JESUS y EL ESPIRITU

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216 Jesús y el Espíritu a usarla como kerigma debe proceder de alguna manera del mismo Pedro, y no dudaríamos en que Pedro la remonta, al menos en parte, a la misma manifestación. 4) Es también pertinente recordar que aquellos que fueron reconocidos como líderes dentro de la cristiandad primitiva debieron indudablemente su caudillaje al hecho de que Jesús resucitado se manifestó a ellos (Pedro, «los doce», Santiago, los Apóstoles, Pablo). El encargo del liderazgo, es decir, tomar iniciativas y ser portavoz, debe haber sido aceptado como una parte esencial de estas manifestaciones, desde el principio 5. Aunque nuestra presente descripción aparezca confusa a la hora de ubicar las diversas manifestaciones de la resurrección, es posiblemente cierto que existieron manifestaciones en Galilea 143, después de las cuales los que las expet'imentaron volvieron a Jerusalén. Probablemente esta decisión de volver a Jerusalén fue motivada por las manifestaciones en Galilea, entendidas como un mandato de proclamar la victoria de Jesús y de esperar su triunfo inminente 144. Es decir, el movimiento de Galilea a Jerusalén, probablemente, fue el resultado y la expresión de alguna forma de conmoción escatológica motivada por Pablo en su misión a los gentiles (d. más adelante, pp. 227 s., 232 s. y § 29). Nosotros no podemos completar la consideración de este tema hasta que hayamos examinado la tradición de Pentecostés (Hch 2). Pero podemos resumir lo anterior diciendo que en muchos casos la experiencia de ver a Jesús resucitado de entre los muertos fue también el comienzo de una urgencia para hacer conocer el acontecimiento de su resurrecián. Pero no todas las experiencias tuvieron su efecto, al menos en la misma medida: los «más de 500 hermanos» (l eo 15, 6) pudieron ser reconocidos como testigos, pero no todos fueron predicadores o apóstoles. De este modo, probablemente, una parte de la ambigüedad de las primeras experiencias consistió en que algunos no fueron capaces de guardar su experiencia para sí mismos, creyendo que. Jesús deseaba que ellos proclamaran su resurrección como señal del final, mientras que otros respondieron de un modo más callado, menos manifiesto, creyendo, quizás, que el propósito de las 143. Es mucho más natural la idea de que Lucas alteró la tradición para excluir las apariciones en Galilea que no su contrario, es decir, que la tradición sobre las apariciones en Galilea sea algo tardío. Véase después p. 225 y lo mencionado ya en nota 140. 144. Cf. H. Grass 254.

Manifestaciones de la Resurreccián 217 manifestaciones de Jesús fue simplemente asegurar a sus discípulos que él había vencido la muerte (d. Le 24, 13·43; In 20, 26-29). Pero aquellos que sobresalieron como líderes en la pequeña secta llegaron a convencerse que Jesús resucitado les había enviado personalmente, y su convicción fue aceptada por los demás. No podemos decidir con gran claridad, si la convicción llegó inicialmente a través de la audición en su primera experiencia, o a través de una convicción interior; en cualquiera de los casos, ellos la reconocieron como la voz de Jesús glorificado. Es probablemente cierto que la convicción inicial fue elaborada a la luz de la inspiración y revelación más plenas de los días siguientes (cf. § 27, 1). Pero también es posible que cualquier impulso en orden a la misión existente entre los testigos más primitivos, estuviera íntegramente enraizada para ellos, como para Pablo, en las mismas manifestaciones. 22.3. Las características de las manifestaciones más primitivas. La cuestión que nosotros planteamos al principio de esta sección fue si las manifestaciones más primitivas se diferenciaban de la manifestación a Pablo. La respuesta exigida por la evidencia es que fueron idénticas y diferentes; idénticas, porque fue la misma realidad la que ellos encontraron, Jesús resucitado de entre los muertos; diferentes, porque su manifestación provocó un impacto diferente en los distintos individuos con quienes él se encontró. Unos estuvieron tan dominados por el miedo y el terror ante 10 inesperado y numinoso de la experiencia que al principio no supieron del todo qué hacer con ella, y su intento de conceptualización causó sólo confusión e incredulidad. Otros no hallaron nada sobre su experiencia, excepto para afirmar que habían visto a Jesús; tal vez porque el intento de expresar su experiencia con palabras fue 10 único que ellos no pudieron o no quisieron hacer. En el caso de Pedro, en particular, debemos presumir que la fuerza de su convicción y el cambio manifiesto en su comportamiento y vida fueron tales como para dar su testimonio, impulsando el poder por sí mismo. Pero la fe de los otros discípulos no dependió del testimonio único de Pedro 145. Los otros también vieron a Jesús, unos con una viveza tal de reconocimiento que la sola visión de Jesús fue suficiente; otros con una convicción basada tanto en la voz 145. Contra W. MARXSEN, Resurrectio» 89·96.

