Etnias y árboles - Escuela de Historia

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clanes y la naturaleza, la casa, quedaba supeditada a un factor externo al sistema. Tal vez se cumplían los cánones de la vieja definición, intuidos de alguna manera por los vencedores: "la ecología no es más que una mera extensión de la economía a la naturaleza animada" (Huxley y Wells, 1939). El primer paso de la conquista era desrelacionar mutuamente al organismo hombre de su ambiente respectivo bajo condiciones naturales. Al mundo zoológico se lo encerraba en un laboratorio económico. Los ensayos y experimentos habían comenzado en masa y sin cálculos de pérdidas en la región Andina. Después, la escritura, concentración de tecnología y poder, consolidaba como un efecto estético la derrota étnica del acto. La guerra contra los chiriguanos a fines del XVIII, desde la ciudad de Tarija, muestra dos técnicas bélicas en donde la naturaleza participa de lleno. 106 Para los europeos estaba claro que "había que romper la aspereza de los Montes", y una barreta para ello serían los lenguaraces, aborígenes con conocimiento de las dos lenguas. Y con ellas del espacio. Una vez ubicados los clanes en el terreno, se incendiaban sus aldeas y destruían las sementeras y depósitos (cuando los había). 107 Los indios lanzaban saetas desde los montes, pero los soldados ubicaban los sitios de flechería y contestaban al sitio con cañonazos pedreros. El cacique de éstos decidía pactar un armisticio, y en el por qué de su ofrecimiento se encaja la ilustración de un episodio profundo de la derrota: "y añadió que no quería Guerra cino pases por hallarse acovardado, y perseguido asta sus propias abitaciones lo, que no an esperimentado ni sus antepasados" 108 Las ciudades irrumpían en el monte, y los agredidos no tenían memoria de algo similar. La cultura oral no alcanzaba a articular respuestas frente a catástrofes sin precedentes. La experiencia de los antepasados era el tejido de la cultura, su biblioteca, su universidad. Pero cuando un capítulo tan grande como esta conquista faltaba entre aquellos libros orales, entonces quedaban inermes, sin explicaciones. Paulatinamente, la forma de poder que implantan algunas tribus es la de una democracia militar. 109 Entre los chiriguanos un gobierno de "viejos y capitanes", elegidos más que por la audacia guerrera por la prudencia. Estos clanes aparecían aún ante los blancomestizos con la vanidad "de su antiguo origen", proyección incomprensible y fatua en la representación de los sitiadores del bosque. 110 Estaban creando leyendas originarias de la propia era conquistadora con una estética de los desplazamientos. Pero a veces no se acertaba a saber si de las migraciones hablaban las versiones aborígenes o las españolas. 111 El Chaco boreal se desnudaba como un espacio cuña metido entre el Perú y el Paraguay. Después de los desplazamientos, los chiriguanos prefirieron el nuevo lugar. La memoria propia se contaba desde el otro. La escritura empezaba a certificar que no había sino una memoria. La del poseedor de la grafía. Para este modo de producción espiritual, dar seguridad a los caminos formaba parte de la primerísima estrategia de ocupación. Por ello cada región elevaba a un ocupante audaz u organizador de la victoria, al rango legendario de Hernán Cortés. Era el mito propio de la conquista, que a su turno se dejaba por escrito. 112 La fuente suprema de invocación. Hernán Cortés era lo que cada español hubiera querido ser y tener. La gloria tenía en la mentalidad conquistadora tanta fuerza como la salvación. Las regiones periféricas al Gran Chaco se veían con una luminosidad plástica. A cien leguas del helado Potosí y sus punas, entrábase al valle de Tarija donde los cielos eran percibidos diferentes, sólo porque la tierra gozaba de una ferocidad altísima y 106 Prefectura del Departamento de Tarija bajo la dirección de Cristina Minutolo de Orsi: Historia de Tarija (Corpus Documental), Universidad Autónoma Juan Misael Saracho. Tarija, 1986, T. I. 107 "Quemarles los Pueblos Mayores, y otros granos con que se sustentavan". Diario Original que el Capitán Don Luis Hurtado de Mendoza emite al Virrey del Río de la Plata, Juan José de Vertiz, 3/7/1782. Prefectura..., op. cit., 74-75. 108 Ídem, 75. 109 Carta copia de Juan del Pino Manrique, describiendo el territorio tarijeño, 16/8/1785. Prefectura.., op. cit., 86-92. 110 Ídem, 87. 111 "Una constante tradición enseña que los primeros chiriguanos fueron conducidos, desde el Paraguay a los valles de Tarija, por un portugués, a quien la insaciable hambre de oro hizo discurrir este arbitrio para aprovecharse de las ricas minas del Perú: y si bien este codicioso hombre halló en el mismo pecado su castigo, pues los indios le dieron muerte luego que vieron se retiraba con las riquezas que le habían ayudado a juntar, ellos no pensaron restituirse a su antiguo asiento, antes, convidados con la fertilidad y abundancia de la nueva tierra, se quedaron en aquellos valles, desde donde infestaban continuamente la provincia de Chichas y caminos del Perú, apenas transitables en aquel tiempo". Ídem, 87. 112 "Este daño |de los indios| obligó a un Luis de Fuentes, que se reputa, y con razón, como el Hernán Cortés de estas partes...", ídem, 87.

