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Etnias y árboles - Escuela de Historia

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Sólo se producían caballos livianos, es <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> carrera y <strong>de</strong> silla, pero no <strong>de</strong> coche y <strong>de</strong> carros. Vivían completamente a<br />

la intemperie a diferencia <strong>de</strong> los buenos caballos europeos. A veces la hierba no era buena, les faltaba alimentos y agua. Expuestos<br />

siempre al calor, a las persistentes lluvias, al rocío y frío, al viento <strong>de</strong>l Sur, al aguijón <strong>de</strong> las moscas picantes, tábanos, mosquitos,<br />

creaban una resistencia peculiar. Pero no había selección artificial, en particular porque se elegían los mejores potrillos <strong>de</strong> la manada<br />

para castrarlos <strong>de</strong> inmediato, es <strong>de</strong>cir para su conversión en caballos <strong>de</strong> silla.<br />

La clonación es el precio <strong>de</strong> la uniformidad. Cuando el conjunto <strong>de</strong> genes <strong>de</strong> un individuo pasa intacto a su<br />

<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia, sus hijos serán sus copias fieles y resultarán idénticos entre sí. Había una instrucción parateórica <strong>de</strong> ello en los<br />

españoles, sólo que la naturaleza siempre cambiante y propensa a los experimentos, se resistía. Pero sin <strong>de</strong>masiado esfuerzo, porque la<br />

praxis productiva <strong>de</strong> los gana<strong>de</strong>ros barría con cualquier presunción teórica. La clonación resulta bastante común en plantas que se<br />

multiplican mediante gajos, espolones y tubérculos. Pero la civilización <strong>de</strong>l ganado repudiaba a las plantas. No interesaba padres ni<br />

<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia. Era sabido que hasta comienzos <strong>de</strong>l XIX Buenos Aires importaba trigo <strong>de</strong> California.<br />

Cuando se emprendía un viaje, cada jinete <strong>de</strong>bía llevar para ello una tropilla. En Europa un animal podía trotar un día<br />

entero, en el Chaco y su periferia mucho menos. A cada guaraní que prestaba servicios en el ejército se le daban cuatro caballos. De<br />

equinos, los <strong>de</strong> Santiago <strong>de</strong>l Estero se <strong>de</strong>cían que eran los más fuertes pues se alimentaban <strong>de</strong> la algarroba. Sobre ellos se podía<br />

cabalgar días enteros.<br />

Sus colores mostraban la resistencia. Los alazanes tostados eran los más aguantadores. A los manchados se los<br />

consi<strong>de</strong>raba traicioneros y peligrosos; los nacidos sobre suelo pedregoso más estimados que los nacidos en llanura <strong>de</strong> tierra blanca y<br />

arcillosa; eran muy apreciados los que tuvieran osada alegría, <strong>de</strong>safiaran a sus compañeros a luchar, saltaran sin miedo sobre los<br />

fosos, y ni bien se les quitase el freno y <strong>de</strong>sensillados se revolcaran gozosos sobre la tierra para quitarse el sudor. 213 No se usaban<br />

herraduras, aunque en muchas partes hubiese rocas y sierras ríspidas. Una herradura sería más costosa que el caballo. No había hierro<br />

y no había herreros. Los caballos se habituaban a los suelos. Salvo los criados sobre terreno blando que, cuando se los llevaba por<br />

caminos pedregosos, tropezaban y rengueaban con las patas <strong>de</strong>sgastadas por el roce <strong>de</strong> las piedras. Los padrillos eran castrados por lo<br />

general con luna menguante. Se tenía por eficaz, porque los <strong>árboles</strong> abatidos durante la luna llena no duraban mucho, se pudrían las<br />

ma<strong>de</strong>ras, los <strong>de</strong>voraban con velocidad los insectos. Abatidos durante la luna menguante permanecían como piedras. En la reducción<br />

<strong>de</strong> San Jerónimo para abipones no había vestigio <strong>de</strong> polillas en sus ma<strong>de</strong>ras cortadas <strong>de</strong> palmeras en luna menguante; en Concepción<br />

<strong>de</strong> abipones con palmeras hachadas en luna llena, los tirantes y travesaños se llenaban <strong>de</strong> gusanos, quedaban ahuecados y el polvillo<br />

caía día y noche como nieve mientras los gusanos hacían un ruido insoportable. 214 La predisposición negadora <strong>de</strong> la luna llena seguía<br />

vigente (el lobizón en la Edad Media). El cuero sacado al vacuno durante la luna llena perdía pronto el pelo, y la yerba mate se<br />

necesitaba envasar en cueros con el pelo entero. A cada cambio <strong>de</strong> luna seguía un cambio <strong>de</strong> los elementos. La vieja cultura rural<br />

medieval en <strong>de</strong>terminadas zonas se incorporaba intacta, y agregaba ritualida<strong>de</strong>s indias similares o que se asimilaban para darles mayor<br />

fuerza. Los capitanes <strong>de</strong> los barcos esperaban con los cambios <strong>de</strong> luna los cambios <strong>de</strong> viento.<br />

Las yeguas amansadas soportaban más fácilmente que los <strong>de</strong>más equinos los viajes largos; las vacas cruzaban los ríos<br />

mejor que los toros (<strong>de</strong> nadar más lento); se tusaban las crines y la cola <strong>de</strong> las yeguas <strong>de</strong> cría para que se preñaran con más prontitud y<br />

seguridad (una cola larga y gruesa era preferida por los padrillos en celo); para los indios la cola larga servía como <strong>de</strong>fensa para los<br />

enjambres <strong>de</strong> insectos; cortar la cola <strong>de</strong> un caballo era una venganza terrible entre las poblaciones suburbanas; cuando se quitaba la<br />

bajera al caballo, el lomo se hinchaba en esa parte al contacto con el aire frío o húmedo, se abrían y llegaban enjambres <strong>de</strong> moscas para<br />

poner sus huevos formándose gusanos blancos, que crecían <strong>de</strong> hora en hora y penetraban hacia a<strong>de</strong>ntro al animal. Millares <strong>de</strong> caballos<br />

morían por ello. Para salvarlos había que escarbarlos con un palito sacando los gusanos y llenar luego con tabaco mascado el hueco,<br />

<strong>de</strong>spués agregar sebo para que creciera otra vez el pelo.<br />

Un pájaro llamado en guaraní quiriquiri funcionaba como "médico" <strong>de</strong> los caballos: se posaba en el lomo y sin<br />

preocuparse <strong>de</strong> los corcoveos sacaba a picotazos el pus y los gusanos <strong>de</strong> la hinchazón. Los murciélagos volaban en gran<strong>de</strong>s cantida<strong>de</strong>s<br />

por el campo, <strong>de</strong>sgarraban el lomo <strong>de</strong> los caballos con la boca mientras lo abanicaban con sus alas produciendo una brizna suave. Esto<br />

hacían también al caballo, que no se resistía, se adormecía entonces mientras el murciélago le chupaba la sangre. Había que<br />

espolvorear la herida con ceniza caliente para que no produjese una hinchazón. Con igual técnica los murciélagos chupaban la sangre<br />

213 Í<strong>de</strong>m, 334.<br />

214 Í<strong>de</strong>m, 335.

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