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Etnias y árboles - Escuela de Historia

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Los burros vagaban en las llanuras en cuadrillas sin dueño. Sus relinchos llenaban los aires sin permitir dormir a los<br />

pobladores. En Europa eran empleados pero en esta parte <strong>de</strong> América no. En las estancias se reunían gran<strong>de</strong>s manadas para tener a<br />

mano a los recién nacidos precisados más tar<strong>de</strong> para procrear mulas. Los burros no eran tan fecundos, y los yaguares causaban<br />

estragos diariamente, en particular entre los que se mezclaban con las yeguas. A éstos los atacaban primero, porque preferían "lo que<br />

más hie<strong>de</strong>". 220 Rechazaban con sus cascos al tigre y se <strong>de</strong>fendían mejor que los caballos, pero el tigre era astuto. Los españoles<br />

mataban muchos burros sólo por las grasas <strong>de</strong> la nuca que los curtidores usaban para los cueros <strong>de</strong> ciervos. Hasta los negros esclavos<br />

consi<strong>de</strong>raban una vergüenza montar un burro (salvo en la región andina <strong>de</strong> La Rioja y Catamarca don<strong>de</strong> había pocos caballos). Los<br />

jesuitas habían sancionado, para los indios guaraníes, la prohibición <strong>de</strong> poseer caballos. Pero sí burros, porque con ellos no podían<br />

huir. Sólo los encargados <strong>de</strong> ganado y asuntos <strong>de</strong> la localidad montaban caballos y mulares combinadamente según las necesida<strong>de</strong>s.<br />

Por cada servicio <strong>de</strong> un burro hechor había siempre que matar un potrillo. Este era el cálculo para iniciar el precio <strong>de</strong><br />

un mular. El padrillo retajo era una <strong>de</strong> las claves <strong>de</strong> la producción. Si le cortaban el miembro, incitaba a las yeguas sin po<strong>de</strong>r<br />

abastecerlas entonces es don<strong>de</strong> ocupaba el rol <strong>de</strong> servidor el burro hechor. Se trataba <strong>de</strong> un juego sexual creado por el hombre en las<br />

condiciones <strong>de</strong> la producción <strong>de</strong> animales.<br />

En las reducciones se criaban ovejas; la lana era para vestir a los clanes. Las indias no llevaban más que un paño blanco<br />

<strong>de</strong> algodón. Las muchachas juntaban algodón maduro en el campo, pero la ocupación <strong>de</strong> las mujeres era hilar. Los hombres teñían.<br />

Existía una suerte <strong>de</strong> <strong>de</strong>cálogo para la cría <strong>de</strong> las ovejas que los reducidos <strong>de</strong>bían cuidar. Todo tenía que ser aprendido por los indios.<br />

En realidad tuvieron que hacer un aprendizaje enorme en muy escaso tiempo: 1. Arrear a horas fijas la majada al redil (techo sin<br />

pare<strong>de</strong>s para cubrirlas <strong>de</strong>l rocío nocturno, el calor <strong>de</strong>l medio día y los asaltos <strong>de</strong> pumas y yaguaretés). Ovejas en climas cálidos,<br />

subtropicales, <strong>de</strong>bían generar tantísimos cuidados. 2.No cargarlas al campo antes que el sol secara el rocío. 3. Alejar las ovejas <strong>de</strong> las<br />

zonas pantanosas, pastos con rocío, cardos y espinas (unos le provocaban una tos mortal, los otros le arrancaban lana). 4. Campos <strong>de</strong><br />

pastoreo con salitre y agua. 5. Castrar a los carneros superfluos. 6. Ningún chivo <strong>de</strong>bía hallarse cercano a las ovejas. La lana perdía<br />

suavidad si entraban en contacto. 7. Los cor<strong>de</strong>ros <strong>de</strong>bían ser amamantados y lamidos por su madre para no ser pisoteados por los<br />

gran<strong>de</strong>s. 8. Dividir la manada que solía ser entre diez y treinta mil cabezas en grupos y corrales particulares para su mayor cuidado por<br />

la noche.<br />

El concepto <strong>de</strong> semiosis colonial genera un dilema: ¿cuál es el locus enunciativo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cual el sujeto compren<strong>de</strong><br />

situaciones coloniales? ¿En qué tradición que se quiere compren<strong>de</strong>r se inscribe el sujeto <strong>de</strong> la comprensión? 221 El trabajo<br />

asalariado/servil en un modo <strong>de</strong> producción dominante, calificadamente gana<strong>de</strong>ro, generaba el sitio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cual el aborigen elaboraba<br />

ahora un discurso oral <strong>de</strong>l mundo. Si todo pasaba por el lente <strong>de</strong> las vacas y las vacas venían con otro modo <strong>de</strong> producir, el locus<br />

enunciativo <strong>de</strong>l indio era el <strong>de</strong>l español.<br />

El ganado era el alimento <strong>de</strong>l tigre, que por lo mismo parecía reproducirse <strong>de</strong> manera catastrófica. Piel blanca o<br />

amarilla con manchas negras, y más gran<strong>de</strong> que los africanos. En la estancia San Ignacio en Córdoba, Dobrizhoffer vio uno <strong>de</strong> tres<br />

varas <strong>de</strong> largo, gran<strong>de</strong> como un buey. Un buen jinete los alcanzaba en el campo; eran veloces pero no durante mucho tiempo.<br />

Arrastraban los cadáveres <strong>de</strong> animales cazados hasta sus guaridas. Lo comían recién cuando empezaba a <strong>de</strong>scomponerse. Entre los<br />

seres humanos, la predilección <strong>de</strong>l yaguar era objeto <strong>de</strong> un comentario racial en todas las ciuda<strong>de</strong>s. Preferían a los hombres negros,<br />

<strong>de</strong>spués a los indios y por último a los blancos. Esta categorización según que raza tuviese el olor más "nauseabundo", resultaba para<br />

los españoles un certificado inexcusable <strong>de</strong> superioridad. La sociedad <strong>de</strong> castas era muy obsequiosa ante tales tesis y especulaciones.<br />

Los blancos no "hedían", pero sí las otras razas. Las cacerías <strong>de</strong> yaguares se hacían con largas lanzas, pues si se fallaba con el disparo,<br />

la bestia saltaba. Un tigre era capaz <strong>de</strong> arrastrar dos caballos acollarados (uno muerto por él) hasta su guarida. Cuando no<br />

encontraban alimento en el monte o en el campo, se sumergían en los lagos o ríos y escupían una espuma blanca que flotaba sobre el<br />

agua. Era atrapada por los peces hambrientos, y el tigre los prendía entonces con sus garras, arrojándolos a tierra. Sacaba las tortugas<br />

que <strong>de</strong>voraba luego <strong>de</strong> extraerles el caparazón. Cuando llovía, había tempestad o frío, buscaban las casas <strong>de</strong> los blancos sólo para<br />

guarecerse. Un tigre peligroso era el que había probado carne humana. Cuando alguien huía y trepaba a un árbol, el tigre podía<br />

hacerlo también, en ese caso una sola era la salida, orinarlo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba, sobre todo a los ojos. Huía.<br />

220 "Es más oliente el negro que el español", í<strong>de</strong>m, 351.<br />

221 Walter Mignolo: "La Semiosis Colonial. La Dialéctica entre Representaciones Fracturadas y Hermenéuticas Pluritópicas". En B. González y L.H. Costigan<br />

(coord.) Crítica y <strong>de</strong>scolonización. El sujeto colonial en la cultura latinoamericana. Equinoccio, Universidad Simón Bolívar y Ohio State University, Caracas,<br />

1992, 38.

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