JESUS y EL ESPIRITU

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372 Jesús y el Espíritu 23, «están locos», o Dios no está aquí), así la profecía confirma al creyente en su fe (vers. 25, Dios está aquí) 161. En resumen, la descripción de la profecía en Pablo como signo para los creyentes está determinada casi totalmente por el contraste que desea establecer con la glosolalia. «Signo para los creyentes» es, sencillamente, otro modo de decir que la profecía tiene valor para la asamblea, míentras que la glosolaIía en sí misma no tiene valor alguno para la asamblea. Lo que significa esto en casos particulares 10 tenemos que ir espigando en otras descripciones de la profecía que encontraremos en este capítulo (vv. 3. 6. 26. 30 s. / d. anteriormente, sin excluir los vv. 24 s. / cf. más adelante). d) 14, 24 s. Aunque la formulación de este pasaje está determinada por el contraste ahora examinado, no debiéramos ser injustos al reconocer aquí un modo ulterior según el cual la profecía construye la asamblea. En los vv. 24 s. la profecía manifiesta los secretos del corazón del incrédulo. Pero no cabe duda que Pablo conoció en muchas ocasiones cuándo una palabra profética durante el culto de la asamblea inducía a la convicción y a la humildad y confianza más profundas a un creyente o a un grupo de creyentes. Vimos en el cap. III que el conocimiento carismático de lo más íntimo del corazón de algunos individuos fue una de las características del ministerio profético de Jesús, como lo es también del fenómeno de la profecía (carismática), dondequiera aparezca dentro de la historia de las religiones 162. Casi con certeza, Pablo estaría pensando aquí en esto, en los diversos casos en los cuales las palabras que el profeta se sentía impulsado a pronunciar daban en el blanco con una oportunidad humana no esperada y no intentada, y con poder sobre las conciencias y los 161. 14, 25: «Dios está en' bvmin» tiene que traducirse por «Dios está en vosotros como asamblea, o sea, entre vosotros» y no: «Dios está en vosotros como oradores inividuales». Por el texto del AT que sirve de modelo a 14, 25 (Is 45, 14) se ve claro que lo que se está profesando no es la inspiración de los que hablan sino la presencia de Dios. Así la mayoría de los comentaristas. La idea de estar poseído por Dios está más de acuerdo con el hablar extático que con la profecía; respecto de esto en el pensamiento griego hay que decir que enthousiasmós (posesiónpor-Dios) y manía (locura divina; d. 1 Co 14, 23) son casi sinónimos. Véase luego párr. 52, 3 y también G. SCHRENK, Geist und Entbusiasmus, en Studien zu Paulus, Zürich 1954, 107-13. 162. Así, por ejemplo, en el montanismo, N. BONWETSCH, Die Cescbicbte des Montanismus, Erlangen 1881, 58.

La experiencia carismática 373 corazones de individuos particulares 163. Tal vez deberíamos reconocer nosotros algunas palabras proféticas semejantes en aquellos pasajes que Kasemann calificó como «sentencias de la santa ley», particularmente 1 Co 3, 17; 14, 38; 16, 22a.; Ca 1, 9; d. 1 Co 14, 13. 28. 30. 35. 37 164 • Si estamos interpretando correctamente el pensamiento de Pablo en esta cuestión (1 Co 14, 24 s.), entonces lograremos una comprensión importante de la relevancia de la profecía para la comunidad cristiana. La profecía impide a uno pretender ser otra cosa de lo que es; impide al creyente ocultarse tras una máscara de aparente honradez o de espiritualidad falsa. En cualquier tiempo la palabra profética puede revelar lo que él es. Procurará no refugiarse en la imagen que él ofrece al mundo, con su reputación y con los argumentos de su propia justificación. Donde está presente el Espíritu profético es indispensable la honradez con uno mismo y acerca de uno mismo (d. 1 Ts 2, 4) 165. Además, y es más importante, mientras la glosolalía atrae la atención de los oyentes al que habla, dando una impresión de espiritualidad (como pensaba posiblemente la facción corintia) o de locura (l Co 14, 23), la profecía hace consciente al oyente únicamente de Dios (14, 24 s.) 166. Brevemente, la profecía edifica porque no exalta al hombre, sino que lo humilla, haciéndolo consciente de que está en la presencia de Dios con toda su vulnerabilidad. En resumidas cuentas, Pablo valora la profecía tan altamente, no sólo porque es un carisma, sino también porque es un carisma que edifica la comunidad de los creyentes, sobre todo en su fe, 163. Sobre paralelismos posteriores véase H. WEINEL, Wirkungen, 183·90 y aquí antes cap. 3, nota 93. Weinel define el carisma con demasiada precisión como «lectura del pensamiento»; así HÉRING, 1 Cor, 152. Pero no se debería objetar a esto con demasiada fuerza (como J. WEISS, 1 Kor, 333; C. K. BARRETT, 1 Cor, 326), puesto que «leer el pensamiento» como tal es sencillamente un ejemplo concreto del don más general de penetración carismática, y una palabra profética -una expresión bastante neutra por lo que al que habla se refire- puede parecerle como «lectura de corazón» o de pensamiento al que con tal palabra se ve desnudo ante sí mismo y convencido de culpa ante Dios (cf. H. LIETZMANN en H. LIETZMANN·W. KÜMMEL, Co, 73). Véase también aquí p. 493 s. 164. E. KXSEMANN, NTQT 66-81. 165. Cf. G. HASENHÜTTL, 191 s. 166. Cf. J. MOFFATT, 1 Cor, 224. Sobre el significado de proskynéó (adorar), la única vez que Pablo utiliza el término, véase H. GREEVEN, TDNT 6, 765.

