JESUS y EL ESPIRITU

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272 Jesús y el Espíritu cierto es que ellos probablemente recurrieron a Lucas, quien las aceptó como si fueran de gran valor. Reacción que estaría totalmente de acuerdo con su tendencia a convertir los fenómenos de experiencia espiritual en algo más tangible y material 4S. Un ejemplo llamativo de esta tendencia es su insistencia explícita en 19, 9 en que la «intervención de los ángeles fue real» (alethés) y no simplemente una visión (órana). Evidentemente en su deseo de presentar el paralelismo entre los ministerios de Pedro y de Pablo, Lucas ha tenido que emplear un contenido más extenso de material, usando un concepto de milagro más amplio que el que quizá de otro modo hubiera sido necesario. 30.2. La actitud de Lucas hacia los milagros. Tenemos aquí un tema interesante con un número de consecuencias importantes para comprender nosotros a Lucas, y para evaluar su obra. El tratamiento de los milagros en Lucas, ¿es algo ingenuo y carente de discernimiento? a) Dos aspectos parecerían favorecer una respuesta afirrnativa. Primero, Lucas usa la frase «prodigios y señales» de un modo acrítico. Para Lucas «prodigios y señales» parece ser algo digno de presunción; por esta razón usa tanto la expresión. E incluso cuando utiliza la palabra menos espectacular dynámeis, dos veces, únicamente, en referencia a los milagros de la Iglesia naciente, él habla de «eminentes dynámeis» (8, 13) Y de «extraordinarias dynámeis» (19, 11). Su idea parece ser ésta: cuanto más llama la atención el milagro, más grande es su valor propagandístico. Todo esto está en contraste notable con el valor fijado a «señales y prodigios» en cualquiera otra parte del Nuevo Testamento. No sólo usa Lucas la frase más frecuentemente que los demás autores 46, sino que en cualquier otro lugar «señales y prodigios» se refieren casi siempre a algo sospechoso: el tipo espectacular de taumaturgia, en cuanto mercancía más propia de charlatanes y falsos profetas/apóstoles que del siervo de Dios (Me 13, 22/ MI 24, 24; Jn 4, 48; 2 Co 12, 12; 2 Ts 2, 9; d. Ap 13, 13 s.) 47. Sólo en Rm 15, 19 Y en Hb 2, 4 se utiliza la frase 45. Véase antes p. 202 s. y luego párr. 34. 46. Nueve veces en los Hechos; y en todo el resto del NT no aparece sino una única vez. 47. Sobre 2 Co 12; 12 véase después 489 s. Adviértase también que Marcos se escribió probablemente para corregir la idea de «hombre divino» que se daba de Jesús (véase antes párr, 12, 1).

Los comienzos entusiásticos... en Lucas 273 sin connotación alguna negativa, y allí las «señales y prodigios» son asociados específicamente al Espíritu; una asociación que sorprendentemente Lucas no desea enfatizar, a pesar de Hch 2, 19 (aunque probablemente está implicada en 2, 43; 4, 30 s.; y 6, 8) 48. En contraste con la precaucaión de los otros escritores del Nuevo Testamento, por no mencionar a Jesús y algunos escritos del Antiguo Testamento 49, la ostentación acrítica de Lucas sobre los «prodigios y señales», como una presentación de la Iglesia antigua, parece favorecer sobre todo una veneración supersticiosa y pagana de los agüeros y portentos 50. Segundo, e igualmente significativo, es la descripción que hace Lucas de la relación entre milagro y fe. Nosotros vimos en el cap. III (§ 12, 4), cuán importante era la fe para Jesús en el ejercicio de su poder para curar; la actitud de confianza que liberó en él la energía salvadora del Espíritu. Fue, precisamente, esta característica del ministerio de curación de Jesús lo que le situó fuera de los héroes taumatúrgicos del judaísmo y de la literatura helenística. Contrastando esto con los Hechos de Lucas, se advierte que en toda esta serie de prodigios, señales y milagros sorprendentes, sólo se menciona dos veees la fe, y de modo bastante interesante en las curaciones paralelas (Pedro­ Pablo) de paralíticos (3, 16; 14, 9). Pero en el relato real de la primera curación la única fe mencionada es la expectación de limosnas por parte del hombre lisiado (3, 5), Y en el episodio posterior la fe es primariamente fe en el mensaje en cuanto proclamado 51. Por otra parte, Lucas presenta en bastantes ocasiones la fe produciendo la eficacia de los milagros (5, 14; 9, 42; 13, 13; 19, 18). Este es el aspecto de la relación milagrofe que interesa al parecer a Lucas (la publicidad, el valor propagandístico del milagro), lo que se desacredita en cualquier otra parte del Nuevo Testamento (Me 8, 11 s.; Mt 12, 38 s. / Le 11, 16. 29; Jn 2, 23; 4, 48; 20, 29; 2 Co 13, 3 s.). Esto sugiere que Lucas no advirtió ninguna gran necesidad de demostrar lo peculiar del poder dinámico para curar y sanar en el cristianismo primitivo. Por el contrario, él presenta la 48. Cf. E. SCHWEIZER, TDNT 6, 407; también Spirit 01 Power 266. 49. Sobre el empleo de la expresión «signos y prodigios» en el AT, véase J. V. MCCASLAND, Signs and WondeTs, JBL 76 (1957) 149-52. 50. Véase M. WHITTAKER, 'Signs and 1Vonders'; the Pagan Background, en Srudia Evangélica 5, 155s.: más al respecto luego párr. 52, 1. 51. J. ROLOFF, Kerygma 190s. 18

