Etnias y árboles - Escuela de Historia
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la productividad. 2. Búsqueda de la naturaleza como fuente de energía, y entre ellos centralmente el bosque. 3. Explosión urbana y brusco impulso hacia adelante de la ciencia y tecnología. 269 4. La naturaleza como un capítulo de estrategia militar. "Habiendo almorzado y comido a la vez, algunos de nosotros subimos al Salado, acompañados de una docena de soldados. (...) Un par de cisnes silvestres estaban en la embocadura del río Las Víboras, y estando la tarde muy hermosa, la escena de los alrededores era verdaderamente apacible. Así es que, mientras el ingeniero iba de arriba abajo, yo dejé mi caballo, y sentándome en la orilla, con un lápiz y un libro de apuntes en la mano, comencé a escribir mis opiniones acerca del plan de la línea de fortificaciones militares del Barón Du Graty, que se extiende desde la Esquina Grande en el lado occidental del Río Salado, hasta San Javier, en la margen derecha del Paraná, en una distancia, a lo menos, de cincuenta leguas". 270 Lo que parecía en el inglés un arranque sensible por los gestos de las especies, el comienzo de un boceto plástico o tal vez literario, en verdad fue motivo de inspiración para bucear en la naturaleza como teatro de operaciones étnico-militares y económicas. La alienación se instalaba en un peldaño superior, el que le imprimían la eficiencia de un modo de producir y el propio tiempo transformado en mercancía. 20. ECOTONO DE LAS PAMPAS Desde la ciudad de Santa Fe en una línea oblicua hacia el noroeste, pasando por sobre la laguna de Mar Chiquita y siguiendo el curso del río Dulce hasta Tucumán, quedaban limitadas geomorfológicamente la gran llanura chaqueña al Norte, y al Sur la llanura pampeana; al Oeste las sierras pampeanas, los bolsones intermontanos, la cordillera oriental y las sierras subandinas. Entre todas ellas, franjas de ecotonos o zonas transicionales de tensión entre comunidades vegetales, animales pero también humanas. 271 Entre ambas llanuras, pampas, gruesas capas de humus sin casi árboles. Hacia las primeras décadas del XIX altos cardos que incluso impedían el ataque de clanes y bandoleros indios. 272 Aquí la ausencia de cercamientos volvía incompatibles agricultura con ganadería. La ganadería extensiva seguía siendo en este ecotono la única explotación posible. Pero las condiciones de utilización de los recursos provenían también del modelo de distribución. La concentración de la propiedad de la tierra reproducía el esquema de su uso. 273 Las tierras fácilmente ocupadas, restringían la inmigración masiva de agricultores según el esquema de expansión agrícola norteamericano. Pero los ingresos por hectárea eran lo suficientemente bajos como para limitar la acumulación de capitales, de allí que la ganadería extensiva entrara en un circuito sin salidas, bloqueando el aumento poblacional, y obstruyendo la acumulación originaria. 274 Cuando representantes de las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes solicitaban derechos aduaneros para proteger sus artesanías, la élite porteña les respondía que se dedicasen a la ganadería. 275 Para el viajero ruso Chikhachev, la antropología del gaucho se definía en este ecotono, como una "decadencia" de los primitivos españoles asentados alrededor del ganado. El modelo de ocupación del suelo y la utilización de los recursos, había provocado según esta perspectiva una declinación de la "raza". Lo cierto era que los antiguos modos de vida se impregnaron en su personalidad. El pastoreo era casi concebido como una caza, y la caza como un pastoreo salvaje. "Agil, audaz, independiente, lleno de astucia pero también desaprensivo". 276 Llevaba el poncho como una vestimenta desde que nacía hasta su muerte. Pero era una vestimenta india. Junto a ello bombachas de arpillera, algodón o lienzo; pelo negro, "uno de los ejemplares más bellos del género 269 El número de elementos químicos utilizados antes del XVIII era de 26 (29% del total); durante ese siglo serán 28 y a fines del entrante pasarán a 50 (56.1%). 270 Hutchinson, op. cit, 178. 271 Ver adelante el capítulo: "El Desierto". 272 Platón Chikhachev (1839): "Viajes a través de las pampas de Buenos Aires". En Boletín del Instituto de Historia Argentina "Doctor E. Ravignani". Año IX, T IX (segunda serie), Buenos Aires, 1957, n° 14-15, 14, 106, 18. 273 Antonio Elio Brailovsky y Dina Foguelman: Memoria Verde. Historia Ecológica de la Argentina. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1991, 107. 274 Idem, 108. 275 "Memorandum prepara-do por J. N. Roxas y Patrón, representante de la provincia de Buenos Aires", 1831. En Revista de Economía Regional, Consejo Federal de Inversiones, Buenos Aires, 1964. 276 Chikhachev, op. cit, 20.
