JESUS y EL ESPIRITU

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146 Jesús y el Espíritu ritu», continuada durante algunos siglos, aparecieron dos hombres cuya inspiración profética no podía contradecirse. Sea que Jesús (o Juan) fuera considerado como el profeta escatológico por sus coetáneos 82, lo que no está claro; o sea, que fuera conocido como un profeta, o como el profeta, el reconocimiento de que el don de profecía había reaparecido en Jesús era evidente en si mismo 83. Segundo, está claro que Jesús se consideró a si mismo como un profeta. El fue, es verdad, hondamente consciente de su función y capacitación por el Espíritu de Dios, como hemos visto; y en el judaísmo «poseer el Espíritu de Dios era ser un profeta» 84. Sus exorcismos y su comprensión categórica de la voluntad de Dios fueron prueba suficiente de su carisma profético; pero la reacción y hostilidad hacia El por parte de sus mismos conciudadanos y por parte de las autoridades religiosas confirmaron que se mantuvo plenamente dentro de la tradición profética: «Ningún profeta es tenido en poco sino en su patria y entre sus parientes y en su familia» (Me 6, 4 y par.); «pues he de andar hoy y mañana y al día siguiente, porque no conviene que un profeta perezca fuera de Jerusalén» (Le 13, 33; d. Mt 23, 31-36/ Le 11,47-51; Mt 23, 37 ss./ Le 13,34 s.) 85. La conversación ocasional de Jesús sobre sí mismo, como alguien que «ha sido enviado por Dios» (Mt 10, 40/ Le 10, 16; Mt 15, 24; d. también Me 9, 37 / Le 9, 48; Le 4, 43/ Me 1, 38; cí Mt 23, 34. 37) es también expresión de su conciencia de vocación profética 86. Ade- nión posible en este asunto; véase P. VOLZ, Der Geist Gottes, Tübingen 1910. 116 s.; R. Meyer, TDNT 6, 812-28; M. HENGEL, Naeblolge 20-27; Schafer 116-34. 147 ss.; d. W. D. DAVIES, Paul and Rabbinie [udaism, SPCK 1948, 208-16. 82. O. CULLMANN, Christology 23-37. 83. Cf. J. JEREMIAS, Theology 1 80 ss. 84. J. JEREMIAS, Theology 1 78. Véase también Billerbeek 2, 127-38; C. F. MOORE, [udaism in the First Tbree Centuries 01 tbe Christian Era, Cambridge 1946-48, 1 237: «El espíritu santo es el espíritu de profecía»; Schafer 21-26. 85. E. FASCHER, Propbétés, Giessen 1927, 178; R. MEYER, Der Prophet aus Galiliia, Darmstadt 21970, 121; C. K. BARRET, Holy Spirit 97 s., es más cauto. 86. Frovig 133 ss.; C. K. BARRET, Holy Spirit 95; J. JEREMIAS, Promise 26 ss.; R. H. FULLER, Foundations 127 ss.; contra R. BULTMANN, Tradition 152-56. Cf. O. MICHEL, ¡eh Komme (Jos., Del! 3, 400, T2 24 [1968] 123 s.). El cuarto evangelista ha desarrollado grandemente este tema, pero es uno de los casos en que podemos determinar el núcleo de la auténtica tradición sobre la que trabaja. Véase también WEINEL, Tbeologie 163-66.

¿Fue Jesús carismático? 147 más, Jesús pudo haberse colocado conscientemente a sí mismo dentro de la tradición profética realizando acciones simbólicas: la entrada en Jerusalén, la purificación del templo 87 y, sobre todo, la última Cena (quizás también la comida más confusa en el desierto «dando de comer a cinco mil», y el enigma de «la maldición de la higuera») vienen aquí a la mente 88. Es posible que Jesús se considerara a sí mismo como profeta escatológico, dado que se aplicó a sí mismo 1s 61, 1; pero sería más exacto decir que El advirtió su ministerio como el cumplimiento de varias profecías escatológicas 89. Tercero, la misión de Jesús puede describirse ciertamente como profética en su proclamación 90, en su reacción contra el formalismo del judaísmo contemporáneo 91 y en su ministerio a «los pobres» 92. Pero existen otras dos características que iluminan más claramente la naturaleza carismática de su papel profético. Me refiero, en primer lugar, al don del discernimiento profético de los pensamientos y motivos más profundos de aquellos que estaban en su compañía. Esta «habilidad» para dejar al descubierto «los secretos del corazón» fue considerado por Pablo como el carisma distintivo que caracterizaba el don de profecía (1 Ca 14, 24 s.; d. más adelante p. 232). Y parece haber sido considerada del mismo modo por los contemporáneos de Jesús como la señal del profeta, si tenemos en cuenta a Le 7, 39. Entonces, no nos sorprenderá que esta inspiración se atribuya con mucha frecuencia a Jesús. Ciertamente, esta tradición está tan bien establecida en el material evangélico que sería difícil negar su presencia en el ministerio histórico de Jesús 93. Indudablemen- 87. Cf. N. Q. HAMILTON, Temple Cleansing and Temple Bank, JBL 83 (1964) 365·72; J. ROLOFF, Kerygma 95 s. 88. Cf. C. H. DODD, Prophet 59 s. 89. Cf. FULLER, Foundations 128 s. 90. R. BULTMANN, Tradition 109-18; MEYER, Prophet 13-17. 91. C. H. DODD, Prophet 60 s. 92. Cf. R. H. FULLER, Foundations 128. 93. Mc 2, 5 para!.; 2, 8 para!.; 3, 4 para!.; 3, 16 paral.; 9, 33 SS.; 10, 21 paral.; 12, 15 paral.: 12, 43 s. para!.; 14, 18. 20 para!.; Mt 12, 15 / Lc 11, 17; Lc 7,39 SS.; 19,5; t« 1,47 S.; 2,24 S.; 4, 17 ss. Véase también MEYER, Propbet 11 S.; G. BORNKAMM, [esus 60. Para paralelos históricos en lo religioso véase R. BULTMANN, The Gospel 01 [obn, KEK, ET Blackwell 1971, 102, nota 1; E. BENZ, Vision 185·207; C. WILSON, Occult 92. 103 s.; A. BITTLINGER, Giits and Ministries, ET Eerdmanss 1973, 58 s. llama especialmente la atención sobre el papel del «staret» (anciano) en el cristianismo oriental.