había abundantes aguas y todo el paisaje tal vez recordaba el único espejo americano del reino de Granada. 113 Allí se daba el trigo, maíz, yerba, coca, la vid y el lino. 114 La fecundidad se transmitía por ósmosis a las villas indoespañolas, y el despegue demográfico alimentaba y civilizaba regiones vecinas. La élite tarijeña ansiaba la ocupación del Chaco boreal, pero no se animaba. Proponía métodos para poblar las orillas de sus ríos, pero el espacio seguíalo percibiendo con las vibraciones del peligro a lo inabarcable. Algo, lo más allá de lo humano. La expedición de Adrián Fernández Cornejo, comisionado por el virrey del Río de la Plata para descubrir un camino desde el valle de Centa hasta la villa de Tarija, intentaba cruzar parte del Chaco central y convertir a la ciudad de Salta en bisagra de caminos mercantiles entre una Tarija próxima al Bermejo, y el rico Buenos Aires. Pero otra vez la naturaleza se erizaba como una maldición. El coronel Cornejo salió de su hacienda ocho leguas al nordeste de la ciudad de Salta en 1791, rumbo al oriente. Los ríos obstaculizaban uno tras otro la marcha. La expedición llegó a la reducción de Centa de indios mataguayos, con su copiosa acequia extraída del caudaloso río de Centa antes de desaguar en el Bermejo. Pero el caballo del capitán se hundió en unas arenas movedizas a orillas del Bermejo, y el jinete debió saltar para salvar su vida. 115 Se volvió y dejó la marcha a sus subordinados. La naturaleza parecía fagocitarse a sí misma, sorprenderse a sí misma, y las explicaciones conocidas perdían utilidad: más ríos y fangos, "montaña de cedros", árboles desconocidos, pánicos a los tigres, ojos de agua de variedad de colores. Con aguas rosadas, amarillas, azules oscuras y celestes, todas estancadas y detenidas "como en unas grandes vasijas de tierra petrificada" 116 , infinitos monos... Pero era obvio que allí donde los españoles pretendían percibir el universo encantado, la poesía de la naturaleza, fracasaban como ocupantes. Había que despoblarla de almas, detenerla, desarmarla. Segregar una mitología de desnaturalización. Artificializar los ciclos de la vida. Pero sobre todo, mitificar la civilización occidental. No sólo la Gran Religión con una doctrina de la Salvación nutriente del "agujero negro de la muerte" 117 , sino también el Estado/Nación/Imperio como simbología reconcentrada, cargada de siglos, de subjetividad paternalista, de sentido omnisciente, traductora y forjadora de la propia historia en mito. Cuanto más se comprendía a la naturaleza como aliada a las etnias infieles, más se la odiaba. Se edificaban mitemas con los héroes de la organización estatal colonial. Las mitologías-relatos sobre el bosque de las capas populares españolas llegadas a orillas del Chaco, se disipaban casi totalmente en el XVIII. Pero a veces la ideología recogía su núcleo. En los XVII y XVIII las empresas proto capitalistas de ocupación económica del Chaco, cedían hacia un proyecto exclusivamente militar. Pero todavía no era posible pensar en un Estado colonial productor de actos bélicos puros, sin ganancias económicas. Las milicias eran los hombres de fortuna. 8. ECOLOGÍA ARCAICA El arte, la magia, la producción en los clanes del Chaco, estaban afirmados en la observación de los procesos naturales y en la creencia incontrastable de su regularidad. El animismo -con su lógica interna de sueños, visiones, alucinaciones- era la categoría espejo que tendía a imaginar el mundo a la propia imagen del hombre. El carácter de animación de la naturaleza tenía que crear un cierto gran respeto por ella. Tal vez los orígenes de una actitud ética ecológica. Sólo que por el mismo proceder lógico, si se proyectaban los antagonismos intertribales sobre la naturaleza, ésta -en particular en el reino animal- podía sufrir considerables daños. Este pensar en términos de guerra pudo prolongarse, perfeccionarse durante siglos, invadir la conciencia aborigen. No el razonamiento de que el hombre tiene recursos escasos para controlar la naturaleza, sino que ésta lo "ataca". Los términos de ataque, ofensiva, trampas, pudieron diseñar el principio de una animadversión frente a los recursos naturales. 113 Ídem, 88. 114 "Los que las han visto, hacen de ellas una pintura semejante a la que hicieron a Moisés los primeros exploradores de la tierra de promisión: siendo lo más notable que la especie humana propaga en aquellos campos de tal modo, que, no pudiendo contenerse en la tierra conquistada, va por una continua emigración a poblar la provincia de Tucumán". Ídem, 88. 115 "Diario del Coronel, Adrián Fernández Corne-jo, comisionado por el Virrey del Río de la Plata para descubrir un nuevo camino..." En Prefectura..., op. cit., 117-125. 116 Ídem, 121. 117 Morin: Op. cit., 1988, 182.

