JESUS y EL ESPIRITU
JESUS y EL ESPIRITU JESUS y EL ESPIRITU
292 Jesús y el Espíritu particularmente cap. IV, notas 4 y 5 Y cap. V, nota 36); «los apóstoles» en 1 Ca 15, 7 son indudablemente un grupo mucho más amplio «que los doce», y su apostolado consiste primariamente en la misión, no en «la dirección de los asuntos» de Jerusalén. Una descripción más precisa del caudillaje de la Iglesia primitiva sería como sigue: en el entusiasmo escatológico de los primeros días «los doce» serían casi con certeza el centro de la comunidad; naturalmente era así, en virtud de su papel como primeros testigos de Jesús resucitado y como representantes del Israel escatológico (d. 1 Ca 5; Mt 19, 28b; Heh 1, 6. 21 s.) 101. Pero por una razón o por otra su papel central disminuyó y daba la impresión más o menos que había desaparecido; debido posiblemente, en parte al menos, a la materialización originada ante la desaparición del primer brote de entusiasmo escatológico, cuando el fracaso de la parusía 102. En todos los acontecimientos Pedro (y probablemente los hermanos Santiago y Juan) sobresalían como líderes reconocidos. Esto se debía, parcialmente sin duda, a que estuvieron dentro del círculo íntimo de los discípulos de Jesús durante su vida (como aparece en Me 5, 37; 9, 2 ss.; 10, 35 ss.; 14, 33) 103. Pero en el caso de Pedro el factor más significativo sería su primacía como testigo de la resurrección (l Ca 15,5; d. Mt 16, 17 ss.), y la eficacia carismática de su ministerio (d. Heh 4, 8. 31; 5, 3. 9; 8, 14-24; 10, 9 ss.). Las divisiones dentro de la comunidad primitiva, entre hebreos y helenistas, cuya seriedad Lucas pretende esconder, resultó de la aparición de los 7, posiblemente figuras líderes entre los helenistas (Heh 6) 104. Su elección, es preciso notarlo, fue un reconocimiento de su autoridad carismática, más que la institucionalización de un oficio; la plenitud del Espíritu no les faltó antes de la imposición de manos, ni por 10 mismo se les confirió con ella (6, 3. 5. 8. 10). Además, según el sentido más perentorio del griego, fue la multitud de discípulos, y «no los apóstoles», quienes impusieron las manos sobre los siete 10\ y su autoridad no 101. Cf. R. BULTMANN, Theology 1 37. 58 s. 102. E. LoaSE, Ilrsprung und Prdgung. des christlichen Apostolates, TZ 9 (1953) 265-66. 103. Cf. S. G. F. BRANDo, Tbe Fall 01 [erusalem and the Christian Cburcb, SPCK 1951, 48 ss. 104. Véase, por ejemplo, W. L. KNOX, St Paul and the Church 01 [erusalem, Cambridge 1925, 48 s; E. HAENCHEN, Acts 264·69; L. GoP PEI-T, Apostolic Times 53 ss. 105. D. DAUBE, Tbe Neto Testament and Rabbinic [udaism, Londres 1956, 237 ss.
Los comienzos entusiásticos... en Lacas 293 se limitó, ciertamente, a «servir a las mesas»; su autoridad carismática, como se indica a continuación, fue mucho más importante, manifestándose ella misma en la evangelización y en la misión (6, 8 ss.; 8, 4 ss.), como la de sus seguidores helenistas en general (11, 19 ss.) 106. Fue después de la marcha (casi) total de los helenistas de Jerusalén (d. 21, 16), cuando las tendencias institucionalizadoras comenzaron a imponerse fuertemente dentro de la misma Iglesia de Jerusalén. Santiago, el hermano de Jesús, sobresalió en el liderazgo de Jerusalén, y mucho antes se había mostrado como el más distinguido de las tres «columnas apostólicas» (Ca 2,9) 107. Pero ya Pedro había comenzado a desaparecer de la escena, interesándose más por «la misión de la circuncisión» (Ca 2, 8; cf. Hch 12, 17); Juan, de todos modos, nunca impactó mucho con su autoridad, al menos en esta época, en la medida de nuestro conocimiento. En consecuencia, Santiago alcanzó una posición de dominio total (Hch 15, 13 ss.; 21, 18; Ca 2, 12); sin duda, debido en parte a su actitud más conservadora con respecto a la ley, y en parte debido también a su derecho aceptado de haber experimentado una manifestación de la resurrección; probablemente también porque fue el hermano de Jesús 108. En torno a Santiago apareció un círculo de ancianos (11, 30; 15, 2-4. 6. 22 s.; 16, 4; 21, 18; d. St 5, 14); un tipo de administración tomado probablemente del gobierno judío de la Sinagoga 109; aunque en los temas importantes, al parecer, era consultada aún toda la congregación (Ca 2, 2-5; Hch 11, 1. 18; 15, 22; cf. 1 Clem 44, 3; 54, 2). En adelante, Jerusalén se convirtió en el punto fuerte de las fuerzas conservadoras dentro de la Iglesia primitiva, opuestas a la liberación del evangelio y de las estructuras en la misión a los gentiles (Ca 2, 2-5. 11 ss.; 2 Co 10-13; 106. Véase también antes oárr. 27. En otros Iuzares de Hechos la imposición de las manos expresa más bien la autoridad carismática y no tanto una autoridad formal (8, 17 s.; 9, 12. 17; 13, 3; 19, 6; 28, 8). 107. ¿Por qué no nos dice Lucas absolutamente nada sobre la conversión de Santiago y de cómo llegó al liderazgo? Este es uno de los silencios más desconcertantes de Lucas. 108. E. MEYER. Llrsprung 3, 224 ss.; B. H. STREETER, The Primitive Churcb, Macmillari 1930, 38 ss.; d. M. GoGUEL, Birth 110-18. 109. G. BORNKAMM, TDNT 660 s. Sobre la cuestión del posible influjo ejercido 'por Qumran respecto de la organización de la primitiva comunidad, véase J. A. FITZMEYER, [etoisb Christianity 244-50.
