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Etnias y árboles - Escuela de Historia

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La ilustración republicana no pudo absorber nada <strong>de</strong> este pensamiento, a riesgo <strong>de</strong> refundir otra vez a la "barbarie" en<br />

la civilización. La naturaleza era lo rural, lo rural el espíritu caudillesco, lo caudillesco lo bárbaro. Lo bárbaro lo indio. Lo indio el<br />

<strong>de</strong>sierto. ¿Para qué se necesitaba una naturaleza que fuese <strong>de</strong>sierto? Nada más pernicioso para este anillo mental sólido <strong>de</strong> mediados<br />

<strong>de</strong>l XIX, que la naturaleza dialogara con las ciuda<strong>de</strong>s. Sería la trocha <strong>de</strong> la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l género humano. En territorios gigantes y<br />

aún <strong>de</strong>sconocidos, lo significativo era el diseño <strong>de</strong> una ciudad. 263<br />

Los jesuitas anticiparon un siglo antes, y <strong>de</strong> manera pragmática, un rechazo, una voltereta a la alienación<br />

hombre/naturaleza. Se distanciaban <strong>de</strong>l reflejo subjetivo asimilado en la literatura religiosa medieval, esto es <strong>de</strong> una antigua alienación<br />

que operaba primero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la exteriorización, o <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el espíritu divino que adoptaba la forma humana (en Cristo). En segundo lugar,<br />

<strong>de</strong> la alienación <strong>de</strong>l espíritu respecto al cuerpo, en la contemplación y el éxtasis. Tercero, <strong>de</strong> la alienación <strong>de</strong>l hombre pecador<br />

respecto <strong>de</strong> Dios. 264 En las dos primeras formas, un distanciamiento entre los atributos <strong>de</strong>l hombre y él mismo, y entre los atributos<br />

<strong>de</strong> la fe y el hombre. La kenosis es a propósito la alienación <strong>de</strong>l espíritu, que sale <strong>de</strong> "sí mismo" y <strong>de</strong>viene otra cosa distinta, extraña a<br />

su esencia. Los jesuitas se apartaban <strong>de</strong> esta representación como si se dijera "por fuera". Era una suerte <strong>de</strong> lapsus momentáneo <strong>de</strong> la<br />

conciencia, obligado por la realidad a secas. La reducción tenía que alimentar diariamente a centenares <strong>de</strong> seres humanos. Esto era<br />

impostergable. Captaron hasta don<strong>de</strong> pudieron la economía <strong>de</strong> la relación aborigen con la naturaleza. No era dable <strong>de</strong>saprovechar<br />

algo. Por lo mismo anticiparon una revolución mental <strong>de</strong> carácter americano. Preparaban en una praxis original, se acercaban por<br />

fuera a conclusiones <strong>de</strong> los jóvenes hegelianos <strong>de</strong> izquierda que las mentes republicanas tardías no podían aceptar: el hombre es un<br />

ser directamente naturaleza. 265<br />

Para el capitalismo estaba claro que la naturaleza Chaco era una mercancía. Pero la relación <strong>de</strong> valor que existe entre<br />

las mercancías, mantiene oculta, escon<strong>de</strong> bajo el velo <strong>de</strong> una relación entre cosas, la relación real entre los hombres. Fetichismo que<br />

impera en el mercado, una fantasmagoría, los hombres ven relaciones entre las cosas allí don<strong>de</strong> imperan relaciones entre los hombres.<br />

El fetichismo se les pega a los productos <strong>de</strong>l trabajo. La naturaleza tratada como mercancía, significa una cosa ya producida por el<br />

hombre. Sólo que en ella no existe aún la relación humana. De allí que surge una alienación al estilo <strong>de</strong> la religión: una kenosis.<br />

Como si esta surgiera <strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong>l hombre, y una vez allí, materializada fuese mercancía. En este caso no es el trabajo lo que está<br />

alienado, sino el propio espíritu <strong>de</strong>l hombre.<br />

La cosificación como un producto <strong>de</strong> la alienación (Marx). Los hombres <strong>de</strong>positan en las cosas, la confianza que no<br />

<strong>de</strong>positan en ellos mismos como personas. Colocada en cuanto relación objetivada <strong>de</strong> las personas entre sí, en cuanto a valor <strong>de</strong><br />

cambio objetivado, la naturaleza es percibida como una mercancía que se ofrece para ser explotada, consumida, gastada. Pero<br />

también cambiada. Esta es la iconografía que el Chaco adquiría a mediados <strong>de</strong>l XIX.<br />

La división <strong>de</strong>l trabajo es consecuencia <strong>de</strong> la división <strong>de</strong> la sociedad, es <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> la contraposición <strong>de</strong> intereses entre el<br />

individuo y la sociedad. Pero el capitalismo <strong>de</strong>l XIX republicano inauguraba un juego <strong>de</strong> contraposiciones más: la sociedad respecto a<br />

la naturaleza y el individuo respecto a la naturaleza. Como en los juegos <strong>de</strong> vi<strong>de</strong>ogames, pasaron a ser tres y no uno los dragones, tres<br />

y no una las alienaciones. Se autoduplicaban.<br />

INDIVIDUO<br />

263 La élite republicana absorbió con notable ductilidad la psicología <strong>de</strong> los viajeros y empresarios ingleses. Uno <strong>de</strong> ellos, Tomás Hutchinson, escribía <strong>de</strong> su viaje<br />

al Chaco: "Una <strong>de</strong> las cosas más <strong>de</strong>sagradables que hemos tenido que sufrir hasta ahora -al menos para un hombre como yo- es la necesidad <strong>de</strong> dormir al aire<br />

libre. Las gentes pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>cir cuanto quieran sobre los placeres y poesía <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong>l campo, pero yo no soy bastante poético para levantarme a las tres <strong>de</strong> la<br />

mañana, con mi ropa <strong>de</strong> franela y frazada -pues duermo en una <strong>de</strong> esas camas americanas <strong>de</strong> patente <strong>de</strong> Whitmarsh- empapadas con un pesado rocío (...), pasar<br />

un día <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> otro sin beber agua fresca, y ser una noche, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> otra, ahogados por ese pesado rocío, mientras la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> lavarse la cara o las manos<br />

es una utopía impracticable". Thomas J. Hutchinson (1865) Buenos Aires y otras Provincias Argentinas. Buenos Aires, Editorial Huarpes, 1945, 176-77.<br />

264 Schaff, op. cit, 47.<br />

265 "Pero el hombre no sólo es un ser natural sino un ser natural humano; puesto que existe para sí mismo -y por tanto a nivel <strong>de</strong> especie- (...) La naturaleza no<br />

se halla a<strong>de</strong>cuada al ser humano ni objetiva ni subjetiva-mente". Carlos Marx (1844): Manuscritos <strong>de</strong> París. Escritos <strong>de</strong> los "Anuarios Franco-alemanes".<br />

Barcelona, Crítica, 1978, 420-421.

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