JESUS y EL ESPIRITU
JESUS y EL ESPIRITU JESUS y EL ESPIRITU
304 Jesús y el Espíritu ría. Eran conscientes en su ambiente del Espíritu escatológico y del poder de Dios (cf. p. 271). La atmósfera de estos primeros días no se capta mejor, quizás en ningún pasaje de los Hechos, como en 4, 29-31: la seguridad y la confianza en Dios, la presencia casi física del poder de Dios 150, y la entusiástica locución extática están presentes. De este modo se manifiesta cómo el culto más primitivo de la Iglesia cristiana dependía en gran parte de la inspiración inmediata del Espíritu; particularmente, la profecía, la oración espontánea en la que se incluía de un modo especial el clamor «Abba» (Rm 8, 15; Ga 4, 6), las canciones espirituales (?), y tal vez principalmente el entusiasmo y la alegría (cf. Le 10, 21, egalliásato¡ y el sentdo de 10 numinoso (Heh 4, 31). 33.3. Entonces, podemos advertir a modo de sumario que el sentido de comunidad de la Iglesia primitiva procedía básicamente, no de las primeras manifestaciones de la resurrección, sino de Pentecostés; no de una jerarquía establecida, ni de una tradición establecida, ni tampoco de una práctica litúrgica o sacramental establecida (todo estaba sólo en el verdadero comienzo de su desarrollo), sino de la experiencia común del Espíritu escatológico y del entusiasmo comunitario consecuentemente originado. Todas las demás características de la experiencia religiosa de los primeros cristianos fueron expresión más bien que fuente de su sentido de comunidad. Así, también, sucedió en el culto de las Iglesias más primitivas. En las reuniones de las casas, donde comenzó a desarrollarse el estilo peculiar del culto cristiano, estilo en el que se mezclaban tanto los elementos regulares como los espontáneos, los conservadores tanto como los creativos, fue primariamente un estilo carismático y entusiasta, más bien que institucional y estructurado. 150. La constatación de que, en respuesta a su oracion, el edificio en que estaban comenzó a temblar (4, 31) no se debería considerar corno mero elemento literario; d. Is 6, 4. Un paralelismo sorprendente lo encontrarnos en el relato de Duncan Campbell, Tbe Lewis Awakening (1949 53) en su libro God's Answer, Edinburgh 1960, 78: «Todavía hay gente en Arnol que darán testimonio de que mientras un hermano oraba, la casa comenzó a temblar. Lo único que pude hacer fue mantenerme en silencio mientras oleada tras oleada de poder divino atravesaba la casa y tras unos minutos de aquella visita celestial, hombres y mujeres se echaron sobre sus rostros atemorizados». Véase también lo que Hopwood 156 cita del [ournal de George Fox.
Los comienzos entusiásticos... en Lucas 305 34. ¿Existieron pruebas visibles? Antes de proponer las conclusiones de esta sección de nuestro estudio, encontramos una cuestión ulterior a la que debemos intentar responder. ¿Existieron algunas manifestaciones físicas o síquicas consideradas como un signo particular del Espíritu, como una prueba necesaria de la presencia del Espíritu? (¿La glosolalia, la profecía, las curaciones, las visiones, o más en general, el entusiasmo escatológico, el culto inspirado, la autoridad carismática?). Es una cuestión que ha preocupado en alguna medida al cristianismo desde el principio. La pregunta procede del esfuerzo humano en búsqueda de certeza y de seguridad; del anhelo de que lo divino llegue a ser tangible, pues Dios se revela a sí mismo en signos indiscutibles; del ansia de elevarse por encima de las dudas e interrogantes de los creyentes ordinarios, para estar seguros de Dios. Generaciones sucesivas de cristianos buscaron la respuesta en el martirio, en el ascetismo, en la vida monástica y mística 151. En este siglo la cuestión ha resurgido de una forma más incisiva en el Pentecostalismo. Su respuesta fue simple y directa: la glosolalia es el signo peculiar de la presencia del Espíritu que inicia una vida de poder apostólico. «En