JESUS y EL ESPIRITU
JESUS y EL ESPIRITU JESUS y EL ESPIRITU
144 Jesús y el Espíritu sión 72; pero el círculo próximo de aquellos que siguieron a Jesús fue ciertamente más amplio que «los doce», incluyendo a mujeres (Me 15, 40 s. y par.; Le 8, 1-3; d. 10, 38-42). La función primera de los doce, en cuanto «los doce», fue simbolizar al pueblo escatológico de Dios en su totalidad. Aunque se les había prometido un papel importante (¿de un modo simbólico?) en la regeneración (Mt 19, 28b / Le 22, 30), no hay prueba alguna de que fueran considerados o actuaran como funcionarios constituyendo una comunidad reunida en torno a Jesús en Palestina (d. Mt 23, 8: «vosotros no os hagáis llamar rabbi, porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos). Por otra parte, aunque ellos mismos experimentaron probablemente el poder carismático, como se sugiere en Me 3, 14 s.; 6, 7 y par.; Le 10, 17 ss.; estos carismas no fueron concedidos para el ministerio y la construcción de la comunidad, sino para ser ellos capaces de participar en la misión de Jesús. En resumen, los círculos en torno a Jesús se describen como un movimiento mejor que como una comunidad 73. En tercer lugar, la vitalidad y continuación de este movimiento dependió sólo de Jesús. El discipulado fue precisamente el modelo del «seguimiento» de Jesús, y el seguimiento de Jesús tuvo prioridad sobre cualquier otra relación o responsabilidad humana (Me 1, 17-20 y par.; 10, 21 Y par.; 10, 28 s.; Mt 8, 19-22/ Le 9, 57-62; d. Mt 13, 44 s.; Le 14, 25-33) 74. De este modo, la vocación al discipulado era una vocación a la misión, es decir, a participar en su misión (MI( 1, 17 Y par. 75; 3, 14 ss.; 6, 7 ss. y par.; Mt 10, 5 SS.)76 e igualmente en su final (Me 8, 34 y par.; Mt 10, 38/ Le 14, 27; d. Mt 5, 11 / Le 6, 22; Mt 10, 16. 31) ". «Discipulado significa estar totalmente unido a la persona de Jesús y a su misión» 78. Sólo en la medida en que los discípulos participaban en la misión de Jesús, participaban también de su autoridad y de su poder 72. Véase aquí cap. 2, nota 70, especialmente R. P. MEYE, [esusa and the Twelve. 73. Los dos únicos textos evangélicos (Mt 16, 18; 18, 17) en que se emplea ekklésía (iglesia, asamblea) son considerados normalmente como debidos a posterior trabajo editorial o se atribuyen a la primitiva iglesia; pero véase aquí cap. 5, nota 126. 74. Cf. E. SCHWEIZER, Erniedrigung párr. 1 m. 75. Véase G. BORNKAMM, [esus 148 s. 76. Véase aquí nota 55. 77. Véase J. JEREMIAS, Theology 1 242. 78. F. HAHN, Beginnings 21.
¿Fue Jesús carismático? 145 carismático (Mc 3, 14 s.; 6, 7 Y par.; Le 10, 19). En resumen, así como Jesús no vivió para sí mismo sino para el reino y para los demás, 10 mismo tenían que ser sus discípulos. Aquí surge, nuevamente, la fuerza de la conciencia escatológica de Jesús, considerando al mismo tiempo su misión y su mismo ser, al tener la tarea diferente y urgente de proclamar el reino tanto con su presencia como con su inminencia. Aquellos que se reunieron en torno a El compartieron así aquella tarea de seguirle por la misión, y no por otro motivo. 14. Jesús, profeta El carisma que más apreciaba Pablo era el don de profecía (1 Co 14, 1-5. 39; cL § 41, 2). En consecuencia, es importante advertir que Jesús era conocido como un profeta, y que, a no ser las parábolas, la mayoría de las sentencias de Jesús caían dentro de la categoría profética y apocalíptica 79. La prueba pertinente ha sido examinada en diversas ocasiones 80 y no necesitamos volver nuevamente a ella. Es suficiente subrayar algunas cuestiones de importancia para nuestro estudio. Primero, Jesús tuvo la fama de un profeta, incluso durante su vida (Me 6, 15 y par.; 8, 28 y par.; 14, 65 Y par.; d. Mt 21, 11. 46; Le 7, 16. 