagradable 176, que durante el culto en Corinto algún miembro(s) 175. Véase, por ejemplo, J. WEISS, 1 Kor, 294. 333; C. K. BARRETT, 1 Cor, 278 s.; 1. CERFAUX, Tbe Church in the Theology of Sto Paul; ET Herder 1959, 202. Véase luego S 52, 2. 3. 176. Es trivializar una de las afirmaciones más enfáticas y didácticas de Pablo el decir que lo único que éste hace es presentar un caso hipotético (véase H. D. WENDLAND, Kor, 93; J. C. HURD, 193 s.; K. MA­ LY, 1 Kor 12, 1-3, eine Regel zar Unterscbeidung der Geister?, BZ 10 [1966] 82-95), como lo trivializa igualmente el decir que en 12, 3 S. Pablo se está refiriendo a la antigua experiencia que los corintios tuvieron del éxtasis pagano (así D. LÜHRMANN, Offenbarung, 29; PuRSON, 47-50, de hecho). El contexto indica que se trata de culto cristiano y la seriedad con que Pablo habla apoya muy fuertemente la idea de que está respondiendo a una pregunta que le habían hecho (d. luego nota 178). Más

La experiencia cllf'ismática 377 de la asamblea gritara bajo inspiración: ¡Anatema sea Jesús! Posiblemente bajo influencia de las ideas gnósticas sobre la maldad fundamental de la materia, que implicaban, en consecuencia, la distinción entre Jesús hombre y el Cristo celeste, como ser espiritual; identificar este Cristo con el Jesús físico, como ser humano, era una deshonra seria para Cristo, y cuestionaba la totalidad de la explicación (gnóstica) de la salvación. He aquí el por qué de las frases «¡Anatema sea jesúsl » y «¡Cristo es el Señor»! 177. En la comunidad cristiana de Corinto, profundamente influenciada ya por las ideas de tipo gnóstico en otros puntos (cí. p. 261 s. y § 40,4), una expresión semejante a «¡Anatema sea Jesús! », no sería reconocida inmediatamente como una enseñanza falsa, especialmente si era pronunciada en la asamblea bajo inspiración. Así se planteaba la cuestión a Pablo 178, y él, con una sola frase, da una norma fácil de aplicar en Casos semejantes. Cuando el contenido, objeto de la expresión inspirada, es la relación entre el Jesús terreno y el Señor glorificado, la señal del Espíritu es la confesión: «{jesús es Señor!» 179. Alternativamen- fuerza tiene la sugerencia de ALLO, Premiére Épltre aux Corintbiens, EB 1934, 321 s., al que sigue C. K. BARRETT, 1 Cor, 280, en e! sentido de que Pablo se está refiriendo a los gritos de extáticos cristianos cuando intentaban resistirse al trance o éxtasis que sentían que se les venía encima «al modo de la Sibila que echaba espumarajos cuando se resistía a la inspiración que se iba adueñando de ella. o al modo de Casandra que maldice a Apolo en e! Agamenon de Esquilo», pero hay que preguntarse si los corintios no habrían reconocido la naturaleza de tales gritos. Y de ser reconocibles, entonces no se sabe qué problema habían planteado a Pablo. Menos coherentes son otras explicaciones. 177. Véase especialmente W. SCHMITHALS, Gnosticism, 124-30; también J. SCHNIEWIND, Das Seuizen des Geistes, en Nacbgelassene Reden und Aujsátz«, Berlín 1952, 115; G. EICHHOLZ, Gemeinde, 62 ss.; A. BITTLIN­ GER, Graces, 16 ss.; N. BROX, Anathema iesoys (1 Kor 12, 3), BZ 12 (1968) 103-11. Se está de acuerdo en que la cristología del gnosticismo corintio no parece que esté muy desarrollada (aunque d. 1 Cor 15, 44 ss.). Pero la importancia de 12, 3a (y de ahí la pregunta planteada a Pablo al respecto) es la de que represente e! comienzo de esa evolución hasta llegar a los sistemas plenamente desarrollados de Cerinro etc., que son atacados en 1 In 4, 1 ss. 178. Se admite por lo general que en 12, 1 ss. Pablo está respondiendo a una cuestión o cuestiones que le plantearon los corintios. Véase HURD, 63 s. 71 ss. 186 ss. 179. J. WEISS, 1 Kor, 295 s. y C. K. BARRETT, 1 Cor 281, han hecho ver que la cuestión de la sinceridad de! que habla no es e! tema que se trata; no es el individuo el que habla sino el Espíritu, demostrándose la fuente de la inspiración por las palabras que de hecho se dicen. Pablo. fuera de esta afirmación concreta, no dice nada sobre el estado espiritual

