JESUS y EL ESPIRITU

Manifestaciones de la Resurrecciá» 203
deo, 10 resolvió metiendo una cuña entre sarx y sóma; desvió
exclusivamente hacia la «carne» la aversión helenística hacia 10
material y con éxito neutralizó el concepto «cuerpo», de modo
que éste pudiera ser usado en ambos sentidos de la antitesis,
entre «espíritu» y «carne», o «espíritu» y «alma». Así la resurrección,
incluyendo la resurrección de Jesús, podría ser presentada
no como una restauración de lo físico, sino como una
transformación, un modo de existencia completamente nuevo;
como cuerpo espiritual (soma pneumatikón) en contraste con el
cuerpo natural (soma psyjikón). De este modo, desarrollando esta
clara distinción entre «carne» y «cuerpo», Pablo fue capaz de ir
haciendo más inteligible, de alguna manera, el concepto de resurrección
al lector griego más sofisticado, mientras que al mismo
tiempo conservaba la importante comprensión hebrea de la resurrección
como resurrección de todo el hombre 112.
Si la segunda etapa en el desarrollo de la comprensión cristiana
de la resurrección fue un abandono de la idea de la resurrección
física 113, la tercera etapa estuvo marcada por una oscilación
pendular en la otra dirección; una reafirmación de la
perspectiva física más primitiva, en contra del compromiso espiritualizante
de Pablo. Esto se advierte muy claramente en los
relatos lucanos de las manifestaciones de la resurrección (d. §
21,1). Con todo, las narraciones de Lucas sobre la resurrección
no pueden ser consideradas simplemente como una vuelta a la
conceptualización primitiva de la condición de la resurrección de
Jesús. Más bien deben de ser entendidas como una acentuación
realzada y deliberada de la tangibilidad física de la resurrección
corporal de Jesús (d. particularmente, Le 24, 39-43; Hch 1, 9­
11) 114. Incluso un erudito tan conservador como J. Denney reconoció:
«(Puesto que) Lucas en todas partes manifiesta una ten-
112. Véase, además, DUNN, CSNT 128 ss. Carece de profundidad en
este punto la exposición de SPORLEIN.
113. La narración de Marcos sobre el sepulcro vacío es posiblemente
una variante más sobre el tema - se referiría a un «traslado» y no tanto
a una «resurrección»; véase E. BICKERMANN, Das leer Grab, ZNW 23
(1924) 281-92; M. GOGUEL, La foi ala résurrection de [ésus dans le cbristianisme
primiti], París 1933, 213-33; N. Q. HAMILTON, Resurrection Tradition
and tbe Composition of Mark, JBL 84 (1965) 415-21; también ]esus
[or a No-God World, Westminster 1969, 50 ss.; WEEDEN, Mark
106 ss,
114. Véase también G. LOHFINK, Die Himmeljabrt [esos, Munich
1971, ante todo, 251 ss.