JESUS y EL ESPIRITU

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168 Jesús y el Espíritu La segunda razón por la que empezamos con Pablo es por qué sólo en él encontramos un relato de primera mano sobre la manifestación de la resurrección. No importa que en las fuentes primitivas sirva de base a los capítulos finales de los evangelios; nosotros no podemos tener ninguna certidumbre de que ellos presenten relatos de testigos oculares. Sólo en el caso de Pablo tenemos acceso inmediato a un testigo semejante. «El último de todos ... se apareció también a mí» (l Co 15, 8). Por otra parte, además de 1 Co 15 existen otras alusiones y referencias que iluminan plenamente su experiencia en la conversión. Los pasajes pertinentes para nuestro estudio por consiguiente, son Ga 1, 12­ 15 s.; 1 Co 9, 1 s.; 15, 8 ss.; 2 Co 4, 6 (d. Ef 3, 2 s.; Flp 3, 7). 18.2. ¿Consideró Pablo su experiencia de la conversión como algo único dentro de su propia experiencia? ¿Cuál fue 10 distintivo en la manifestación de la resurrección a Pablo para el mismo Pablo pretendía haber visto a Jesús resucitado (1 Co 9, 1: «¿No Espíritu? Y si es así, ¿en qué sentido? A primera vista la respuesta a estas cuestiones es sencilla. Pablo pretendía haber visto a Jesés resucitado (l Co 9, 1: «¿No he visto a Jesús nuestro Señor?»). Y de esta manifestación procede su misión entre los gentiles (Ca 1, 16: Dios «se complació en revelar a su Hijo en mí, para que yo pudiera anunciarlo entre los gentiles»), En una primera consideración, las características distintivas de la experiencia inicial de Pablo estaban en que Jesús se le apareció en forma visible y le envió como mensajero a los gentiles (Hch 26, 13-19). Pero no es tan sencillo. Aparte de 1 Co 15, 45, con su sugerencia de que la experiencia del Espíritu y la experiencia de Jesús resucitado no fueron muy difrentes, existen dos consideraciones adicionales. ' a) Primera, hay más que una leve sospecha, fundada en las mismas cartas de Pablo, de que él está considerando un caso especial. El lector atento advertirá que en cada uno de los pasajes referidos anteriormente Pablo asocia su apostolado directamente con la manifestación de la resurrección de Jesús. No sólo esto, sino que en cada ocasión la exigencia de una manifestación de la resurrección constituye parte de una defensa de la afirmación paulina de autoridad apostólica (Ga 1, 12; 1 Co 9, 1: «¿No soy yo apóstol? ¿No he visto yo al Señor?». 1 Co 15, 8 s.: «y después de todos», «como a un aborto», «el menor de

Manifestaciones de la Resurrecdés» 169 los apóstoles»; 2 Ca 2, 1 ss.). Estos pasajes, junto con otros, sugieren fuertemente que la exigencia de Pablo de una autoridad apostólica fue ampliamente discutida (d. Ga 1, 1; 2 Ca 1, 1; 2 Ca 11,5; 12,11 s.; 1 Ts 2,3-6)8. En consecuencia, es posible que la reclamación asociada (a una manifestación de la resurrección) fuera también rechazada. Entonces, ¿está Pablo entregado a un pleito especial? ¿Está interpretando una experiencia religiosa menos diversa, como una manifestación de la resurrección, en orden a fundar su derecho a la autoridad apostólica? La misma cuestión se plantea en el antiguo problema de cómo relacionar mutuamente las descripciones bastante diferentes de la conversión y vocación de Pablo en Ga 1, 15 s. y 1 Ca'. 15, 8 s. Así W. Marxsen señala que en su referencia más antigua a su experiencia en el camino de Damasco Pablo no habla de ver a Jesús; él habla más bien de que Dios le ha revelado a su Hijo (Ga 1, 15 s.). Esto significa que la primera descripción de Pablo sobre su experiencia fue más en términos de una verdad que se descubre que de haber visto a una persona. Sólo en la posterior carta, la 1.. a los Corintios, llega él a definir esta revelación como una visión; un paso dado para asimilar su propia descripción, personalmente elegida, según 10 que probablemente era la manera aceptada de hablar de las manifestaciones de la resurrección. «Dios me manifestó a su Hijo», llegó a convertirse de este modo en «él también se apareció a mí» 9. Naturalmente surge la cuestión: ¿expresó Pablo su experiencia de conversión en el lenguaje de una manifestación de la resurrección por motivos apologéticos sin otra justificación? b) Segunda, Lucas parece rechazar la descripción de Pablo de su experiencia en el camino de Damasco, como una manifestación de la resurrección, en su informe sobre la Iglesia primitiva. El identifica «los apóstoles» con los «doce», y cita como definíción de un apóstol, alguien que, no sólo fue un «testigo de la resurrección de Jesús» sino también que acompañó a Jesús durante el tiempo de su ministerio iHcb 1, 21-26). Con el mismo principio las manifestaciones de la resurrección se restringen a un período bien delimitado de cuarenta días concluidos claramente con la «ascensión» (Hch 1, 9 ss.). En consecuencia, la expe- 8. Véase, por ejemplo, G. BORNKAMM, Paul, ET Hodder & Stoughton 1969, 18 ss. 64 s. 75 ss. 9. W. MARXSEN, Reserrection 101-5.

