JESUS y EL ESPIRITU

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262 Jesús y el Espíritu d) Otras dos señales del entusiasmo escatológico de la comunidad más primitiva surgen de una pequeña reflexión de los acontecimientos recordados por Lucas. Primera, es evidente en los Hechos que los discípulos se establecieron en Jerusalén y que su culto se centró en el templo. Jerusalén y el templo fueron considerados obviamente como el centro de la nueva comunidad (2, 46; 3, 1 ss.; 5, 12. 20 s. 25. 42). ¿Por qué volvieron los discípulos de Galilea a Jerusalén? ¿Por qué los hombres de Galilea abandonaron tan completamente aquella zona de Palestina donde Jesús había tenido tanto éxito y había sido tan popular? ¿Por qué permanecieron tan exclusivamente en Jerusalén? La respuesta más obvia es que ellos esperaban el cumplimiento de las otras profecías referentes a los «últimos días», particularmente 15 2, 2 s. y Mi 4, 1 s., que hablaban de las naciones del mundo, corriendo hacia el Monte Sión en los últimos días para salvarse, antes del final (cf. Mt 8, 11; Le 13, 29). De modo similar, su continuada fidelidad al templo debe de explicarse, al menos parcialmente, por su esperanza en que el templo sería el centro de la renovación total y final del culto y de la consumación última de los tiempos (Is 56, 7; MI 3, 1). Se trataría de una esperanza que probablemente ellos heredaron de alguna manera de Jesús (Me 11, 17; 14,58) 12. Esto se confirma con muestras evidentes de que la comunidad más primitiva se consideraba como el climax del judaísmo: el Israel escatológico; «los doce» con su papel escatológico anticipado como jueces de Israel (Mt 19, 28b; Le 22, 30b) 13; la «última cena» considerada como la institución del Nuevo Testamento (Me 14, 22-25 Y par.; 1 Co 11, 23 ss.) 14; el uso de Ekklesía (pueblo de Dios) 15; la actitud orientada a Israel expresada en Heh 1, 6. 21 s.; 3, 25; Y la restricción permanente de la misión a los judíos en vista únicamente a la venida inminente del Hijo del Hombre (Mt 10, 5b-6. 23; 15, 24) 16. 12. Sobre 11, 17 véase antes p. 41 Y nota 15; sobre 14, 58 véase después p. 300. 13. R. BULTMANN, Tradition 158; Todt 62 ss.; d. GOPPELT, Apostollc Times 29. 14. A propósito del debate sobre el origen y carácter de la Cena del Señor, véase especialmente E. SCHWEIZER, Abendmabl, RGG 31, revisadas en Tbe Lord's Supper according to tbe New Testament , ET Fortress 1967; véase también después párr. 33, 1. 15. W. G. KÜMMEL, Kircbenbegriff 19-25; también Tbeology 128 ss.; R. BULTMANN, Tbeology 1 37 s.; J, JEREMIAS, Tbeology 1 167 s. 16. Véase L. GOPPELT, Apostolic Times 24 s.

Los comienzos entusiásticos... en Lucas 263 e) Finalmente, podemos dirigir la atención a la así llamada «comunidad de bienes», descrita por Lucas en Hch 2, 44 s.; 4, 32-37. De hecho, 10 que Lucas describe es un fondo común (pobre), establecido y mantenido durante algún tiempo por miernbros de la comunidad, que vendieron posesiones y entregaron parte o todo el dinero obtenido 17. No debemos dudar de la historicidad esencial de este aspecto del relato de Lucas. El descontento y división implicados en Hch 6, 1 difícilmente fue una invención de Lucas; y Bernabé (4, 36 s.) es mencionado, en particular, no por ser alguien fuera de 10 común 18, sino sencillamente porque fue el primer converso notable, o también porque fue un gran hacendado cuya donación pudo ser la contribución más grande a la caja común 19. Por ora parte, conocemos algo parecido a la «comunidad de bienes» en Qurnrán (d. p. 265 s.). También podemos decir que el relato de Lucas no implica que todos contribuyeran, pues muchos de aquellos que habían abandonado su base de vida en Galilea serían pobres. He aquí el motivo de la necesidad del fondo común al principio. Probablemente la mayoría contribuyó con algo; de otro modo, Ananías no habría sentido la necesidad de hacerlo (5,1-11; d. p. 166)20. Algo que debe de ser subrayado aquí es que la «comunidad de bienes» se explica mejor como una expresión natural del entusiasmo espiritual de los primeros discípulos, quienes esperaban la consumación inminente. También esto manifiesta un sentido de comunidad, aunque nunca un propósito de establecer una S0 ciedad «comunista» permanente o cualquiera otra cosa del género. La esencia del comunismo es la propiedad común de los medios de producción. Pero estos primeros cristianos no se interesaron en absoluto por los «medios de producción». ¡Ellos vendieron sus bienes capitales! "La «comunidad de bienes», con otras palabras, probablemente fue intentada sólo, para poco tiempo, como un recurso temporal para ayudarles a superar la espera del retorno del Hijo del Hombre. En estas circunstancias fue una expresión conmovedora de amor y mutuo interés, aunque el silencio de Lucas sobre la motivación principal que existía en el 17. Adviértase el imperfecto de 2, 44 s., «acostumbraban a vender», es decir, no es que se tratara de mucho, sino, como escribe CADBURY­ LI\KE. Beginninngs 4, 29: «iban vendiendo conforme necesitaban más dinero. Seguían una actuación de venta de posesiones». 18. Contra E. HAENCHEN, Acts 233. 19. A. EHRHARDT, The Acts 01 tbe Apostles, Manchester 1969, 20 s. 20. L. GOPPELT, Apostolic Times 49 s.