clanes y la naturaleza, la casa, quedaba supeditada a un factor externo al sistema. Tal vez se cumplían los cánones <strong>de</strong> la vieja<br />

<strong>de</strong>finición, intuidos <strong>de</strong> alguna manera por los vencedores: "la ecología no es más que una mera extensión <strong>de</strong> la economía a la<br />

naturaleza animada" (Huxley y Wells, 1939). El primer paso <strong>de</strong> la conquista era <strong>de</strong>srelacionar mutuamente al organismo hombre <strong>de</strong> su<br />

ambiente respectivo bajo condiciones naturales. Al mundo zoológico se lo encerraba en un laboratorio económico. Los ensayos y<br />

experimentos habían comenzado en masa y sin cálculos <strong>de</strong> pérdidas en la región Andina. Después, la escritura, concentración <strong>de</strong><br />

tecnología y po<strong>de</strong>r, consolidaba como un efecto estético la <strong>de</strong>rrota étnica <strong>de</strong>l acto.<br />

La guerra contra los chiriguanos a fines <strong>de</strong>l XVIII, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Tarija, muestra dos técnicas bélicas en don<strong>de</strong> la<br />

naturaleza participa <strong>de</strong> lleno. 106 Para los europeos estaba claro que "había que romper la aspereza <strong>de</strong> los Montes", y una barreta para<br />

ello serían los lenguaraces, aborígenes con conocimiento <strong>de</strong> las dos lenguas. Y con ellas <strong>de</strong>l espacio. Una vez ubicados los clanes en<br />

el terreno, se incendiaban sus al<strong>de</strong>as y <strong>de</strong>struían las sementeras y <strong>de</strong>pósitos (cuando los había). 107 Los indios lanzaban saetas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los<br />

montes, pero los soldados ubicaban los sitios <strong>de</strong> flechería y contestaban al sitio con cañonazos pedreros. El cacique <strong>de</strong> éstos <strong>de</strong>cidía<br />

pactar un armisticio, y en el por qué <strong>de</strong> su ofrecimiento se encaja la ilustración <strong>de</strong> un episodio profundo <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rrota: "y añadió que<br />

no quería Guerra cino pases por hallarse acovardado, y perseguido asta sus propias abitaciones lo, que no an esperimentado ni sus<br />

antepasados" 108 Las ciuda<strong>de</strong>s irrumpían en el monte, y los agredidos no tenían memoria <strong>de</strong> algo similar. La cultura oral no<br />

alcanzaba a articular respuestas frente a catástrofes sin prece<strong>de</strong>ntes. La experiencia <strong>de</strong> los antepasados era el tejido <strong>de</strong> la cultura, su<br />

biblioteca, su universidad. Pero cuando un capítulo tan gran<strong>de</strong> como esta conquista faltaba entre aquellos libros orales, entonces<br />

quedaban inermes, sin explicaciones.<br />

Paulatinamente, la forma <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r que implantan algunas tribus es la <strong>de</strong> una <strong>de</strong>mocracia militar. 109 Entre los<br />

chiriguanos un gobierno <strong>de</strong> "viejos y capitanes", elegidos más que por la audacia guerrera por la pru<strong>de</strong>ncia. Estos clanes aparecían<br />

aún ante los blancomestizos con la vanidad "<strong>de</strong> su antiguo origen", proyección incomprensible y fatua en la representación <strong>de</strong> los<br />

sitiadores <strong>de</strong>l bosque. 110 Estaban creando leyendas originarias <strong>de</strong> la propia era conquistadora con una estética <strong>de</strong> los <strong>de</strong>splazamientos.<br />

