JESUS y EL ESPIRITU

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116 Jesús y el Espíritu Jeremías ciertamente trata aquí su caso de un modo excesivamente confidencial. Pero, sin embargo, la expresión puede permitir alguna consecuencia como esta: la autoridad del ministerio del Bautista fue existencialmente ratificada por Dios a Jesús, es decir, mediante la experiencia de Jesús acerca de Dios cuando fue bautizado por Juan 113. La objeción de Dibelius tiene su peso, desde que Strauss fue aceptado al argumentar que ciertas expresiones de Jesús fueron elaboradas al ser redactadas como, por ejemplo, la tempestad calmada (Me 4, 35-41 Y par.), la pesca milagrosa (Le 5, 1-11, Y tal vez la maldición de la higuera (Me 11, 12-13 Y parl.) 114. Si esto es realmente posible, ¿cuánto más probable es que el relato (de Marcos) sobre la experiencia de Jesús en el Jordán haya sido una elaboración de algunas indicaciones trasmitidas por Jesús a sus discípulos, tal como lo hemos advertido? Además, conocemos por la historia de las religiones que era totalmente normal en un profeta referir a sus discípulos su vocación, como, por ejemplo, Isaías y Ezequiel (en todos ellos visiones y locuciones) 115. Y como ejemplo exterior al judea-cristianismo podemos recordar a Mahoma 116. Comparativamente, Jesús parece haber sido mucho más reservado a la hora 'de describir su experiencia de Dios a sus discípulos. Por este motivo es por lo que estamos dependiendo tanto de las consecuencias e implicaciones de expresiones claves. El único paralelo real en su testimonio personal de las experiencias religiosas de los profetas es el grito exultante de Jesús en Le 10, 18: «Veía Yo a Satanás caer del cielo como un rayo» (d. p. 149). Por supuesto, es posible dedicarnos sólo a teorizar; mas continúa siendo totalmente posible que Jesús nunca haya hablado de lo sucedido en el Jordán, aunque hiciera algunas alusiones que proporcionaron la base para el relato más primitivo. Por otra parte, el hecho de que las comunidades cristianas más primitivas den la impresión de haber practicado el bautismo desde el principio se explica mejor, probablemente, por la sugerencia de que Jesús dio a sus discípulos alguna señal de cuán importante fue para él el momento de su propio bautismo. 113. Cf. W. MANSON, [esus 40. Véase, además, aquí p. 136 y nota 49. 114. Straus párr. 77. 101. 104; R. BULTMANN, Tradition 230 s. 115. El hecho de que estos relatos (Is 6, [er 1, Ex 1 ss.) estén en primera persona, subraya la fuerza de la idea de Dibelius. 116. Véase. además, ]. LINDBLOM, Prapbecy in Ancient Israel, Blackwell 1962, 12-21. 31 s. 46; y aquí cap. 4, nota 103.

La experiencia de Jesús acerca de Dios. El Espíritu 117 La cuestión difícilmente se puede solucionar. Pero podemos afirmar con alguna seguridad que la narración de Marcos es una interpretación completamente justificable del acontecimiento del Jordán, y que la crítica histórica puede hablar con toda propiedad de la experiencia de Jesús en su bautismo, aún cuando el mismo Marcos no esté interesado en presentar el episodio como un dato biográfico 117. El bautismo de Jesús por Juan probablemente fue la ocasión para una experiencia de Dios, que para Jesús tuvo una importancia fundamental, aún cuando esa importancia pudo haber alcanzado un sentido pleno sólo después de alguna reflexión por parte de Jesús. Los elementos más llamativos de esta experiencia fueron el Espíritu y la filiación. El experimentó un impulso interior de poder espiritual y llegó a ser consciente de que había sido ungido con el Espíritu escatológico de Dios. El «como una paloma» puede referirse originalmente a una visión, pues bien pudo haber sido sencillamente una metáfora interpretativa surgida cuando el relato fue formulado por primera vez, bien para contrarrestar la experiencia de jesús sobre el Espíritu con la experiencia purificadora del fuego del Espíritu anticipada por el Bautista 118, o bien a modo de alusión al papel básico atribuido al Espíritu en la creación y a la paloma después del diluvio 119. En referencia a la voz celeste en la perspectiva de los paralelos de la historia de las religiones y del material que examinaremos más adelante en el capítulo IV, es totalmente posible que Jesús estuviera convencido que en su bautismo se oyó la voz de Dios dirigiéndose a él mismo como Hijo y situándole aparte para una tarea particular (como en el caso del Bautista) 120. 117. BULTMANN, Tradition 247 s. Los influjos que pueden haber determinado la presentación que Marcos hace de este episodio, las discute R. BULTMANN, Tradition 248-53 y e K. BARRET, Holy Spirit 35-45. 118. J. D. G. DUNN, Baptism 10-14; también Spirit-and-jire Baptism, NovTes 14 (1972) 81-92. 119. J. D. G. DUNN, Baptism 27, notas 12. 13. 120. Flusser 29: «Ecos de voces no eran fenómeno raro entre los judíos de este tiempo, y con frecuencia estas voces se oían para decir versículos de la Escritura. El don del Espíritu Santo, acompañado de una experiencia de éxtasis, está claro que no constituía una experiencia exclusiva de aquellos que fueron bautizados en presencia de Juan en el Jordán» (cierto que Flusser dice también que si este mensaje celeste vino a Jesús con las palabras de 1s 42, 1 [o Sal 2, 7], entonces para Jesús habría tenido una «importancia singular»), Véase también G. VERMEs, [esus 92. 206 s.