humano". 277 El propio gaucho participaba de la tensión indefinida del ecotono antropológico. Una muralla entre lo indio y lo blanco, pero al mismo tiempo un tránsito genético y cultural. Sobre él se volcaba el odio de los clanes. 278 Pero él no participaba de casi ningún beneficio de las relaciones capitalistas. La nube de polvo en el horizonte significaba invariablemente indios. Entonces la gente huía aterrorizada. Los fortines tenían una superficie cuadrangular, rodeada por un foso, en cuyo perímetro se plantaban cactus, algunas acacias, y áloes para formar una barrera de árboles. En el centro un rancho de largas cañas y barro torteado cubierto por cueros. Eran vulnerables, pero los indios no solían capturar esos fortines. 279 Se habían vuelto incapaces de pelear a pie, pero tampoco sus caballos lograban saltar los fosos y las filas de cactus de las defensas. Cuando intentan abrirse paso a pie "el gaucho hasta ese momento indiferente, apaga por fin el cigarro y toma su fusil". 280 Los indios volvían a buscar sus muertos por la noche. Esta era la frontera entre el antiguo status, la antigua forma de vida y el capitalismo. Reunía todas las debilidades de ambos y ninguna virtud. Los indios ya han dejado de usar las yeguas para montar, conservándolas como alimento en la correrías. 281 Los caballos del ecotono formaban dos tipos de tropillas, las de yeguas y las de potros. A las primeras se las llamaba manadas y andaban bajo la protección de un padrillo. La tropilla de potros seguía a las yeguas viejas o madrinas. En estas pampas todavía existían guanacos. Las estancias con grandes campos de matanza se llamaban saladeros. Al alba los gauchos iban a los corrales, lazo en mano, inspeccionaban el ganado, lo enlazaban por los cuernos y arrastraban al matadero con rapidez y coraje. Otros les cortaban los tendones de atrás con afilados cuchillos, y luego hundían sus puñales en la base del cuello. 282 Se hacía con tal precisión que el animal ya caía muerto. Otro grupo, salpicado de sangre de pies a cabeza, quitaba el cuero y cortaban la carne. Grasa y lengua se destinaban al comercio con Brasil. El cuadro era lúgubre, en tanto a pocos pasos de la matanza esperaban los perros cimarrones. La forma de cazar a los toros no iba más lejos. Cuando se aproximaba uno el gaucho trataba de adivinar si haría o no resistencia. Lo enlazaba por los cuernos audazmente y prendía el cabo a la argolla de su recado. Entonces galopaba en ángulo recto a la dirección de la carrera de la res, espoleando a su caballo tan duro como podía, tratando de voltear al toro. Si éste arremetía contra el cazador, el único recurso era la velocidad del caballo, lo cual a veces concluía en tragedia. La persecución duraba hasta que la res se agotaba. En ese momento el gaucho galopaba contra el toro a toda velocidad, llevándolo hacia una dirección opuesta y agarrándose de las crines del caballo tomaba al toro por la cola, el animal aturdido caía con violencia, y allí mismo lo degollaba. 283 El acto se llamaba colear al toro. Lo terrible solía suceder cuando los indios ponían fuego a la pampa. El incendio devoraba con rapidez el pasto seco. Si los gauchos percibían el peligro, inmediatamente prendían a su vez fuego a los pastos que estaban por delante a sotavento, para entonces despejar un espacio en el cual poder refugiarse. Pero no siempre había tiempo para ello, y mucho menos para salvar los rodeos. 284 A su vez los propios criollos podían incendiar los campos para "achicharrar a los indios", aunque principalmente -según observara Darwin- para mejorar los pastos. 285 El incendio de campos se convirtió en una práctica de ganaderos. Destruía el pajonal seco y permitía el rebrote de tallos tiernos. Aceleraba el reciclado de los nutrientes, devolviendo al suelo las sustancias de los tallos secos. Era una dinámica normal de ecosistemas de llanura con extensos territorios y escasa población. 