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Jesús y el Espíritu<br />

cierto es que ellos probablemente recurrieron a Lucas, quien las<br />

aceptó como si fueran de gran valor. Reacción que estaría totalmente<br />

de acuerdo con su tendencia a convertir los fenómenos de<br />

experiencia espiritual en algo más tangible y material 4S. Un<br />

ejemplo llamativo de esta tendencia es su insistencia explícita en<br />

19, 9 en que la «intervención de los ángeles fue real» (alethés)<br />

y no simplemente una visión (órana). Evidentemente en su deseo<br />

de presentar el paralelismo entre los ministerios de Pedro y de<br />

Pablo, Lucas ha tenido que emplear un contenido más extenso<br />

de material, usando un concepto de milagro más amplio que el<br />

que quizá de otro modo hubiera sido necesario.<br />

30.2. La actitud de Lucas hacia los milagros. Tenemos aquí<br />

un tema interesante con un número de consecuencias importantes<br />

para comprender nosotros a Lucas, y para evaluar su obra. El<br />

tratamiento de los milagros en Lucas, ¿es algo ingenuo y carente<br />

de discernimiento?<br />

a) Dos aspectos parecerían favorecer una respuesta afirrnativa.<br />

Primero, Lucas usa la frase «prodigios y señales» de un modo<br />

acrítico. Para Lucas «prodigios y señales» parece ser algo digno<br />

de presunción; por esta razón usa tanto la expresión. E incluso<br />

cuando utiliza la palabra menos espectacular dynámeis, dos veces,<br />

únicamente, en referencia a los milagros de la Iglesia naciente,<br />

él habla de «eminentes dynámeis» (8, 13) Y de «extraordinarias<br />

dynámeis» (19, 11). Su idea parece ser ésta: cuanto<br />

más llama la atención el milagro, más grande es su valor propagandístico.<br />

Todo esto está en contraste notable con el valor fijado<br />

a «señales y prodigios» en cualquiera otra parte del Nuevo Testamento.<br />

No sólo usa Lucas la frase más frecuentemente que los<br />

demás autores 46, sino que en cualquier otro lugar «señales y prodigios»<br />

se refieren casi siempre a algo sospechoso: el tipo espectacular<br />

de taumaturgia, en cuanto mercancía más propia de charlatanes<br />

y falsos profetas/apóstoles que del siervo de Dios (Me<br />

13, 22/ MI 24, 24; Jn 4, 48; 2 Co 12, 12; 2 Ts 2, 9; d. Ap<br />

13, 13 s.) 47. Sólo en Rm 15, 19 Y en Hb 2, 4 se utiliza la frase<br />

45. Véase antes p. 202 s. y luego párr. 34.<br />

46. Nueve veces en los Hechos; y en todo el resto del NT no aparece<br />

sino una única vez.<br />

47. Sobre 2 Co 12; 12 véase después 489 s. Adviértase también que<br />

Marcos se escribió probablemente para corregir la idea de «hombre divino»<br />

que se daba de Jesús (véase antes párr, 12, 1).

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