146 Jesús y el Espíritu<br />

ritu», continuada durante algunos siglos, aparecieron dos hombres<br />

cuya inspiración profética no podía contradecirse. Sea que<br />

Jesús (o Juan) fuera considerado como el profeta escatológico por<br />

sus coetáneos 82, lo que no está claro; o sea, que fuera conocido<br />

como un profeta, o como el profeta, el reconocimiento de que el<br />

don de profecía había reaparecido en Jesús era evidente en si<br />

mismo 83.<br />

Segundo, está claro que Jesús se consideró a si mismo como<br />

un profeta. El fue, es verdad, hondamente consciente de su función<br />

y capacitación por el Espíritu de Dios, como hemos visto;<br />

y en el judaísmo «poseer el Espíritu de Dios era ser un profeta» 84.<br />

Sus exorcismos y su comprensión categórica de la voluntad de<br />

Dios fueron prueba suficiente de su carisma profético; pero la<br />

reacción y hostilidad hacia El por parte de sus mismos conciudadanos<br />

y por parte de las autoridades religiosas confirmaron que<br />

se mantuvo plenamente dentro de la tradición profética: «Ningún<br />

profeta es tenido en poco sino en su patria y entre sus parientes<br />

y en su familia» (Me 6, 4 y par.); «pues he de andar hoy y<br />

mañana y al día siguiente, porque no conviene que un profeta<br />

perezca fuera de Jerusalén» (Le 13, 33; d. Mt 23, 31-36/ Le<br />

11,47-51; Mt 23, 37 ss./ Le 13,34 s.) 85. La conversación ocasional<br />

de Jesús sobre sí mismo, como alguien que «ha sido enviado<br />

por Dios» (Mt 10, 40/ Le 10, 16; Mt 15, 24; d. también Me<br />

9, 37 / Le 9, 48; Le 4, 43/ Me 1, 38; cí Mt 23, 34. 37) es<br />

también expresión de su conciencia de vocación profética 86. Ade-<br />

nión posible en este asunto; véase P. VOLZ, Der Geist Gottes, Tübingen<br />

1910. 116 s.; R. Meyer, TDNT 6, 812-28; M. HENG<strong>EL</strong>, Naeblolge 20-27;<br />

Schafer 116-34. 147 ss.; d. W. D. DAVIES, Paul and Rabbinie [udaism,<br />

SPCK 1948, 208-16.<br />

82. O. CULLMANN, Christology 23-37.<br />

83. Cf. J. JEREMIAS, Theology 1 80 ss.<br />

84. J. JEREMIAS, Theology 1 78. Véase también Billerbeek 2, 127-38;<br />

C. F. MOORE, [udaism in the First Tbree Centuries 01 tbe Christian Era,<br />

Cambridge 1946-48, 1 237: «El espíritu santo es el espíritu de profecía»;<br />

Schafer 21-26.<br />

85. E. FASCHER, Propbétés, Giessen 1927, 178; R. MEYER, Der Prophet<br />

aus Galiliia, Darmstadt 21970, 121; C. K. BARRET, Holy Spirit 97 s.,<br />

es más cauto.<br />

86. Frovig 133 ss.; C. K. BARRET, Holy Spirit 95; J. JEREMIAS, Promise<br />

26 ss.; R. H. FULLER, Foundations 127 ss.; contra R. BULTMANN,<br />

Tradition 152-56. Cf. O. MICH<strong>EL</strong>, ¡eh Komme (Jos., Del! 3, 400, T2 24<br />

[1968] 123 s.). El cuarto evangelista ha desarrollado grandemente este<br />

tema, pero es uno de los casos en que podemos determinar el núcleo de<br />

la auténtica tradición sobre la que trabaja. Véase también WEIN<strong>EL</strong>, Tbeologie<br />

163-66.

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