JESUS y EL ESPIRITU

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288 Jesús y el Espíritu una visión (9, 12), Y en Tróade ve y oye a «un hombre de Macedonia» en una visión durante la noche (16, 9 s). Ya hemos advertido que Lucas intervino, al menos, en una de estas visiones: la manifestación de Jesús a Pablo en las afueras de Damasco 92. Pero en relación con la mayoría de las visiones y directrices angélicas difícilmente pueden ser desechadas como fabricaciones de Lucas o como composiciones legendarias posteriores. Es completamente probable que los creyentes más primitivos vieron visiones y oyeron voces celestiales (cf. 2 eo 5, 13; 12, 1 y quizá Ca 2, 2). Esto era de esperar sólo en comunidades caracterizadas por el entusiasmo espiritual, como manifiesta claramente la historia religiosa 93. No estamos preparados para determinar más profundamente qué realidad hay detrás, en todas estas visiones diferentes. Debemos quedarnos con la tranquilidad que sea posible desde nuestras propias convicciones de receptores, sabiendo que éstas fueron revelaciones divinas, «encarnadas» y revestidas, en su modo de compresión, con el tipo de su propia cosmología, como era de esperar. Dos aspectos deben de ser comentados. Primero, cuando uno compara las diversas experiencias, particularmente del Espíritu, con las intervenciones y directrices visionarias y angélicas, surge un cuadro de una diversidad casi ilimitada y aparentemente arbitraria. No está del todo claro, por qué fue un ángel el que dirigió primero a Felipe (8, 26) y después el Espíritu (8, 29). Esto sucede también con las visiones en general: ¿por qué a veces se da sólo «una voz», otras veces un ángel, a veces un hombre, otras veces el Señor ( [casi siempre a Pablo! )? No existe ningún modelo en todo esto; ciertamente ningún modelo impuesto por Lucas (d. cap. IV, nota 137). Debemos concluir más bien que se advierte reflejada aquí la diversidad de la experiencia espiritual en las antiguas comunidades; tan rica en su variedad que no pudo ser interpretada y expresada por los primeros cristianos en forma alguna o fórmula standarizada. Lo que podemos y debemos decir es que dentro de esta rica diversidad de experiencia, durante la primera generación entusiástica del cristianismo, la autoridad en orden a la proclamación, a la evangelización, a la cura- 92. El ángel de 12, 7·11 es para Pedro más rae! y tangible (alétbés) de lo que e! Jesús resucitado lo fue para Pablo (12 9; 26, 19). . 93. Véase P. G. S. HOPWOOD 173-77 y antes 'cap. 4, nota 134. La panorámica de E. BENZ) Vision, cap. 8, abarca relatos de visiones de hombres celestes y de Cristo (así como de la Trinidad y del Espíritu Santo).

Los comienzos entusiásticos... en Lucas 289 ción, a la palabra y actuación individuales, y a la miston, fue probablemente la autoridad de la inspiración inmediata, de la convicción personal y de la visión -s-en una palabra-:-, la autoridad carismática. Segundo, Lucas parece tener una gran consideración hacia las visiones extáticas: es notable su función importante en puntos decisivos de la historia primitiva de la Iglesia (9; 10; 11; 16, 9 s.; 22, 17-21; 26, 19 s.). En su relato, los personajes consideran las visiones como legitimación suficiente de sus acciones 94. Evidentemente, Lucas intentó demostrar de la mejor manera posible cómo la profecía de joel se cumplió completamente en la vida carismática de la comunidad primitiva (2, 17), si bien, por este motivo, no hay duda que su descripción está bien fundada, pues en la medida que hubo visiones en las comunidades primitivas, en esa misma medida estaban autorizadas en mayor o menor grado (cf. Ga 2, 2). Donde Lucas está más expuesto nuevamente quizá a la crítica es en su fallo al aceptar el problema de una autoridad basada en las experiencias visionarias (lo que probablemente él pudo haber evitado citando ejemplos apropiados); particularmente el problema de que una autoridad fundada sólo en visiones puede ser objeto de grandes abusos. Sabemos que el problema surgió incisivamente al menos dos veces en el tiempo de la historia de Lucas: los pasajes de 2 Co 12, 1 ss. y Col 2, 18 manifiestan que esto fue un elemento clave en los problemas ante los que se enfrentó Pablo tanto en Corinto como en Calosas (d. pp. 182 ss. y § 46, 1). De aquí la reticencia de Pablo en 2 Co 12, 1 ss. y su desagrado en 1 Co 9, 1 ss. a fundar su autoridad únicamente en su «visión» (d. pp. 444 s.). Por supuesto, hubo conciencia del mismo problema mucho tiempo antes (Jr 23, 25-32) 95. Pero Lucas se alegra al informar sobre la confianza de la Iglesia antigua en las visiones y en las palabras proféticas sin más comentario. 94. Cf. E. BENZ, Paulus als Visionar 11 s. 95. Cf., por ejemplo, OEPKE, TDNT 5, 230 s. El problema de una autoridad que se base en visiones está ejemplificada clásicamente en el montanismo: la creencia de que Pepuza sería el lugar de la Jerusalén celestial tuvo su origen en una visión (véase H. HENNECKE, Apocrypha 2, 687). DONALD GEE, Pentecostal Movement 12, escribe que en el Congreso Pentecostal Internacional de Amsterdam en 1921, una doctrina nueva defendida por predicadores alemanes «fue apoyada con visiones frecuentes de una naturaleza enormemente personal para los presentes y mediante profecías». 19