los tiempos apostólicos, el hablar en lenguas fue considerado como la prueba física inicial de haber recibido una persona el bautismo en el Espíritu Santo... Fue esta determinación lo que fundó el Movimiento Pentecostal del siglo xxs 152. La respuesta pentecostal es lo que ha provocado nuestra pregunta. En favor de la tesis pentecostal debe decirse básicamente que su respuesta está enraizada en el Nuevo Testamento más firmemente de lo que con frecuencia se piensa. Ciertamente, es verdad que Lucas considera la glosolalia de Pentecostés como un signo exterior de la efusión del Espíritu 153. En Hch 10, 45 s. la frase 151. 0, si se evita una respuesta del ámbito experimental, en varias formas de ecIesiasticismo o biblidsmo. Véase después cap. 9, nota 181. 152. C. BRUMBACK, Suddenly 23, citando a J. R. Flower, un dirigente de las Asambleas Americanas de Dios entre 1914-59. En la bibliografía Pentecosral y neo-Pentecostal véase, por ejemplo, C. BRUMBACK, What Meaneth This?, Spríngfield 1947, cap. 10-19; R. M. RIGGS, The Spirit Himsel], Springfield 1949, cap. 11; M. C. HARPER, Poioer [or the Body of Cbrist, Fountain Trust 1964, 32 ss.; L. CHRISTENSON, Speaking in Tongues and its Significance for tbe Cburcb, Fountain Trust 1968, 52 ss. 153. Cf. N. ADLER, Pfingstfest 111. 20
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días no se capta mejor, quizás en ningún pasaje de los Hechos,<br />
como en 4, 29-31: la seguridad y la confianza en Dios, la presencia<br />
casi física del poder de Dios 150, y la entusiástica locución<br />
extática están presentes.<br />
De este modo se manifiesta cómo el culto más primitivo de<br />
la Iglesia cristiana dependía en gran parte de la inspiración inmediata<br />
del Espíritu; particularmente, la profecía, la oración<br />
espontánea en la que se incluía de un modo especial el clamor<br />
«Abba» (Rm 8, 15; Ga 4, 6), las canciones espirituales (?), y tal<br />
vez principalmente el entusiasmo y la alegría (cf. Le 10, 21,<br />
egalliásato¡ y el sentdo de 10 numinoso (Heh 4, 31).<br />
33.3. Entonces, podemos advertir a modo de sumario que el<br />
sentido de comunidad de la Iglesia primitiva procedía básicamente,<br />
no de las primeras manifestaciones de la resurrección, sino<br />
de Pentecostés; no de una jerarquía establecida, ni de una tradición<br />
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su desarrollo), sino de la experiencia común del Espíritu escatológico<br />
y del entusiasmo comunitario consecuentemente originado.<br />
Todas las demás características de la experiencia religiosa de los<br />
primeros cristianos fueron expresión más bien que fuente de su<br />
sentido de comunidad. Así, también, sucedió en el culto de las<br />
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comenzó a desarrollarse el estilo peculiar del culto cristiano, estilo<br />
en el que se mezclaban tanto los elementos regulares como los<br />
espontáneos, los conservadores tanto como los creativos, fue primariamente<br />
un estilo carismático y entusiasta, más bien que institucional<br />
y estructurado.<br />
150. La constatación de que, en respuesta a su oracion, el edificio<br />
en que estaban comenzó a temblar (4, 31) no se debería considerar corno<br />
mero elemento literario; d. Is 6, 4. Un paralelismo sorprendente lo encontrarnos<br />
en el relato de Duncan Campbell, Tbe Lewis Awakening (1949<br />
53) en su libro God's Answer, Edinburgh 1960, 78: «Todavía hay gente<br />
en Arnol que darán testimonio de que mientras un hermano oraba, la<br />
casa comenzó a temblar. Lo único que pude hacer fue mantenerme en<br />
silencio mientras oleada tras oleada de poder divino atravesaba la casa<br />
y tras unos minutos de aquella visita celestial, hombres y mujeres se<br />
echaron sobre sus rostros atemorizados». Véase también lo que Hopwood<br />
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