JESUS y EL ESPIRITU

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182 Jesús y el Espíritu para Pablo la manifestación visible de Dios (2 Co 3, 18; 4, 4); fue todo lo que podía ser visto por la visión humana de Jesús resucitado, en su nuevo modo de existencia, su nueva encarnación, «su cuerpo de gloria» (Flp 3, 21). 19.2. La realidad de la manifestación a Pablo. Entonces, ¿cuál fue la condición de 10 que vio Pablo? ¿Estuvo Jesús «allí», vivo, dándose a conocer él mismo a Pablo? O simplemente ¿señaló la experiencia de Damasco «el momento cuando la realidad compleja e inconsciente del cristianismo se abrió a la consciencia?» 46. Aunque esta cuestión es crucial no es posible demostrar cualquier respuesta. Los fenómenos religiosos son notoriamente ambiguos, y aquí no es diferente. Quienes optan por el primer punto de vista no pueden excluir la posibilidad de estar equivocados; que la experiencia de Pablo fuera después de todo «mental». Pero aquellos que optan por el último punto de vista tampoco pueden excluir la posibilidad de que estén equivocados, que la explicación sicológica de Pablo ilumine sólo el mecanismo mental del sujeto, sin ofrecer una explicación completa o exhaustiva de todo lo que sucedió en el camino de Damasco 47. Lo que nosotros podemos decir con más seguridad es que el mismo Pablo estaba convencido de que 10 que él vio fue exterior a él; fue Jesús resucitado, en un nuevo modo de existencia (cuerpo espiritual). Esto es lo que aparece en el uso de opbtbe en Pablo (la forma pasiva indicando que la iniciativa del ver no se extendía al ver él, sino a lo visto); él se me apareció, se me manifestó a (dativo), no el fue visto por (ypó). «Es el que se aparece quien actúa; la persona que recibe la manifestación es pasiva; él experimenta la manifestación. En este sentido, semejante experiencia significa la acción de ver algo que es concedido ver al vidente» 48. 46. C. G. ]UNG, Contributions to Ana/yt¡eal Psycbology, ET 1945, 257, citado por C. S. C. WILLIAMS, Acts, A. & C. Black 1957, 123; d. GOGUEL, Birth 81-86. 47. Cf. W. PANNERNBERG, [esus 95: «En nuestro contexto el término 'visión' únicamente puede indicar algo sobre el modo subjetivo de la experiencia y no sobre la realidad de un acontecimiento experimentado de esta manera»; así W. G. KÜMMEL, Theology 102. Cf. también N. SMART, Tbe Pbenomenon of Religion, Macmillan 1973, 132·36. 48. U. WILCKEANS, Tbe Tradition-History of tbe Resurrection oi Jesus, en Tbe Significance of tbe Message of tbe Resurrection [or Faitb in [esus Cbrist, ed. C. F. D. MOULE, ET SCM Press 1968, 67; véase tamo bién J. ROLOFF, Apostolat 48 s.; Blank 157ss.; G. O'COLLINS, The Easter [esus, Darton, Longman & Todd 1973, 7 s.

Manifestacíones de la Resurreccián 183 Del mismo modo, la frase «la revelación de Jesucristo» en Ca 1, 12 no significa claramente «la revelación dada por Iesucristo», sino «la revelación que es el mismo Jesucristo»; pues cuando Pablo se ocupa nuevamente del pensamiento en 1, 15 s. él explica que «la revelación de Jesucristo» fue concedida a él en orden a que pudiera predicar a Cristo Jesús entre los gentiles. Cristo mismo es el evangelio. Lo que fue revelado a él fue el evangelio, es decir, Jesucristo, es decir, Jesús resucitado, Jesús en cuanto Hijo, como agente de la salvación escatológica, y de todas las consecuencias que se siguieron de ahí 49. Pablo, entonces, estaba convencido de que Jesús se apareció a él resucitado. El no fue capaz de afirmar más que lo escueto de la experiencia: «Yo ví a Jesús»; pero lo que fue capaz de afirmar en buena conciencia. Volviendo a nuestro cuestión actual, aquí debe situarse parte de nuestra respuesta. Lo distintivo de la experiencia de la conversión de Pablo consistió, al menos en parte, en su visión de Jesús; una visión a nivel visionario; pero, sin embargo, para Pablo fue una percepción real y un encuentro con Jesús, aunque en un nivel de existencia que no puede ser presentado dentro de las limitaciones de la descripción visual so. Esta exigencia de Pablo no puede abandonarse como si fuera un pleito particular, que parece haber sido aceptado sin ninguna discusión seria por parte de «las columnas de los apóstoles» (Ca 2, 9) 51; Y ciertamente Pablo puede equiparar su ophthénai con las otras sin haber discutido la cuestión, ni haberse entregado a polémicas en el pasaje clave (1 Ca 15, 5·8). La manifestación fue, para estar seguros, un «acto de revelación»; pero lo que fue «revelado» era el mismo Jesucristo (Ca 1, 12. 15 s.). La afirmación de un elemento distintivo de visión en su experiencia de conversión tampoco puede ser abandonado como típico de la arbitraria pretensión elitista del extático. Pablo se familiarizó con las experiencias espirituales iniciadas por la proclama. ción del evangelio y discursos inspirados (l Co 2, 4 s.; 14, 24 s.; Ca 3, 2·5; 1 Ts 1, 5 s.). El se familiarizó con «visiones y revelaciones» (2 Ca 12, 1), Y podía competir con las pretensiones de los apóstoles extáticos de Corinto en cada situación. El no fue 49. Véase, además, D. LÜHRMANN, Offenbarung 75-80. 50. Se puede dudar de si la fórmula «visión objetiva» es la que mejor resume el hecho de visión/aparición; véase J. KREMER, Das altestt Zeugnis uon del' Auferstehung Cbristi, Stuttgart 31970, 61 ss. 51. Cf. W. G. KÜMMEL, Kirchensbegr;ff 9.