La experiencia de Jesús acerca de Dios. El Espíritu 117<br />

La cuestión difícilmente se puede solucionar. Pero podemos<br />

afirmar con alguna seguridad que la narración de Marcos es una<br />

interpretación completamente justificable del acontecimiento del<br />

Jordán, y que la crítica histórica puede hablar con toda propiedad<br />

de la experiencia de Jesús en su bautismo, aún cuando el<br />

mismo Marcos no esté interesado en presentar el episodio como<br />

un dato biográfico 117. El bautismo de Jesús por Juan probablemente<br />

fue la ocasión para una experiencia de Dios, que para<br />

Jesús tuvo una importancia fundamental, aún cuando esa importancia<br />

pudo haber alcanzado un sentido pleno sólo después de<br />

alguna reflexión por parte de Jesús. Los elementos más llamativos<br />

de esta experiencia fueron el Espíritu y la filiación. El experimentó<br />

un impulso interior de poder espiritual y llegó a ser<br />

consciente de que había sido ungido con el Espíritu escatológico<br />

de Dios. El «como una paloma» puede referirse originalmente a<br />

una visión, pues bien pudo haber sido sencillamente una metáfora<br />

interpretativa surgida cuando el relato fue formulado por<br />

primera vez, bien para contrarrestar la experiencia de jesús sobre<br />

el Espíritu con la experiencia purificadora del fuego del Espíritu<br />

anticipada por el Bautista 118, o bien a modo de alusión al papel<br />

básico atribuido al Espíritu en la creación y a la paloma después<br />

del diluvio 119. En referencia a la voz celeste en la perspectiva<br />

de los paralelos de la historia de las religiones y del material que<br />

examinaremos más adelante en el capítulo IV, es totalmente posible<br />

que Jesús estuviera convencido que en su bautismo se oyó<br />

la voz de Dios dirigiéndose a él mismo como Hijo y situándole<br />

aparte para una tarea particular (como en el caso del Bautista) 120.<br />

117. BULTMANN, Tradition 247 s. Los influjos que pueden haber determinado<br />

la presentación que Marcos hace de este episodio, las discute<br />

R. BULTMANN, Tradition 248-53 y e K. BARRET, Holy Spirit 35-45.<br />

118. J. D. G. DUNN, Baptism 10-14; también Spirit-and-jire Baptism,<br />

NovTes 14 (1972) 81-92.<br />

119. J. D. G. DUNN, Baptism 27, notas 12. 13.<br />

120. Flusser 29: «Ecos de voces no eran fenómeno raro entre los<br />

judíos de este tiempo, y con frecuencia estas voces se oían para decir<br />

versículos de la Escritura. El don del Espíritu Santo, acompañado de<br />

una experiencia de éxtasis, está claro que no constituía una experiencia<br />

exclusiva de aquellos que fueron bautizados en presencia de Juan en el<br />

Jordán» (cierto que Flusser dice también que si este mensaje celeste vino<br />

a Jesús con las palabras de 1s 42, 1 [o Sal 2, 7], entonces para Jesús<br />

habría tenido una «importancia singular»), Véase también G. VERMEs,<br />

[esus 92. 206 s.

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