372 Jesús y el Espíritu<br />

23, «están locos», o Dios no está aquí), así la profecía confirma al<br />

creyente en su fe (vers. 25, Dios está aquí) 161.<br />

En resumen, la descripción de la profecía en Pablo como signo<br />

para los creyentes está determinada casi totalmente por el contraste<br />

que desea establecer con la glosolalia. «Signo para los<br />

creyentes» es, sencillamente, otro modo de decir que la profecía<br />

tiene valor para la asamblea, míentras que la glosolaIía en sí misma<br />

no tiene valor alguno para la asamblea. Lo que significa esto<br />

en casos particulares 10 tenemos que ir espigando en otras descripciones<br />

de la profecía que encontraremos en este capítulo<br />

(vv. 3. 6. 26. 30 s. / d. anteriormente, sin excluir los vv. 24 s. /<br />

cf. más adelante).<br />

d) 14, 24 s. Aunque la formulación de este pasaje está determinada<br />

por el contraste ahora examinado, no debiéramos ser injustos<br />

al reconocer aquí un modo ulterior según el cual la profecía<br />

construye la asamblea. En los vv. 24 s. la profecía manifiesta<br />

los secretos del corazón del incrédulo. Pero no cabe duda que<br />

Pablo conoció en muchas ocasiones cuándo una palabra profética<br />

durante el culto de la asamblea inducía a la convicción y a la<br />

humildad y confianza más profundas a un creyente o a un grupo<br />

de creyentes. Vimos en el cap. III que el conocimiento carismático<br />

de lo más íntimo del corazón de algunos individuos fue una<br />

de las características del ministerio profético de Jesús, como lo<br />

es también del fenómeno de la profecía (carismática), dondequiera<br />

aparezca dentro de la historia de las religiones 162. Casi<br />

con certeza, Pablo estaría pensando aquí en esto, en los diversos<br />

casos en los cuales las palabras que el profeta se sentía impulsado<br />

a pronunciar daban en el blanco con una oportunidad humana no<br />

esperada y no intentada, y con poder sobre las conciencias y los<br />

161. 14, 25: «Dios está en' bvmin» tiene que traducirse por «Dios<br />

está en vosotros como asamblea, o sea, entre vosotros» y no: «Dios está<br />

en vosotros como oradores inividuales». Por el texto del AT que sirve<br />

de modelo a 14, 25 (Is 45, 14) se ve claro que lo que se está profesando<br />

no es la inspiración de los que hablan sino la presencia de Dios. Así<br />

la mayoría de los comentaristas. La idea de estar poseído por Dios está<br />

más de acuerdo con el hablar extático que con la profecía; respecto de<br />

esto en el pensamiento griego hay que decir que enthousiasmós (posesiónpor-Dios)<br />

y manía (locura divina; d. 1 Co 14, 23) son casi sinónimos.<br />

Véase luego párr. 52, 3 y también G. SCHRENK, Geist und Entbusiasmus,<br />

en Studien zu Paulus, Zürich 1954, 107-13.<br />

162. Así, por ejemplo, en el montanismo, N. BONWETSCH, Die Cescbicbte<br />

des Montanismus, Erlangen 1881, 58.

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