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Etnias y árboles - Escuela de Historia

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digestivo. A los indios se le había encontrado bolitas ver<strong>de</strong>s en el estómago, que se consi<strong>de</strong>raron <strong>de</strong>l mismo tipo que las halladas en<br />

antas y guanacos, unas piedritas llamadas bezoar usadas para remedios. Una vez muertos, los colonizadores rechazaban la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> ser<br />

remedios <strong>de</strong> nadie.<br />

La yerba era transportada a lomo <strong>de</strong> mulas al Perú y Chile, y envasada en bolsas cuadradas <strong>de</strong> cuero vacuno <strong>de</strong> siete<br />

arrobas. 241 Cada mula, que conocía su carga, soportaba un número <strong>de</strong>terminado <strong>de</strong> arrobas, y si se agregaban algunas libras más se<br />

echaba a tierra. Los españoles conocían el límite <strong>de</strong> las mulas, pero no el <strong>de</strong> los indios. La yerba no se podía beber si permanecía<br />

mucho tiempo en agua tibia, tampoco si se hume<strong>de</strong>cía. En este caso se utilizaba como tintura, con la que se obtenía el color negro.<br />

Había un lejano paralelismo con la coca: la yerba servía contra el hambre y la sed. "Cuando los indios remaban todo el día y estaban<br />

cansados y sedientos, y el sudor goteaba <strong>de</strong> ellos, se refrescaban increíblemente cuando tomaban mucha yerba mezclada con agua <strong>de</strong>l<br />

río". 242<br />

En los perímetros norocci<strong>de</strong>ntales <strong>de</strong>l Chaco boreal, las fortunas se amasaban con el comercio <strong>de</strong> la yerba. Muchos<br />

miles <strong>de</strong> hombres trabajaban anualmente en ello, y consumían millares <strong>de</strong> vacunos y mulares.<br />

A fines <strong>de</strong>l XVIII los hispanocriollos ya se quejaban por la tala indiscriminada <strong>de</strong> <strong>árboles</strong> <strong>de</strong> yerba. Dobrizhoffer<br />

relataba cómo en vez <strong>de</strong> atenerse al antiguo uso <strong>de</strong> separar las ramas, se abatían los <strong>árboles</strong> enteros a hacha para ganar tiempo y<br />

rendimiento. Las tribus sólo cortaban las ramas y gajos superfluos, como si los podaran, quedando intacto el árbol. 243 La tala<br />

formidable <strong>de</strong> los <strong>árboles</strong> <strong>de</strong> la yerba había dado lugar a los falsificadores. La naturaleza se transformaba en mercancía, y ésta en<br />

voracidad <strong>de</strong> acumulación y tiempo. Se cortaban hojas <strong>de</strong> otros <strong>árboles</strong> y se las tostaba mezcladas con las <strong>de</strong> caá, lo que provocaba en<br />

el consumidor dolores <strong>de</strong> cabeza y vómitos. Las autorida<strong>de</strong>s quemaban en la plaza pública la yerba falsificada. Pero la tala se había<br />

a<strong>de</strong>lantado a la plantación y luego no se encontraba la fórmula para hacer fructificar la semilla <strong>de</strong>l caá. Se dijo que los jesuitas habían<br />

hallado por fin el mecanismo <strong>de</strong> germinación. Se <strong>de</strong>bía lavar cuidadosamente y varias veces la semilla, introducirla en un terreno <strong>de</strong><br />

mucha humedad, casi pantanoso, y al germinar transportar el brote a la zona <strong>de</strong> plantación. Dobrizhoffer aseguraba que era un "bello<br />

espectáculo" contemplar ese bosque. 244 Su estética procedía <strong>de</strong>l trabajo humano inserto en la naturaleza. Se cavaban zanjas <strong>de</strong> dos<br />

varas <strong>de</strong> hondo para recibir el agua <strong>de</strong> lluvia para riego, y en medio <strong>de</strong> la obra se colocaba la planta. El arbolito era protegido <strong>de</strong>l frío<br />

y los vientos con una carpa <strong>de</strong> paja. Luego requería gran calor y persistencia. A los tres o cuatro años el árbol empezaba a producir,<br />

aunque nunca lograba la altura <strong>de</strong> los naturales.<br />

En este caso los jesuitas inscribían su organización en la eco-organización. Una transformación que comportaba<br />

aspectos <strong>de</strong> simbiotización entre las especies seleccionadas, protegidas, cuidadas y nutridas por el hombre, para sojuzgarlas.<br />

Utilización e inhibición <strong>de</strong> sus cualida<strong>de</strong>s. Pero aún un sojuzgamiento <strong>de</strong> manera restringida. El po<strong>de</strong>r sobre los procesos <strong>de</strong><br />

reproducción y <strong>de</strong>sarrollo vegetal iniciaba la agricultura <strong>de</strong> la yerba. Una "domesticación" <strong>de</strong>l árbol que <strong>de</strong>bía preparar al ramaje para<br />

su consumo como té. Se creaba por primera vez en los límites <strong>de</strong> Chaco un bosque artificialmente construido, sistemas <strong>de</strong> irrigación,<br />

<strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> propiedad, circulación y explotación animal y humana. El control ecológico, que era <strong>de</strong>tentado esporádicamente por<br />

especies marginales, se convertía en un control antropo-social sistemático. 245<br />

Pero nacía en el Chaco boreal <strong>de</strong> esta forma también, la presión <strong>de</strong> la especulación sobre los recursos: plantaciones en<br />

lugares no favorables que empobrecían rápidamente el suelo. Una vinculación <strong>de</strong> producción y ética así como el tema <strong>de</strong> la dignidad.<br />

¿Explotaciones dañinas, atentatorias contra el medio ambiente podían crear/recrear el sentimiento <strong>de</strong> dignidad humano? Los jesuitas<br />

sin embargo aportaban, con el bosque artificial <strong>de</strong> yerba, a las alternativas <strong>de</strong> las inversiones a largo plazo, obras <strong>de</strong> irrigación, etc.<br />

Chaco empezaba a mostrarse como un laboratorio <strong>de</strong> gamas amplias <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo económico y mal <strong>de</strong>sarrollo. 246 El<br />

sueño prometeico y voluntarista <strong>de</strong> los conquistadores españoles en dominar la naturaleza, se fundía con el sueño <strong>de</strong> dominar<br />

civilizaciones indias. Pero como en el marco geopolítico <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ología dominante, las civilizaciones aborígenes no eran tales en el<br />

espacio Chaco, hubo un corrimiento <strong>de</strong> los <strong>de</strong>seos e intereses. El agua siguió formando parte <strong>de</strong>l proyecto "civilizatorio", pero en<br />

241<br />

Dobrizhoffer, op. cit, 196-205.<br />

242<br />

I<strong>de</strong>m, 199.<br />

243<br />

I<strong>de</strong>m, 201.<br />

244<br />

I<strong>de</strong>m, 202.<br />

245<br />

Morin, 1993, 94.<br />

246<br />

Ignacy Sachs: "Introducción: ¿El fin <strong>de</strong> la era <strong>de</strong> Colón? El <strong>de</strong>sarrollo en tela <strong>de</strong> juicio". Revista Internacional <strong>de</strong> Ciencias Sociales. Diciembre 1992, n°<br />

134, UNESCO, 483-491.

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