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solálico, lo cual no beneficiaba a los demás creyentes, por no<br />

mencionar sólo a los incrédulos extraños (d. 14, 23, mainestbe;<br />

d. nota 161; 14, 27 s.; 14, 33a: «desorden, confusión», 14,<br />

40) 175. La respuesta de Pablo es doble: él no prohíbe, ni rechaza<br />

indiscriminadamente la palabra inspirada, pero hace hincapié en<br />

el valor superior del discurso inteligible (14, 14-25). Y recomienda<br />

ciertos controles para prevenir que «los entsusiasmos por los<br />

espíritus» degenerarán en abandono a cualquier forma impulsiva<br />

de inspiración (14, 26-33). Es en esta última función donde el<br />

charisma diakrisis pneumaton se realiza en sí mismo (14, 29,<br />

diakrinétosan). En este contexto, se comprende mejor diakrisis<br />

pneumaton como una evaluación, una investigación, un examen,<br />

una ponderación de la palabra profética de los demás (la asamblea<br />

o los profetas), para determinar tanto su fuente de inspiración,<br />

como su importancia para la asamblea. (Origen e importancia<br />

son las dos caras de la misma moneda, de tal modo que la<br />

evaluación incluye simultáneamente la interpretación de espíritus=experiencias<br />

espirituales, y la distinción de espíritus = fuentes<br />

de inspiración). Que esto se describa como un cbarisma significa<br />

posiblemente que la evaluación no era simplemente un asunto de<br />

análisis lógico y racional,· sino, en última instancia, una conciencia,<br />

compartida por (la mayoría de) los implicados, de que esta<br />

palabra era (o no era) una palabra del Espíritu y que el significado<br />

discernido en ella estaba de acuerdo con el pensamiento del Espíritu<br />

(d. 1 Co 2, 16; 7, 40).<br />

Esta interpretación se confirma en estos otros tres pasajes<br />

cercanamente relacionados. a) 1 Co 12, 3. Sería difícil negar<br />

que este versículo ofrece un criterio especial para evaluar las<br />

expresiones espirituales. Es totalmente posible, aunque muy desagradable<br />

176, que durante el culto en Corinto algún miembro(s)<br />

175. Véase, por ejemplo, J. WEISS, 1 Kor, 294. 333; C. K. BARRETT,<br />

1 Cor, 278 s.; 1. CERFAUX, Tbe Church in the Theology of Sto Paul; ET<br />

Herder 1959, 202. Véase luego S 52, 2. 3.<br />

176. Es trivializar una de las afirmaciones más enfáticas y didácticas<br />

de Pablo el decir que lo único que éste hace es presentar un caso<br />

hipotético (véase H. D. WENDLAND, Kor, 93; J. C. HURD, 193 s.; K. MA­<br />

LY, 1 Kor 12, 1-3, eine Regel zar Unterscbeidung der Geister?, BZ 10<br />

[1966] 82-95), como lo trivializa igualmente el decir que en 12, 3 S. Pablo<br />

se está refiriendo a la antigua experiencia que los corintios tuvieron<br />

del éxtasis pagano (así D. LÜHRMANN, Offenbarung, 29; PuRSON, 47-50,<br />

de hecho). El contexto indica que se trata de culto cristiano y la seriedad<br />

con que Pablo habla apoya muy fuertemente la idea de que está respondiendo<br />

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