286 Pero no se calculaban los costos en cuanto a fauna, ni por supuesto la pérdida de flora microbiana. De una situación de equilibrio con pastos duros se pasaba a otra de pastos blandos con mayor receptividad ganadera. Pero el cardo se convirtió en la primer señal del sobrepastoreo, y su crecimiento vertiginoso vinculado al alto tenor de nitrógeno del suelo. El cardo servía para delatar allí donde hubo un campamento 277 Ídem, 22. 278 "No se dan cuartel en cuanto llegan a encontrar-se y ninguno de los dos dejará con vida al otro si puede matarlo. La antigua guerra entre indios y españoles se mantiene en los descendientes con la crueldad más tremenda", ídem, 23. 279 Idem, 25. 280 Idem, 25. 281 Idem, 26. 282 Idem, 100. 283 Idem, 101. 284 Woobdine Parish (1839): Buenos Aires y las Provincias del Río de la Plata. Buenos Aires, Hachette, 1958. 285 Charles Darwin: Narrative of the Surveying of HMS 'Adventure' and 'Beagle' between 1826 and 1836. Vol. III, Londres, 1839. 286 Brailovsky, op. cit, 117.
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la productividad. 2. Búsqueda <strong>de</strong> la naturaleza como fuente <strong>de</strong> energía, y entre ellos centralmente el bosque. 3. Explosión urbana y<br />
brusco impulso hacia a<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la ciencia y tecnología. 269 4. La naturaleza como un capítulo <strong>de</strong> estrategia militar.<br />
"Habiendo almorzado y comido a la vez, algunos <strong>de</strong> nosotros subimos al Salado, acompañados <strong>de</strong> una docena <strong>de</strong> soldados. (...)<br />
Un par <strong>de</strong> cisnes silvestres estaban en la embocadura <strong>de</strong>l río Las Víboras, y estando la tar<strong>de</strong> muy hermosa, la escena <strong>de</strong> los alre<strong>de</strong>dores era<br />
verda<strong>de</strong>ramente apacible. Así es que, mientras el ingeniero iba <strong>de</strong> arriba abajo, yo <strong>de</strong>jé mi caballo, y sentándome en la orilla, con un lápiz y un<br />
libro <strong>de</strong> apuntes en la mano, comencé a escribir mis opiniones acerca <strong>de</strong>l plan <strong>de</strong> la línea <strong>de</strong> fortificaciones militares <strong>de</strong>l Barón Du Graty, que se<br />
extien<strong>de</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la Esquina Gran<strong>de</strong> en el lado occi<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong>l Río Salado, hasta San Javier, en la margen <strong>de</strong>recha <strong>de</strong>l Paraná, en una distancia, a<br />
lo menos, <strong>de</strong> cincuenta leguas". 270<br />
Lo que parecía en el inglés un arranque sensible por los gestos <strong>de</strong> las especies, el comienzo <strong>de</strong> un boceto plástico o tal<br />
vez literario, en verdad fue motivo <strong>de</strong> inspiración para bucear en la naturaleza como teatro <strong>de</strong> operaciones étnico-militares y<br />
económicas. La alienación se instalaba en un peldaño superior, el que le imprimían la eficiencia <strong>de</strong> un modo <strong>de</strong> producir y el propio<br />
tiempo transformado en mercancía.<br />
20. ECOTONO DE LAS PAMPAS<br />
Des<strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Santa Fe en una línea oblicua hacia el noroeste, pasando por sobre la laguna <strong>de</strong> Mar Chiquita y<br />
siguiendo el curso <strong>de</strong>l río Dulce hasta Tucumán, quedaban limitadas geomorfológicamente la gran llanura chaqueña al Norte, y al Sur<br />
la llanura pampeana; al Oeste las sierras pampeanas, los bolsones intermontanos, la cordillera oriental y las sierras subandinas. Entre<br />
todas ellas, franjas <strong>de</strong> ecotonos o zonas transicionales <strong>de</strong> tensión entre comunida<strong>de</strong>s vegetales, animales pero también humanas. 271<br />
Entre ambas llanuras, pampas, gruesas capas <strong>de</strong> humus sin casi <strong>árboles</strong>. Hacia las primeras décadas <strong>de</strong>l XIX altos cardos que incluso<br />