39; 24, 19). Esta es la conclusión inevitable que surge desde su inspiración y autoridad manifiestas. Esto es un hecho suficientemente llamativo en sí mismo. Normalmente se pensaba que el don de profecía había terminado después del primitivo período pos-exílico; ni los profetas carismáticos, ni los profesionales del culto fueron reconocidos ejercitando el carisma profético (d. Sal 74, 9; Za 13, 2-6; Segundo Ba 85,1_3)81. Pero ahora, después «de la sequedad del Espí- 79. H. KOESTER, One [esus and Four Gospels, en 'I'rajectories 168. 80. Véase la bibliografía en G. Friedrich, TDNT 6, 781 s.: E. Ca TIIENET, Propbétisme dans le Nouueau Testament, DBS 8 (1972) 1268 s.; r. HAIIN, Tilles 352-406; R. M. FULLER, Foundations 125-29; J. JERE MÍAS, Theology 1, 76-80; VERMES, [esus, cap. 4; K. H. SCHELKLE, [esus Lehrer und Propbet, Orientierung an [esus. Zur Tbeologie der Synoptiker. Für J. Schmid, ed. P. Hoffmann, Herder 1973, 300-8. 81 Para las pruebas rabínicas, Billerbeck 1, 63. 127; 2, 133; P. SCHAFER, Die Vorstellung vom beiligen Geist in der rabbiniscben Literatur, Munich 1972, 89-115. 143-46; véase también R. LEIVESTAD, Das Dogma von der propbetenlosen Zeit, NTS 19 (1972-73) 288-99. Pero nos deberíamos guardar de suponer que este dogma rabínico era la única opi- 10
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fue ciertamente más amplio que «los doce», incluyendo a mujeres<br />
(Me 15, 40 s. y par.; Le 8, 1-3; d. 10, 38-42). La función primera<br />
de los doce, en cuanto «los doce», fue simbolizar al pueblo<br />
escatológico de Dios en su totalidad. Aunque se les había prometido<br />
un papel importante (¿de un modo simbólico?) en la<br />
regeneración (Mt 19, 28b / Le 22, 30), no hay prueba alguna de<br />
que fueran considerados o actuaran como funcionarios constituyendo<br />
una comunidad reunida en torno a Jesús en Palestina (d.<br />
Mt 23, 8: «vosotros no os hagáis llamar rabbi, porque uno solo<br />
es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos). Por otra<br />
parte, aunque ellos mismos experimentaron probablemente el poder<br />
carismático, como se sugiere en Me 3, 14 s.; 6, 7 y par.;<br />
Le 10, 17 ss.; estos carismas no fueron concedidos para el ministerio<br />
y la construcción de la comunidad, sino para ser ellos<br />
capaces de participar en la misión de Jesús. En resumen, los<br />
círculos en torno a Jesús se describen como un movimiento mejor<br />
que como una comunidad 73. En tercer lugar, la vitalidad y continuación<br />
de este movimiento dependió sólo de Jesús. El discipulado<br />
fue precisamente el modelo del «seguimiento» de Jesús,<br />
y el seguimiento de Jesús tuvo prioridad sobre cualquier otra<br />
relación o responsabilidad humana (Me 1, 17-20 y par.; 10, 21<br />
Y par.; 10, 28 s.; Mt 8, 19-22/ Le 9, 57-62; d. Mt 13, 44 s.;<br />
Le 14, 25-33) 74. De este modo, la vocación al discipulado era<br />
una vocación a la misión, es decir, a participar en su misión (MI(<br />
1, 17 Y par. 75; 3, 14 ss.; 6, 7 ss. y par.; Mt 10, 5 SS.)76 e<br />
igualmente en su final (Me 8, 34 y par.; Mt 10, 38/ Le 14, 27;<br />
d. Mt 5, 11 / Le 6, 22; Mt 10, 16. 31) ". «Discipulado significa<br />
estar totalmente unido a la persona de Jesús y a su misión» 78.<br />
Sólo en la medida en que los discípulos participaban en la misión<br />
de Jesús, participaban también de su autoridad y de su poder<br />
72. Véase aquí cap. 2, nota 70, especialmente R. P. MEYE, [esusa<br />
and the Twelve.<br />
73. Los dos únicos textos evangélicos (Mt 16, 18; 18, 17) en que<br />
se emplea ekklésía (iglesia, asamblea) son considerados normalmente como<br />
debidos a posterior trabajo editorial o se atribuyen a la primitiva<br />
iglesia; pero véase aquí cap. 5, nota 126.<br />
74. Cf. E. SCHWEIZER, Erniedrigung párr. 1 m.<br />
75. Véase G. BORNKAMM, [esus 148 s.<br />
76. Véase aquí nota 55.<br />
77. Véase J. JEREMIAS, Theology 1 242.<br />
78. F. HAHN, Beginnings 21.