JESUS y EL ESPIRITU

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Jesús y el Espíritu
advertir que en la perspectiva carismática de Pablo la fe tiene
también una función en la orientación de la conducta, así como
en el ejercicio del cbarisma (Rm 14, 22 s.; p. 374).
40. Revelación
40.1. Pablo describe también los fenómenos carismáticos 1;0mo
«manifestación del Espíritu» (e pbanérosis tou pneúmatos,
1 Co 12, 7). El vocablo pbanérosis aquí no es meramente un don
que algunos tienen, sino que cada charisma es una manifestación
del Espíritu: «y a cada uno se le otorga la manifestación del
Espíritu para común utilidad». También está claro que lo que se
está describiendo aquí no es algún talento oculto o una facultad
latente, sino una acción o expresión particular que puede describirse
como manifiesta o patente, o que manifiesta o descubre algo.
La manifestación del Espíritu es la misma acción o expresión real
en su carácter de revelación.
Pero ¿qué quiere decír la frase: "eso que manifiesta al Espíritu",
o "la maniiestecián que el Espíritu produce"? A pesar
de la discusión entablada desde hace tiempo entre los exegetas, de
hecho es difícil excluir un sentido concreto. Indudablemente el
Espíritu es considerado como el autor y el dador de los cbarismata;
un dato enfatizado repetidamente en el contexto inmediato
(vers. 3 [4) 8. 9. 11). Pero pbanérosis sin un complemento es
un concepto vago e incompleto (¿manifestación de qué?); y en
el otro uso único de la palabra en el Nuevo Testamento el genitivo
concomitante es ciertamente objetivo (2 Ca 4, 2: «manifestación
de la verdad»; la verdad es lo que se manifiesta). Es completamente
posible que Pablo sea deliberadamente ambiguo, pues
su pensamiento es que el Espíritu se revela a sí mismo en los
cbarismata 69. Como veremos más tarde, esta frase nos introduce
en la importante idea de que hay ciertos modelos de acción y
expresión que demuestran la presencia y la actividad del Espíritu.
Es importante conocer que en la visión de Pablo el espectro de
non de la fe», siendo «la fe» el conjunto de verdades qu hay que creer,
pero esa interpretaci6n no es sostenible a la vista de 12, 3 (véase antes
nota 66), aunque es la que da todavía M. J. LAGRANGE, Bpitre aux Romains,
EB 1950, 299; d. R. BULTMANN, TDNT 6, 213. Véase también
A. SCHLATTER, Gottes Gerecbtigkeit, Stuttgart 1935, 339 s.
69. Cf. J. WEISS, 1 Kor 298; A. ScHLATTER, Bote 338; D. LÜHRMANN,
Offenbarung 28; R. BULTMANN - D. LÜHRMANN, TDNT 9, 6.