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Etnias y árboles - Escuela de Historia

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indio. Los viajeros notaban la proliferación <strong>de</strong> los cardos en la proximidad <strong>de</strong> los ranchos. 287 La fluctuación ecológica entre un<br />

incendio y otro habría ayudado también al enmalezamiento y la proliferación <strong>de</strong> los cardos. Cuando Darwin preguntó si existían<br />

ladrones <strong>de</strong> caminos en la región, se le contestó que aparecerían cuando crecieran los cardos. Tal era su altura. En ausencia <strong>de</strong> leña<br />

se utilizaban los tallos secos <strong>de</strong> los cardos, y ello contribuía a la distribución <strong>de</strong> sus semillas en las cercanías <strong>de</strong> los sitios poblados.<br />

Los animales los enterraban al pisarlas, germinaban y se expandían.<br />

El ecotono entre el bosque chaqueño y la pampa estaba atestado <strong>de</strong> animales necrófagos. Junto a los perros cimarrones,<br />

el carancho o caracara. Darwin anotaba que si un hombre se <strong>de</strong>tenía a dormir en una <strong>de</strong> esas <strong>de</strong>soladas llanuras, al <strong>de</strong>spertarse vería a<br />

las aves ya ro<strong>de</strong>ándole, observándolo pacientemente con "ojos diabólicos". Rondaban en torno a los mata<strong>de</strong>ros, hurgaban a las<br />

mataduras <strong>de</strong>l lomo <strong>de</strong> los caballos, y esperaban a que una oveja pariera para matar al cor<strong>de</strong>rillo. Los zorrinos esparcían su olor<br />

nauseabundo por la noche, oliéndose hasta a un kilómetro <strong>de</strong> distancia.<br />

Darwin llegó a apreciar y admirar a los gauchos. Eran extraordinariamente corteses y consi<strong>de</strong>rados, "como si le cortaran<br />

a uno el cuello y al mismo tiempo le hicieran la reverencia". Soberbios jinetes, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>rribados <strong>de</strong> su montura no les cabía en<br />

la conciencia. Como patinadores sobre una <strong>de</strong>lgada capa <strong>de</strong> hielo, galopaban a toda carrera por un suelo que sería intransitable a<br />

velocidad inferior. Obligaban a sus monturas a nadar en gran<strong>de</strong>s ríos, y el naturalista inglés se maravillaba al notar que cuando los<br />

animales <strong>de</strong>jaban <strong>de</strong> tocar fondo, sus jinetes <strong>de</strong>snudos se <strong>de</strong>slizaban <strong>de</strong>l lomo a la cola, agarrándose <strong>de</strong> ella. Cada vez que el animal<br />

intentaba retroce<strong>de</strong>r en el río, el jinete salpicaba agua en su cara y seguía a<strong>de</strong>lante. Darwin permaneció aterrado en el campamento <strong>de</strong>l<br />

General Rosas, sosteniendo en su diario que estos cristianos eran mucho más salvajes que los in<strong>de</strong>fensos aborígenes a quienes<br />

<strong>de</strong>struían. Vio una cacería <strong>de</strong> indios: las muchachas eran repartidas entre los soldados; las viejas y feas asesinadas, y los niños<br />

vendidos como esclavos. 288 En viaje a Santa Fe, se cruzaron con el esqueleto <strong>de</strong> un indio colgado <strong>de</strong> la rama <strong>de</strong> un árbol. En esa<br />

ciudad enfermó <strong>de</strong> malaria, <strong>de</strong>scribiendo que sus manos estaban negras <strong>de</strong> mosquitos cada vez que se quitaba los guantes. Se hallaba<br />

al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la llanura chaqueña, y en cuanto se sintió mejor, abandonó sus caballos, trepó a un <strong>de</strong>startalado barco mercante y escapó<br />

hacia Buenos Aires. "Gracias a Dios" apuntó en su cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> notas.<br />

21. EL DESIERTO<br />

En las guerras <strong>de</strong> in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y luego civiles, la naturaleza no podía ser sino un teatro <strong>de</strong> operaciones. El Chaco se<br />

olvidó. Al Norte <strong>de</strong> Santa Fe el frente <strong>de</strong> guerra étnico se <strong>de</strong>rrumbaba <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> 1813. Los clanes aprovechaban la coyuntura para<br />

lanzar ataques continuos entre 1814 y 1817, alcanzando poblaciones al Sur <strong>de</strong> la línea <strong>de</strong> guerra <strong>de</strong>l XVIII. En 1819 el caudillo<br />

gobernador Estanislao López, para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la ciudad <strong>de</strong> Santa Fe, or<strong>de</strong>naba la creación <strong>de</strong> un pozo corrido 289 con portadas<br />

fortificadas y guarnición. Era como ro<strong>de</strong>ar el Sur <strong>de</strong>l Chaco con una trinchera. Santa Fe quedó reducida al territorio <strong>de</strong> inicios <strong>de</strong>l<br />

XVIII. En 1822 los abipones invadían la jurisdicción <strong>de</strong> Corrientes. Desaparecían antiguos caminos como el <strong>de</strong> Quebracho Herrado<br />

entre Santa Fe y Córdoba. En la línea <strong>de</strong> fortines-prisiones contra los clanes, ensayaban caudillos como Ibarra. Los novísimos<br />

empresarios correntinos negociaban la paz con los caciques <strong>de</strong>l Chaco en 1825. Estanislao López <strong>de</strong>rramaba continuas ofensivas <strong>de</strong><br />

exterminio sobre el Chaco <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1832. Pero los clanes en contacto con la frontera criollo republicana adquirían rápidamente<br />

necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la civilización capitalista. Y ya no podían prescindir <strong>de</strong> ello. Sobre este episodio daba cuenta el naturalista francés<br />

Alci<strong>de</strong>s D'Orbigny, que atravesó el Chaco austral en 1828 y dos años más tar<strong>de</strong> el boreal. Indios sueltos, familias y clanes bajaban a<br />

las ciuda<strong>de</strong>s y estancias periféricas por hachas, cuchillos o alcohol; así sucedía con los tobas en Corrientes, o los matacos que<br />

alquilaban anualmente su fuerza <strong>de</strong> trabajo en la provincia <strong>de</strong> Salta. 290<br />

Con la organización nacional, la oligarquía portuaria iniciaba un plan <strong>de</strong> asalto estratégico sobre el Chaco. Pero ello<br />

suponía también un estado <strong>de</strong> ánimo y una justificación pública <strong>de</strong> la circunstancia mayor: la ocupación privada <strong>de</strong> la tierra. La<br />

Nación pagaría una guerra que <strong>de</strong>vendría en uso particular <strong>de</strong>l suelo, en cabeza <strong>de</strong> la élite. El punto <strong>de</strong>bió ser estudiado con cuidado.<br />

287 I<strong>de</strong>m, 118.<br />

288 Alan Moorehead: Darwin. La Expedición en el Beagle (1831-1836). Barcelona, Ediciones <strong>de</strong>l Serbal, 1980, 101-103.<br />

289 Des<strong>de</strong> Laguna Gran<strong>de</strong> hasta el río Salado.<br />

290 Alci<strong>de</strong>s D. D'Orbigny (1833): Viaje a la América Meridional. Madrid, 1958, T III, 168-169.

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