Pero a veces no se acertaba a saber si <strong>de</strong> las migraciones hablaban las versiones aborígenes o las españolas. 111<br />

El Chaco boreal se <strong>de</strong>snudaba como un espacio cuña metido entre el Perú y el Paraguay. Después <strong>de</strong> los<br />

<strong>de</strong>splazamientos, los chiriguanos prefirieron el nuevo lugar. La memoria propia se contaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el otro. La escritura empezaba a<br />

certificar que no había sino una memoria. La <strong>de</strong>l poseedor <strong>de</strong> la grafía. Para este modo <strong>de</strong> producción espiritual, dar seguridad a los<br />

caminos formaba parte <strong>de</strong> la primerísima estrategia <strong>de</strong> ocupación. Por ello cada región elevaba a un ocupante audaz u organizador <strong>de</strong><br />

la victoria, al rango legendario <strong>de</strong> Hernán Cortés. Era el mito propio <strong>de</strong> la conquista, que a su turno se <strong>de</strong>jaba por escrito. 112 La fuente<br />

suprema <strong>de</strong> invocación. Hernán Cortés era lo que cada español hubiera querido ser y tener. La gloria tenía en la mentalidad<br />

conquistadora tanta fuerza como la salvación.<br />

Las regiones periféricas al Gran Chaco se veían con una luminosidad plástica. A cien leguas <strong>de</strong>l helado Potosí y sus<br />

punas, entrábase al valle <strong>de</strong> Tarija don<strong>de</strong> los cielos eran percibidos diferentes, sólo porque la tierra gozaba <strong>de</strong> una ferocidad altísima y<br />

106<br />

Prefectura <strong>de</strong>l Departamento <strong>de</strong> Tarija bajo la dirección <strong>de</strong> Cristina Minutolo <strong>de</strong> Orsi: <strong>Historia</strong> <strong>de</strong> Tarija (Corpus Documental), Universidad Autónoma Juan<br />

Misael Saracho. Tarija, 1986, T. I.<br />

107<br />

"Quemarles los Pueblos Mayores, y otros granos con que se sustentavan". Diario Original que el Capitán Don Luis Hurtado <strong>de</strong> Mendoza emite al Virrey <strong>de</strong>l<br />

Río <strong>de</strong> la Plata, Juan José <strong>de</strong> Vertiz, 3/7/1782. Prefectura..., op. cit., 74-75.<br />

108<br />

Í<strong>de</strong>m, 75.<br />

109<br />

Carta copia <strong>de</strong> Juan <strong>de</strong>l Pino Manrique, <strong>de</strong>scribiendo el territorio tarijeño, 16/8/1785. Prefectura.., op. cit., 86-92.<br />

110<br />

Í<strong>de</strong>m, 87.<br />

111<br />

"Una constante tradición enseña que los primeros chiriguanos fueron conducidos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Paraguay a los valles <strong>de</strong> Tarija, por un portugués, a quien la<br />

insaciable hambre <strong>de</strong> oro hizo discurrir este arbitrio para aprovecharse <strong>de</strong> las ricas minas <strong>de</strong>l Perú: y si bien este codicioso hombre halló en el mismo pecado su<br />

castigo, pues los indios le dieron muerte luego que vieron se retiraba con las riquezas que le habían ayudado a juntar, ellos no pensaron restituirse a su antiguo<br />

asiento, antes, convidados con la fertilidad y abundancia <strong>de</strong> la nueva tierra, se quedaron en aquellos valles, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> infestaban continuamente la provincia<br />

<strong>de</strong> Chichas y caminos <strong>de</strong>l Perú, apenas transitables en aquel tiempo". Í<strong>de</strong>m, 87.<br />

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"Este daño |<strong>de</strong> los indios| obligó a un Luis <strong>de</strong> Fuentes, que se reputa, y con razón, como el Hernán Cortés <strong>de</strong> estas partes...", í<strong>de</strong>m, 87.

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