262<br />

Jesús y el Espíritu<br />

d) Otras dos señales del entusiasmo escatológico de la comunidad<br />

más primitiva surgen de una pequeña reflexión de los acontecimientos<br />

recordados por Lucas. Primera, es evidente en los<br />

Hechos que los discípulos se establecieron en Jerusalén y que su<br />

culto se centró en el templo. Jerusalén y el templo fueron considerados<br />

obviamente como el centro de la nueva comunidad (2,<br />

46; 3, 1 ss.; 5, 12. 20 s. 25. 42). ¿Por qué volvieron los discípulos<br />

de Galilea a Jerusalén? ¿Por qué los hombres de Galilea<br />

abandonaron tan completamente aquella zona de Palestina donde<br />

Jesús había tenido tanto éxito y había sido tan popular? ¿Por<br />

qué permanecieron tan exclusivamente en Jerusalén? La respuesta<br />

más obvia es que ellos esperaban el cumplimiento de las<br />

otras profecías referentes a los «últimos días», particularmente<br />

15 2, 2 s. y Mi 4, 1 s., que hablaban de las naciones del mundo,<br />

corriendo hacia el Monte Sión en los últimos días para salvarse,<br />

antes del final (cf. Mt 8, 11; Le 13, 29). De modo similar, su<br />

continuada fidelidad al templo debe de explicarse, al menos parcialmente,<br />

por su esperanza en que el templo sería el centro de<br />

la renovación total y final del culto y de la consumación última<br />

de los tiempos (Is 56, 7; MI 3, 1). Se trataría de una esperanza<br />

que probablemente ellos heredaron de alguna manera de Jesús<br />

(Me 11, 17; 14,58) 12. Esto se confirma con muestras evidentes<br />

de que la comunidad más primitiva se consideraba como el climax<br />

del judaísmo: el Israel escatológico; «los doce» con su papel<br />

escatológico anticipado como jueces de Israel (Mt 19, 28b; Le<br />

22, 30b) 13; la «última cena» considerada como la institución del<br />

Nuevo Testamento (Me 14, 22-25 Y par.; 1 Co 11, 23 ss.) 14;<br />

el uso de Ekklesía (pueblo de Dios) 15; la actitud orientada a<br />

Israel expresada en Heh 1, 6. 21 s.; 3, 25; Y la restricción permanente<br />

de la misión a los judíos en vista únicamente a la venida<br />

inminente del Hijo del Hombre (Mt 10, 5b-6. 23; 15, 24) 16.<br />

12. Sobre 11, 17 véase antes p. 41 Y nota 15; sobre 14, 58 véase<br />

después p. 300.<br />

13. R. BULTMANN, Tradition 158; Todt 62 ss.; d. GOPP<strong>EL</strong>T, Apostollc<br />

Times 29.<br />

14. A propósito del debate sobre el origen y carácter de la Cena<br />

del Señor, véase especialmente E. SCHWEIZER, Abendmabl, RGG 31, revisadas<br />

en Tbe Lord's Supper according to tbe New Testament , ET Fortress<br />

1967; véase también después párr. 33, 1.<br />

15. W. G. KÜMM<strong>EL</strong>, Kircbenbegriff 19-25; también Tbeology 128 ss.;<br />

R. BULTMANN, Tbeology 1 37 s.; J, JEREMIAS, Tbeology 1 167 s.<br />

16. Véase L. GOPP<strong>EL</strong>T, Apostolic Times 24 s.

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