Etnias y árboles - Escuela de Historia
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motor o aspecto psíquico <strong>de</strong> la actividad nerviosa superior, era <strong>de</strong>smoronada aún en su arcaísmo étnico por animus <strong>de</strong> la utilidad y el<br />
espíritu naciente <strong>de</strong> la empresa burguesa.<br />
16. LAS VOCES DE LA SAL, EL MAÍZ, EL TRIGO Y LAS ALGARROBAS<br />
En las ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l Chaco y su periferia, ciclos <strong>de</strong> carestía absoluta <strong>de</strong> la sal. Una libra <strong>de</strong> cera se pesaba contra una <strong>de</strong><br />
sal. Algunos clanes comían sin sal, y los jesuitas calculaban que a ello se <strong>de</strong>bía que los indios vivieran plagados <strong>de</strong> sarna. El<br />
misionero Dobrizhoffer llega a un pueblo <strong>de</strong> Santiago, Moppa, don<strong>de</strong> un español lo agasaja pero no pue<strong>de</strong> conseguir sal para dos<br />
huevos en toda la al<strong>de</strong>a.<br />
Los indios no tenían por lo general dolores <strong>de</strong> muelas y llevaban su <strong>de</strong>ntadura "incólume a la sepultura". Según la<br />
tradición aborigen ello se <strong>de</strong>bía a que <strong>de</strong>spués que las viejas trituraban con los dientes las hojas <strong>de</strong> tabaco, escupían el mismo con la<br />
saliva sobre la palma <strong>de</strong> las manos, espolvoreaban con sal la masa, y seguían amasando hasta que el menjunje se volvía negro. Era el<br />
noetá,la medicina que los clanes llevaban consigo pendiente <strong>de</strong> un cuerno <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su juventud. Cortaban <strong>de</strong> tiempo en tiempo una parte y<br />
las introducían en la boca. Antes <strong>de</strong>l tabaco, se hacía <strong>de</strong> la raíz <strong>de</strong>l noetá (en abipón). 229<br />
La naturaleza alimenticia, para indios y españoles era una gran fuente <strong>de</strong> carne. Por lo mismo la sal no resultaba un<br />
accesorio. Pero nada se producía en cantidad para el mercado interno. Carne <strong>de</strong> cría, carne salvaje, carne <strong>de</strong> aves, carne <strong>de</strong> peces.<br />
Una infinita variedad <strong>de</strong> carnes, pero no <strong>de</strong> preparaciones. Lo que las diferenciaba era el modo <strong>de</strong> obtenerlas, el modo <strong>de</strong> asarlas, y<br />
relativamente el gusto. Los vegetales quedaban al margen. Por lo general los hispanocriollos <strong>de</strong>l Chaco austral, cuando se referían a<br />
las hortalizas hablaban <strong>de</strong>l pasto. Se trataba para ellos <strong>de</strong> alimentos para animales.<br />
El Chaco era también un mundo <strong>de</strong> mieles. Hasta fines <strong>de</strong>l XVIII no se había visto una sola colmena creada por el<br />
hombre. Las abejas llenaban <strong>de</strong> miel incontables <strong>árboles</strong> huecos, hendijas, el campo. En algunos sitios era agria, en otros<br />
completamente dulces. La miel juntada al comienzo <strong>de</strong> la primavera en las plantas y sobre la alta hierba era llamada por los españoles<br />
lechiguana. De los panales se extraían una suerte <strong>de</strong> papeles secantes pero <strong>de</strong> un diámetro tan gran<strong>de</strong> que apenas se los podía abarcar<br />
con los brazos. Se encontraba <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la tierra, en los campos, aunque la selva y el monte constituían la verda<strong>de</strong>ra fábrica <strong>de</strong> miel.<br />
Los hispanocriollos <strong>de</strong> Santiago consi<strong>de</strong>raban la mejor miel la encontrada en los cardones, pero a gusto <strong>de</strong> los guaraníes la eyrobaña<br />
era la más pura y dulce: en un vaso nadie la distinguía <strong>de</strong>l agua <strong>de</strong> fuente cristalina. (Por lo general los habitantes <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s<br />
trataban <strong>de</strong> tener gustos distintos al <strong>de</strong> los clanes). Se hallaba en el árbol Ybirapaye.<br />
Los hispanocriollos <strong>de</strong> Santiago entraban a los bosques en cuadrillas, en busca <strong>de</strong> mieles y ceras. Blanqueaban la miel<br />
trabajosamente al sol y <strong>de</strong>spués la vendían a Chile y Perú con escasas ganancias. Los abipones, cuando hacía buen tiempo y el sol<br />
brillaba, cabalgaban hacia el campo. Poseían una vista increíblemente aguda, seguían a las abejas en su vuelo, <strong>de</strong>jaban a la entrada<br />
<strong>de</strong>l bosque sus caballos y las perseguían a pie hasta el panal, saltaban a los <strong>árboles</strong>, ensanchaban con el hacha la abertura <strong>de</strong>l panal y<br />
retiraban la miel sobre un cuero. Con la miel fermentada con agua hacían alcohol. Con la cera las ciuda<strong>de</strong>s producían velas, pero los<br />
indios no la utilizaban, por lo que la cambiaban por cualquier cosa. Los clanes se alumbraban con fuegos.<br />
El trigo turco (en español) era el máyz criollo, al que los guaraníes llamaban abati, y algunos europeos kukuruz. La<br />
harina <strong>de</strong> maíz era el bagaje <strong>de</strong> los soldados en las marchas <strong>de</strong> persecución <strong>de</strong> indios. No necesitaban encen<strong>de</strong>r fuego; la comían crudo.<br />
El pan <strong>de</strong> maíz se llamaba mbuyapé o también chipá (tortilla). El maíz podía crecer en suelos inferiores y ser resistente<br />
en las siembras. Toda la periferia <strong>de</strong>l Chaco y gran parte <strong>de</strong> su interior tenía o adquirió tradición alimentaria basada en el maíz. Pero<br />
ello sucedió con extrema lentitud, la atracción por la carne llenaba toda la cultura <strong>de</strong> los alimentos.<br />
Las batatas o tubérculos dulces eran los camotes <strong>de</strong> Málaga. Con el mandubí o maní los españoles hacían aceite, para<br />
ellos superior al <strong>de</strong> oliva. Las sandías crecían por el suelo arenoso <strong>de</strong> Santiago, muy dulces y <strong>de</strong> un tamaño fabuloso. 230 Su pulpa era<br />
siempre <strong>de</strong> temperatura fría y <strong>de</strong>leitaba a las gargantas sedientas. Cuando había <strong>de</strong>masiadas lluvias los melones se pudrían antes <strong>de</strong><br />
madurar.<br />
229 Dobrizhoffer, op. cit, 526.<br />
230 Í<strong>de</strong>m, 531.