Etnias y árboles - Escuela de Historia
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Ningún abipón comía gallinas, ovejas, pescados, tortugas <strong>de</strong> agua, porque sospechaba que esto lo <strong>de</strong>bilitaba. Pero su<br />
plato preferido era el tigre, y sobre todo el beber su grasa. Abipones y mocobíes estaban persuadidos que en ese plato residía el<br />
corazón <strong>de</strong> la fortaleza. Las cicatrices <strong>de</strong>jadas por los tigres producían <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> sanadas dolores e irritaciones insufribles. Las<br />
heridas en las garras, el tigre se las curaba refregándose contra la corteza <strong>de</strong>l ceibo (árbol que para los españoles no servía para nada).<br />
Los asnos se <strong>de</strong>fendían <strong>de</strong> los yaguares a coces, pero a campo abierto no podían ganar jamás; las vacas protegían a sus terneros y a<br />
ellas mismas con las astas; las yeguas en cambio abandonaban a sus potrillos cuando atacaba el tigre; las antas lo esperaban con los<br />
brazos abiertos, echadas <strong>de</strong> espaldas y lo oprimían en cuanto saltaban. La grasa <strong>de</strong>l tigre era usada también como remedio contra los<br />
gusanos; sus garras calcinadas aminoraban el dolor <strong>de</strong> muelas. El cuero <strong>de</strong>l yaguar servía a los abipones como coraza, alfombra o<br />
manta. Anualmente se enviaban a España <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Chaco y su periferia gran<strong>de</strong>s cantida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> cueros <strong>de</strong> tigres. El ganado no se podía<br />
enten<strong>de</strong>r sin la guerra contra estos felinos. Entre los guaraníes era el yaguar o yaguareté; entre los abipones el nihiranak, luego<br />
apañigehak y laprinatraye. Las palabras cambiaban según murieran los caciques que las llevaban como sus nombres. Las palabras<br />
se enterraban con los caciques.<br />
En el XVIII el Chaco austral era una gran fábrica <strong>de</strong> ganado. Anticipos <strong>de</strong> ingeniería genética implantados en la<br />
producción mercantil. Se seguía a la naturaleza al compren<strong>de</strong>r que estaba por <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l hombre en cuanto a principios <strong>de</strong><br />
organización y adaptación. Pero también se la guiaba. La fabricación masiva <strong>de</strong> ganado mular en particular, aportaba un pensamiento<br />
anticipador, una estrategia <strong>de</strong> conjunto, una conciencia observadora <strong>de</strong> los mecanismos naturales. Por primera vez la técnica<br />
evolucionaba -a pesar <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spilfarro- siguiendo el curso <strong>de</strong> pensamiento <strong>de</strong> copilotaje hombre-naturaleza. La acumulación<br />
originaria <strong>de</strong> capitales resultado <strong>de</strong> la importación <strong>de</strong> mulares al Perú, creaba una ciencia-tecnología rural capaz <strong>de</strong> vencer en una<br />
complejidad <strong>de</strong>sorganizada. Eran las bases <strong>de</strong> la ciencia clásica,es <strong>de</strong>cir una gestión científica que obe<strong>de</strong>cía al paradigma <strong>de</strong> la<br />
simplificación. 222 Pero más lejos aún, se concebía al objeto como no in<strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong> su entorno, el cual participaba <strong>de</strong> su <strong>de</strong>finición<br />
interna al mismo tiempo que seguía siendo exterior a él. Ello había sido abierto esencialmente por la expansión <strong>de</strong> las fuerzas <strong>de</strong><br />
producción basadas enteramente en la prodigalidad fabulosa <strong>de</strong> los recursos naturales. Un pensamiento biológico surgido <strong>de</strong> la praxis<br />
productiva, que sustituía la causalidad general por causalidad <strong>de</strong>l entorno. Adoptaba nociones <strong>de</strong>l azar a los principios que gobiernan<br />
la reproducción. Pero asimismo incorporaba en el plano genético las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> singularidad y originalidad. Se liberaba, por la vía<br />
expeditiva <strong>de</strong> la economía, <strong>de</strong> los paradigmas <strong>de</strong> generalidad y <strong>de</strong> causalidad exterior, mecánica y <strong>de</strong>terminista. Pero no avanzaba más<br />
allá <strong>de</strong> las mulas. Por el sentido común y las necesida<strong>de</strong>s imperiosas <strong>de</strong>l mercado se llegaba a la analogía con una cibernética viviente,<br />
al <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> ciertos algoritmos <strong>de</strong>l mundo viviente.<br />
Pero la manipulación genética volvía <strong>de</strong>lgada <strong>de</strong> otra manera la película que la separaba <strong>de</strong>l oikos. Los seres vivientes<br />
aparecían como juguetes, resortes y cuerdas que procedían <strong>de</strong> otra parte.<br />
15. LOS ANIMALES<br />
Dos pequeños felinos, la onza y el mbaracayá (en guaraní), eran visitadores <strong>de</strong> gallineros.<br />
Los pumas no atacaban caballos, vacunos o seres humanos, sólo a los terneros, potrillos y ovejas. La carne <strong>de</strong> puma<br />
tenía el gusto <strong>de</strong> la vaca, <strong>de</strong> ahí que fuera tan solicitada por españoles e indios.<br />
El anta, mboreví en guaraní, alalek en abipón, alzada <strong>de</strong> asno y color <strong>de</strong> bovino; cabeza, ojos y patas semejante a un<br />
cerdo; orejas cortas, enhiestas al frente, dientes muy afilados y una boca <strong>de</strong> ternero cuyo labio superior tenía aspecto <strong>de</strong> trompa.<br />
Cuando se enojaba tendía hacia a<strong>de</strong>lante ese labio. Patas <strong>de</strong>lanteras que hendían en dos uñas huecas, las posteriores en tres. La cola<br />
un pequeño apéndice liso y pelado. Cuero pardo oscuro, grueso con el que españoles y abipones hacían corazas contra flechas y<br />
sablazos, pero que no resistían las lanzas y las balas. El anta, nombre que los portugueses daban al tapir, el único pericodéctilo <strong>de</strong><br />
América. Era la carne india antes <strong>de</strong> la entrada <strong>de</strong>l vacuno. La hembra tenía una sola cría cuya gestación duraba cuatro meses. Por<br />
ser muy sanguíneo, el animal sufría periódicas congestiones <strong>de</strong> las que se liberaba enfurecido, hiriéndose contra los <strong>árboles</strong>. De allí<br />
algunos clanes empezaron a usar la sangría como recurso curativo.<br />
222 Morin, 1993, 413.