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Jesús y el Espíritu<br />

La segunda razón por la que empezamos con Pablo es por<br />

qué sólo en él encontramos un relato de primera mano sobre la<br />

manifestación de la resurrección. No importa que en las fuentes<br />

primitivas sirva de base a los capítulos finales de los evangelios;<br />

nosotros no podemos tener ninguna certidumbre de que ellos<br />

presenten relatos de testigos oculares. Sólo en el caso de Pablo<br />

tenemos acceso inmediato a un testigo semejante. «El último de<br />

todos ... se apareció también a mí» (l Co 15, 8). Por otra parte,<br />

además de 1 Co 15 existen otras alusiones y referencias que iluminan<br />

plenamente su experiencia en la conversión. Los pasajes<br />

pertinentes para nuestro estudio por consiguiente, son Ga 1, 12­<br />

15 s.; 1 Co 9, 1 s.; 15, 8 ss.; 2 Co 4, 6 (d. Ef 3, 2 s.; Flp<br />

3, 7).<br />

18.2. ¿Consideró Pablo su experiencia de la conversión como<br />

algo único dentro de su propia experiencia? ¿Cuál fue 10 distintivo<br />

en la manifestación de la resurrección a Pablo para el mismo<br />

Pablo pretendía haber visto a Jesús resucitado (1 Co 9, 1: «¿No<br />

Espíritu? Y si es así, ¿en qué sentido?<br />

A primera vista la respuesta a estas cuestiones es sencilla.<br />

Pablo pretendía haber visto a Jesés resucitado (l Co 9, 1: «¿No<br />

he visto a Jesús nuestro Señor?»). Y de esta manifestación procede<br />

su misión entre los gentiles (Ca 1, 16: Dios «se complació<br />

en revelar a su Hijo en mí, para que yo pudiera anunciarlo entre<br />

los gentiles»), En una primera consideración, las características<br />

distintivas de la experiencia inicial de Pablo estaban en que Jesús<br />

se le apareció en forma visible y le envió como mensajero<br />

a los gentiles (Hch 26, 13-19).<br />

Pero no es tan sencillo. Aparte de 1 Co 15, 45, con su sugerencia<br />

de que la experiencia del Espíritu y la experiencia de<br />

Jesús resucitado no fueron muy difrentes, existen dos consideraciones<br />

adicionales. '<br />

a) Primera, hay más que una leve sospecha, fundada en las<br />

mismas cartas de Pablo, de que él está considerando un caso<br />

especial. El lector atento advertirá que en cada uno de los<br />

pasajes referidos anteriormente Pablo asocia su apostolado directamente<br />

con la manifestación de la resurrección de Jesús. No<br />

sólo esto, sino que en cada ocasión la exigencia de una manifestación<br />

de la resurrección constituye parte de una defensa de la<br />

afirmación paulina de autoridad apostólica (Ga 1, 12; 1 Co 9,<br />

1: «¿No soy yo apóstol? ¿No he visto yo al Señor?». 1 Co 15,<br />

8 s.: «y después de todos», «como a un aborto», «el menor de

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