JESUS y EL ESPIRITU
JESUS y EL ESPIRITU JESUS y EL ESPIRITU
242 Jesús y el Espíritu Esto, ciertamente, no es imposible, pues es lógico que los discípulos se reunieran en una casa apropiada antes de ir en grupo (¿por seguridad?) al templo 51. La cuestión, por otra parte, tiene poca importancia. ¿Qué sucedió? La respuesta, exigida por el relato y adecuada a las circunstancias, es una experiencia extátíca colectiva, cuyas característícas principales fueron dos: los elementos referentes a la visión y al auditorio, y el discurso extátíco o la glosolalia. 26.2. La visión colectiva. Las visiones son corrientes en la historia de las religiones, relacionadas frecuentemente con un auditorio; en particular, visiones con fenómenos luminosos (por ejemplo, Ez 1,4 ss.; Mc 9,2 s. y par.; 2 Co 4, 6) 52. Las visiones colectivas están también muy atestiguadas 53, y una visión semejante no sería extraña en el estado de excitación que debió haber dominado al grupo de los discípulos en aquel momento. La señal de imprecisión (2, 2-3: «como el de un viento que sopla impetuosamente»; «como de fuego») no es rara en esta clase de visiones 54; aunque Lucas dice «lenguas como de fuego», no «como lenguas de fuego» (puede ser un ejemplo de esta tendencia suya a insistir en la objetividad de la experiencia) 55. Su descripción actual no va más allá de una experiencia visionaria (óphthesan). El dato del auditorio no incluye la audición de palabras, como en las visiones individuales de los profetas del Antiguo Testamento, y en cualquiera de los escrito de Lucas (Lc 3, 22; 9, 35; Hch 9, 4 ss. 10 ss. 10, 13 ss., etc.). Pero un sonido difuso es más normal en una visión colectiva, y no necesitamos dar por cierto que Lucas sustituyera las palabras divinamente pronunciadas por 51. Véase, además, N. ADLER, Piingstíes: 126-32; F. F. BRUCE, Book 01 Acts 55 s. 52. Véase antes cap. 4, nota 134. 53. J. LINDBLOM, Gesicbte 109, nota 44. DONALD GEE, Tbe Pentecostal Movement, Elim, revisada 1949, 92, habla de una sorprendente visión en Llanelly, en el sur de Gales, dos semanas antes de la Primera Guerra Mundial: en primer lugar apareció la cabeza de un cordero que tras unos 15 minutos «se transformó en la casa de nuestro Señor. La casa era de extraordinaria belleza, con una expresión de tristeza pero llena de gloria... La visión se mantuvo en la pared durante varias horas y la vieron centenares de gente, que se reunieron para contemplar algo tan asomo brasa». . 54. Cí, J. LINDBLOM, Prophecy 134. 55. Véase también SCHWEIZER, TDNT 6, 406 s.; J. KREMER. Pjingstbericbt 108. 216; HÚLL, Hellenistic Magic 87-96.
Pentecostés 243 la glosolalia de los discípulos. Entonces, fundados en la historia de las religiones, no hay razón para dudar que Lucas se basa aquí en una buena tradición. No obstante, podría argüirse que Lucas construyó la visión sin elementos simbólicos apropiados para esta ocasión. Tanto el viento como el fuego eran realidades típicas en las teofanías dentro de la tradición judía 56; en particular, el «viento» era una analogía familiar para el pneuma divino 57, y el fuego sobresale en las tradiciones referentes al Sinaí 58. Otra opción es que la tradición de la amenaza del Bautista con el próximo bautismo en pneuma y fuego (Le 3, 16) pudo haber sugerido los elementos de la visión a Lucas 59. Pero, como ya advertimos, no existen indicios de que Lucas estuviera influido por la tradición del Sinaí; el ásper y el óseí (como un viento, como fuego) lo contradicen, y la forma de la visión (particularmente, las lenguas «divididas sobre ellos... ») no tiene paralelo real alguno en los pasajes de Filón, a los que alude Haenchen (d. nota 18). Del mismo modo, también debe juzgarse como improbable que los elementos de la visión estuvieran determinados por la profecía del Bautista, pues según opina Lucas, Jesús había reinterpretado ya radicalmente aquella profecía (Le 12, 49 s.; Heh 1, 5) oo. Por supuesto, es sicológicamente natural que una experiencia del Espíritu Santo estuviera acompañada por una visión cuyo contenido fuera apropiado a la experiencia. Esto, ciertamente, bien puede decirnos algo acerca de la donación divina de la misma experiencia. Pues, si nuestra reconstrucción del estado de espera de los discípulos antes de la experiencia es correcta, y si 56. ]. KREMER, Piingstbericbt 102. 113 S.; viento: 1 R 19, 11; 1s 66, 15; 4 Esd 13, 10; fuego: Ex 3, 2 SS.; 13, 21; 14, 24; 19, 18; 24, 17; Nm 14, 14; lc 6, 21; 1 R 18,38; 1s 6, 6; Ez 1, 13.27; Dn 7, 9 s. Para los paralelismos rabínicos véase]. ABELSON, The l mmanence 01 God in Rabbinieal Literaiure, Macmillan 1912, 213-19. 57. pneúma significa viento, aliento y espíritu. 58. E. HAENCHEN, Aets 174. 59. Cf. SCHNEIDER, TDNT 6. 411. 60. Cf. J. D. G. DUNN, Baptism 41 ss. Estas palabras atribuidas al Jesús resucitado están tan profundamente entrelazadas en el esquema y reflexión teológica de Lucas sobre los encuentros de resurrección que por desgracia no nos permiten emplearlas como prueba de la espera pre-pentecostal de los discípulos. La promesa más cierta del Espíritu por parte del Jesús histórico (Me 13, 11; párr. 14, 38) es la que les hizo de que los inspiraría cuando fueran llevados a los tribunales durante la persecución (final). Véase antes p. 151 s.
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poca importancia.<br />
¿Qué sucedió? La respuesta, exigida por el relato y adecuada<br />
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no sería extraña en el estado de excitación que debió haber<br />
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54; aunque Lucas dice «lenguas como de fuego», no «como<br />
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actual no va más allá de una experiencia visionaria (óphthesan).<br />
El dato del auditorio no incluye la audición de palabras, como en<br />
las visiones individuales de los profetas del Antiguo Testamento,<br />
y en cualquiera de los escrito de Lucas (Lc 3, 22; 9, 35; Hch<br />
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51. Véase, además, N. ADLER, Piingstíes: 126-32; F. F. BRUCE, Book<br />
01 Acts 55 s.<br />
52. Véase antes cap. 4, nota 134.<br />
53. J. LINDBLOM, Gesicbte 109, nota 44. DONALD GEE, Tbe Pentecostal<br />
Movement, Elim, revisada 1949, 92, habla de una sorprendente visión<br />
en Llanelly, en el sur de Gales, dos semanas antes de la Primera Guerra<br />
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centenares de gente, que se reunieron para contemplar algo tan asomo<br />
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54. Cí, J. LINDBLOM, Prophecy 134.<br />
55. Véase también SCHWEIZER, TDNT 6, 406 s.; J. KREMER. Pjingstbericbt<br />
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