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en una visión durante la noche (16, 9 s).<br />

Ya hemos advertido que Lucas intervino, al menos, en una<br />

de estas visiones: la manifestación de Jesús a Pablo en las afueras<br />

de Damasco 92. Pero en relación con la mayoría de las visiones<br />

y directrices angélicas difícilmente pueden ser desechadas como<br />

fabricaciones de Lucas o como composiciones legendarias posteriores.<br />

Es completamente probable que los creyentes más primitivos<br />

vieron visiones y oyeron voces celestiales (cf. 2 eo 5, 13;<br />

12, 1 y quizá Ca 2, 2). Esto era de esperar sólo en comunidades<br />

caracterizadas por el entusiasmo espiritual, como manifiesta claramente<br />

la historia religiosa 93. No estamos preparados para determinar<br />

más profundamente qué realidad hay detrás, en todas estas<br />

visiones diferentes. Debemos quedarnos con la tranquilidad que<br />

sea posible desde nuestras propias convicciones de receptores,<br />

sabiendo que éstas fueron revelaciones divinas, «encarnadas» y<br />

revestidas, en su modo de compresión, con el tipo de su propia<br />

cosmología, como era de esperar.<br />

Dos aspectos deben de ser comentados. Primero, cuando uno<br />

compara las diversas experiencias, particularmente del Espíritu,<br />

con las intervenciones y directrices visionarias y angélicas, surge<br />

un cuadro de una diversidad casi ilimitada y aparentemente arbitraria.<br />

No está del todo claro, por qué fue un ángel el que dirigió<br />

primero a Felipe (8, 26) y después el Espíritu (8, 29). Esto<br />

sucede también con las visiones en general: ¿por qué a veces se<br />

da sólo «una voz», otras veces un ángel, a veces un hombre, otras<br />

veces el Señor ( [casi siempre a Pablo! )? No existe ningún modelo<br />

en todo esto; ciertamente ningún modelo impuesto por Lucas<br />

(d. cap. IV, nota 137). Debemos concluir más bien que se<br />

advierte reflejada aquí la diversidad de la experiencia espiritual<br />

en las antiguas comunidades; tan rica en su variedad que no<br />

pudo ser interpretada y expresada por los primeros cristianos en<br />

forma alguna o fórmula standarizada. Lo que podemos y debemos<br />

decir es que dentro de esta rica diversidad de experiencia, durante<br />

la primera generación entusiástica del cristianismo, la autoridad<br />

en orden a la proclamación, a la evangelización, a la cura-<br />

92. El ángel de 12, 7·11 es para Pedro más rae! y tangible (alétbés)<br />

de lo que e! Jesús resucitado lo fue para Pablo (12 9; 26, 19). .<br />

93. Véase P. G. S. HOPWOOD 173-77 y antes 'cap. 4, nota 134. La<br />

panorámica de E. BENZ) Vision, cap. 8, abarca relatos de visiones de hombres<br />

celestes y de Cristo (así como de la Trinidad y del Espíritu Santo).

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