Manifestacíones de la Resurreccián 183<br />

Del mismo modo, la frase «la revelación de Jesucristo» en<br />

Ca 1, 12 no significa claramente «la revelación dada por Iesucristo»,<br />

sino «la revelación que es el mismo Jesucristo»; pues<br />

cuando Pablo se ocupa nuevamente del pensamiento en 1, 15 s.<br />

él explica que «la revelación de Jesucristo» fue concedida a él en<br />

orden a que pudiera predicar a Cristo Jesús entre los gentiles.<br />

Cristo mismo es el evangelio. Lo que fue revelado a él fue el<br />

evangelio, es decir, Jesucristo, es decir, Jesús resucitado, Jesús<br />

en cuanto Hijo, como agente de la salvación escatológica, y de<br />

todas las consecuencias que se siguieron de ahí 49.<br />

Pablo, entonces, estaba convencido de que Jesús se apareció<br />

a él resucitado. El no fue capaz de afirmar más que lo escueto<br />

de la experiencia: «Yo ví a Jesús»; pero lo que fue capaz de<br />

afirmar en buena conciencia. Volviendo a nuestro cuestión actual,<br />

aquí debe situarse parte de nuestra respuesta. Lo distintivo de<br />

la experiencia de la conversión de Pablo consistió, al menos en<br />

parte, en su visión de Jesús; una visión a nivel visionario; pero,<br />

sin embargo, para Pablo fue una percepción real y un encuentro<br />

con Jesús, aunque en un nivel de existencia que no puede ser<br />

presentado dentro de las limitaciones de la descripción visual so.<br />

Esta exigencia de Pablo no puede abandonarse como si fuera<br />

un pleito particular, que parece haber sido aceptado sin ninguna<br />

discusión seria por parte de «las columnas de los apóstoles» (Ca<br />

2, 9) 51; Y ciertamente Pablo puede equiparar su ophthénai con<br />

las otras sin haber discutido la cuestión, ni haberse entregado a<br />

polémicas en el pasaje clave (1 Ca 15, 5·8). La manifestación<br />

fue, para estar seguros, un «acto de revelación»; pero lo que<br />

fue «revelado» era el mismo Jesucristo (Ca 1, 12. 15 s.).<br />

La afirmación de un elemento distintivo de visión en su experiencia<br />

de conversión tampoco puede ser abandonado como típico<br />

de la arbitraria pretensión elitista del extático. Pablo se familiarizó<br />

con las experiencias espirituales iniciadas por la proclama.<br />

ción del evangelio y discursos inspirados (l Co 2, 4 s.; 14, 24 s.;<br />

Ca 3, 2·5; 1 Ts 1, 5 s.). El se familiarizó con «visiones y revelaciones»<br />

(2 Ca 12, 1), Y podía competir con las pretensiones de<br />

los apóstoles extáticos de Corinto en cada situación. El no fue<br />

49. Véase, además, D. LÜHRMANN, Offenbarung 75-80.<br />

50. Se puede dudar de si la fórmula «visión objetiva» es la que<br />

mejor resume el hecho de visión/aparición; véase J. KREMER, Das altestt<br />

Zeugnis uon del' Auferstehung Cbristi, Stuttgart 31970, 61 ss.<br />

51. Cf. W. G. KÜMM<strong>EL</strong>, Kirchensbegr;ff 9.

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