impedían el ataque <strong>de</strong> clanes y bandoleros indios. 272 Aquí la ausencia <strong>de</strong> cercamientos volvía incompatibles agricultura con gana<strong>de</strong>ría.<br />
La gana<strong>de</strong>ría extensiva seguía siendo en este ecotono la única explotación posible. Pero las condiciones <strong>de</strong> utilización <strong>de</strong> los recursos<br />
provenían también <strong>de</strong>l mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> distribución. La concentración <strong>de</strong> la propiedad <strong>de</strong> la tierra reproducía el esquema <strong>de</strong> su uso. 273 Las<br />
tierras fácilmente ocupadas, restringían la inmigración masiva <strong>de</strong> agricultores según el esquema <strong>de</strong> expansión agrícola norteamericano.<br />
Pero los ingresos por hectárea eran lo suficientemente bajos como para limitar la acumulación <strong>de</strong> capitales, <strong>de</strong> allí que la gana<strong>de</strong>ría<br />
extensiva entrara en un circuito sin salidas, bloqueando el aumento poblacional, y obstruyendo la acumulación originaria. 274 Cuando<br />
representantes <strong>de</strong> las provincias <strong>de</strong> Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes solicitaban <strong>de</strong>rechos aduaneros para proteger sus artesanías, la<br />
élite porteña les respondía que se <strong>de</strong>dicasen a la gana<strong>de</strong>ría. 275<br />
Para el viajero ruso Chikhachev, la antropología <strong>de</strong>l gaucho se <strong>de</strong>finía en este ecotono, como una "<strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia" <strong>de</strong> los<br />
primitivos españoles asentados alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l ganado. El mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> ocupación <strong>de</strong>l suelo y la utilización <strong>de</strong> los recursos, había<br />
provocado según esta perspectiva una <strong>de</strong>clinación <strong>de</strong> la "raza". Lo cierto era que los antiguos modos <strong>de</strong> vida se impregnaron en su<br />
personalidad. El pastoreo era casi concebido como una caza, y la caza como un pastoreo salvaje. "Agil, audaz, in<strong>de</strong>pendiente, lleno<br />
<strong>de</strong> astucia pero también <strong>de</strong>saprensivo". 276 Llevaba el poncho como una vestimenta <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que nacía hasta su muerte. Pero era una<br />
vestimenta india. Junto a ello bombachas <strong>de</strong> arpillera, algodón o lienzo; pelo negro, "uno <strong>de</strong> los ejemplares más bellos <strong>de</strong>l género<br />
269<br />
El número <strong>de</strong> elementos químicos utilizados antes <strong>de</strong>l XVIII era <strong>de</strong> 26 (29% <strong>de</strong>l total); durante ese siglo serán 28 y a fines <strong>de</strong>l entrante pasarán a 50 (56.1%).<br />
270<br />
Hutchinson, op. cit, 178.<br />
271<br />
Ver a<strong>de</strong>lante el capítulo: "El Desierto".<br />
272<br />
Platón Chikhachev (1839): "Viajes a través <strong>de</strong> las pampas <strong>de</strong> Buenos Aires". En Boletín <strong>de</strong>l Instituto <strong>de</strong> <strong>Historia</strong> Argentina "Doctor E. Ravignani". Año IX, T<br />
IX (segunda serie), Buenos Aires, 1957, n° 14-15, 14, 106, 18.<br />
273<br />
Antonio Elio Brailovsky y Dina Foguelman: Memoria Ver<strong>de</strong>. <strong>Historia</strong> Ecológica <strong>de</strong> la Argentina. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1991, 107.<br />
274<br />
I<strong>de</strong>m, 108.<br />
275<br />
"Memorandum prepara-do por J. N. Roxas y Patrón, representante <strong>de</strong> la provincia <strong>de</strong> Buenos Aires", 1831. En Revista <strong>de</strong> Economía Regional, Consejo<br />
Fe<strong>de</strong>ral <strong>de</strong> Inversiones, Buenos Aires, 1964.<br />
276 Chikhachev, op. cit, 20.