216 Jesús y el Espíritu<br />

a usarla como kerigma debe proceder de alguna manera del mismo<br />

Pedro, y no dudaríamos en que Pedro la remonta, al menos<br />

en parte, a la misma manifestación. 4) Es también pertinente<br />

recordar que aquellos que fueron reconocidos como líderes dentro<br />

de la cristiandad primitiva debieron indudablemente su caudillaje<br />

al hecho de que Jesús resucitado se manifestó a ellos (Pedro,<br />

«los doce», Santiago, los Apóstoles, Pablo). El encargo del<br />

liderazgo, es decir, tomar iniciativas y ser portavoz, debe haber<br />

sido aceptado como una parte esencial de estas manifestaciones,<br />

desde el principio 5. Aunque nuestra presente descripción aparezca<br />

confusa a la hora de ubicar las diversas manifestaciones de la<br />

resurrección, es posiblemente cierto que existieron manifestaciones<br />

en Galilea 143, después de las cuales los que las expet'imentaron<br />

volvieron a Jerusalén. Probablemente esta decisión de volver<br />

a Jerusalén fue motivada por las manifestaciones en Galilea,<br />

entendidas como un mandato de proclamar la victoria de Jesús y<br />

de esperar su triunfo inminente 144. Es decir, el movimiento de<br />

Galilea a Jerusalén, probablemente, fue el resultado y la expresión<br />

de alguna forma de conmoción escatológica motivada por<br />

Pablo en su misión a los gentiles (d. más adelante, pp. 227 s.,<br />

232 s. y § 29).<br />

Nosotros no podemos completar la consideración de este tema<br />

hasta que hayamos examinado la tradición de Pentecostés (Hch<br />

2). Pero podemos resumir lo anterior diciendo que en muchos<br />

casos la experiencia de ver a Jesús resucitado de entre los muertos<br />

fue también el comienzo de una urgencia para hacer conocer el<br />

acontecimiento de su resurrecián. Pero no todas las experiencias<br />

tuvieron su efecto, al menos en la misma medida: los «más de<br />

500 hermanos» (l eo 15, 6) pudieron ser reconocidos como testigos,<br />

pero no todos fueron predicadores o apóstoles. De este<br />

modo, probablemente, una parte de la ambigüedad de las primeras<br />

experiencias consistió en que algunos no fueron capaces<br />

de guardar su experiencia para sí mismos, creyendo que. Jesús<br />

deseaba que ellos proclamaran su resurrección como señal del<br />

final, mientras que otros respondieron de un modo más callado,<br />

menos manifiesto, creyendo, quizás, que el propósito de las<br />

143. Es mucho más natural la idea de que Lucas alteró la tradición<br />

para excluir las apariciones en Galilea que no su contrario, es decir, que<br />

la tradición sobre las apariciones en Galilea sea algo tardío. Véase después<br />

p. 225 y lo mencionado ya en nota 140.<br />

144. Cf. H. Grass 254.

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