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particularmente cap. IV, notas 4 y 5 Y cap. V, nota 36); «los<br />
apóstoles» en 1 Ca 15, 7 son indudablemente un grupo mucho<br />
más amplio «que los doce», y su apostolado consiste primariamente<br />
en la misión, no en «la dirección de los asuntos» de Jerusalén.<br />
Una descripción más precisa del caudillaje de la Iglesia primitiva<br />
sería como sigue: en el entusiasmo escatológico de los<br />
primeros días «los doce» serían casi con certeza el centro de la<br />
comunidad; naturalmente era así, en virtud de su papel como<br />
primeros testigos de Jesús resucitado y como representantes del<br />
Israel escatológico (d. 1 Ca 5; Mt 19, 28b; Heh 1, 6. 21 s.) 101.<br />
Pero por una razón o por otra su papel central disminuyó y<br />
daba la impresión más o menos que había desaparecido; debido<br />
posiblemente, en parte al menos, a la materialización originada<br />
ante la desaparición del primer brote de entusiasmo escatológico,<br />
cuando el fracaso de la parusía 102. En todos los acontecimientos<br />
Pedro (y probablemente los hermanos Santiago y Juan) sobresalían<br />
como líderes reconocidos. Esto se debía, parcialmente sin<br />
duda, a que estuvieron dentro del círculo íntimo de los discípulos<br />
de Jesús durante su vida (como aparece en Me 5, 37; 9, 2 ss.;<br />
10, 35 ss.; 14, 33) 103. Pero en el caso de Pedro el factor más<br />
significativo sería su primacía como testigo de la resurrección<br />
(l Ca 15,5; d. Mt 16, 17 ss.), y la eficacia carismática de su<br />
ministerio (d. Heh 4, 8. 31; 5, 3. 9; 8, 14-24; 10, 9 ss.).<br />
Las divisiones dentro de la comunidad primitiva, entre hebreos<br />
y helenistas, cuya seriedad Lucas pretende esconder, resultó de<br />
la aparición de los 7, posiblemente figuras líderes entre los helenistas<br />
(Heh 6) 104. Su elección, es preciso notarlo, fue un reconocimiento<br />
de su autoridad carismática, más que la institucionalización<br />
de un oficio; la plenitud del Espíritu no les faltó antes de<br />
la imposición de manos, ni por 10 mismo se les confirió con ella<br />
(6, 3. 5. 8. 10). Además, según el sentido más perentorio del<br />
griego, fue la multitud de discípulos, y «no los apóstoles», quienes<br />
impusieron las manos sobre los siete 10\ y su autoridad no<br />
101. Cf. R. BULTMANN, Theology 1 37. 58 s.<br />
102. E. LoaSE, Ilrsprung und Prdgung. des christlichen Apostolates,<br />
TZ 9 (1953) 265-66.<br />
103. Cf. S. G. F. BRANDo, Tbe Fall 01 [erusalem and the Christian<br />
Cburcb, SPCK 1951, 48 ss.<br />
104. Véase, por ejemplo, W. L. KNOX, St Paul and the Church 01<br />
[erusalem, Cambridge 1925, 48 s; E. HAENCHEN, Acts 264·69; L. GoP<br />
PEI-T, Apostolic Times 53 ss.<br />
105. D. DAUBE, Tbe Neto Testament and Rabbinic [udaism, Londres<br />
1956, 237 ss.