Etnias y árboles - Escuela de Historia

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La guerra es un empobrecimiento sustantivo. Para el caso que nos ocupa, una declinación, un agotamiento del caudal de la conciencia mitologizada, de las cualidades narrativas del relato oral fantástico, de los atributos del cielo. Basta observar la rudimentariedad, primitivismo, violencia de las expediciones armadas contra las etnias del Gran Chaco a principios del XX, para corroborar el flujo mutuo de pérdidas de identidad, de poesía, de cruentos asesinatos de la memoria oral, de vulneraciones al tiempo de la aldea para el relato colectivo. La guerra no necesitaba explicar ni saber sobre los orígenes. Ni poesía de la naturaleza ni sobre la protohistoria. La guerra era un salto en redondo. Fractura y golpes de desintegración clanal. Asimilación de fronteras culturales detríticas de la civilización exitosa por parte de las etnias desalojadas. Una expedición militar de 1911 al Chaco central, buscando a los indios pilagás, orienta sobre el estado y proyecto de "vinculación" cultural. Los milicos ya son chaqueños: indios revertidos, mestizos cargados de ira, criollos alcoholizados. No conocen el miedo, y son aptos para enlazar, cocinar, bolear, mariscar, arar. Desechos de las dos culturas reunidos en un nuevo tipo psicológico, concentran en un único perfil la sabiduría necesaria: cómo sobrevivir y cómo matar. 979 La única palabra castellana de contacto de un pilagá absolutamente ignorante del idioma con el ejército de frontera, era "sistem", una voz inglesa. 980 Sistem significaba más o menos: "deme un arma de fuego, cualquier arma, fusil máuser de repetición, winchester, lafoucheux, carabinas o cargables por la boca". Todos los relatos, las narraciones, la cultura aborigen, pasadas por el cedazo de la comunicación con Occidente se convertía en sistem. Todo el castellano en una palabra inglesa; y la propia cultura blanca en un arma de fuego de sistema diverso. La segunda palabra fue "cartó", cartucho. Oralidad, etnicidad y naturaleza se conectaban a la civilización capitalista mediante el útero de las armas. No hicimos más que leer en estas páginas, un libro no escrito que desapareció en el curso de los últimos años. Podríamos haber agregado para el caso la frase arqueología oral, pero con el ruido de las explosiones no se la hubiera oído de todos modos. En el cielo del Chaco étnico apareció la constelación sistem. Símbolos primarios y grandiosos. El sueño de la naturaleza pasada, desaguado en una tecnología del presente megalómano. Crispación del devenir. La escritura produce una sensación de finitud, escribe Ong. Lo que se encuentra en un texto está concluido, consumado. Se supone que el texto impreso representa así las palabras definitivas, finales del autor. El artículo sobre la expedición, a setenta y cinco leguas al noroeste de Formosa, en los esteros del río Pilcomayo, entre los indios pilagás del año 1911, fue escrito por un periodista de la revista "Caras y Caretas" que acompañó la travesía. La nota concluye con la entrega de regalos que el ejército hace a la etnia. Está ilustrado por fotografías de los aborígenes con sus leyendas respectivas debajo. 981 A veces inocentes, otras con un programa de deculturación entre los extremos de la agresividad y el infantilismo. Pero cuando el texto ha concluido, con la amabilidad, casi felicidad del encuentro con los indios, se resbala la última toma fotográfica con esta leyenda: El incendio de una toldería. En medio de una humareda se destacan los palos negros retorcidos y verticales, de los que fueran horcones de las chozas. El verdadero final de la historia no fue así contado por el texto, sino por la fotografía escapada. Furtiva. Como si ahora ésta se convirtiese en un documento de oralidad no convencional, una tecnología nueva, heterodoxa de las narraciones esparcidas desde la memoria. La masacre, verdadera cultura de integración, acababa de entrar por la cámara oscura. ¿Acaso este incendio militar fuese también anticipado por el mito toba del mundo se quemó? Faltaba incorporar al indio a la tarea de la hachada. El único espacio que la civilización capitalista concedía a aquellos que se hubieran escondido del incendio militar. Que el indio diera cuenta de su propio hábitat. La tala como empresa de parias; brazos y hacha. Al alba el indio abandonando su choza con el hacha al hombro, e internándose por los senderos en el bosque. Cigarro de chala amargo y fuerte -escribía Oreste Di Lullo-, fragancia de flores matinales. Los tajos abren la carne roja de la herrería compacta del quebracho. Acción del golpe, reacción sobre la columna, los hombros, la cervical y los pulmones. Son golpes para matarse. Van cayendo los árboles. Pero otros millones aguardan por delante. Siglos por delante. El impenetrable. Una entrada humana hacia la sombra y la soledad. Ante el árbol muerto tendido a sus pies, no hay emoción alguna. El hombre se escupe las manos, empuña el hacha otra vez y sigue con el destroce. Su vida y el árbol se aproximan: conversión en una pila de leña. Entonces vuelve por los senderos hacia su familia hambrienta. El hambre no es aquí un motivo del lenguaje, sino una huella del organismo. Se acuesta con el 979 "Si usted ordena a tres soldados que atropellen una toldería, tenga por seguro que no van a dar media vuelta, y que pelearán como bravos a razón de uno por cien indios. Pero si al estero Palconi lo embalsa usted con "copetines", creame, ¡como por encanto los milicos lo desagotan!". Felix Lima: "A través del Chaco central. Entre los indios Pilagás", en Caras y Caretas, n° 735, Buenos Aires, 1912. 980 Ídem, s/n°. 981 "De sobremesa", "La gente del cacique Nallary", "El cacique Chimanagosoick y su gente de pelea", "Indias fabricando collares", "Dos tipos legítimamente pilagás, bastante averiados por lejana viruela", "Indiecito jugando al elein, especie de golf", "La gente menuda de las tolderías del cacique Garcete, viendo pasar una bandada de patos reales", "El enviado especial de Caras y Caretas con el edecán del cacique Naicholick", etc. Idem, s/n°.

pulmón carcomido, el pecho aplanado, una rugosidad taciturna, los ojos dilatados, y la comezón del paaj. 982 La antigua miseria basada en un modo de producción arcaico, pudo abrir no obstante un orificio para la percepción estética del mundo. Pero la nueva miseria derivada de incomparablemente más altas maneras de producir cierra el diafragma para la poesía. Totalmente. Este hombre tirado son los restos de la metáfora. 42. LA MUTACIÓN ¿Y si en la década de los noventa el genoma del mundo estuviese mutando? ¿Qué significaría el Gran Chaco como una de las variables de la carga hereditaria del planeta? Una leyenda colombiana cuenta que los árboles son el sostén del cielo y que cuando se cortan el cielo cae. 983 Los bosques tropicales y subtropicales mueren de esa forma. Por los vacíos entra con profundidad el sol, la tierra se seca hasta agrietarse. Unas pocas cosechas; después talar otra porción de selva y paso a lo mismo. Un par de años son suficientes, sobreviene entonces una aridez que recuerda a un paisaje lunar. 984 Entre 1987 y 1990, el fuego se llevó dos millones y medio de hectáreas boscosas en la Argentina. Se extraen anualmente nueve millones de toneladas de rollizos, postes y leñas. La percepción de que el tiempo actual sea más que una crisis, el fin y la mutación de una época histórica, que pone en entredicho la concepción del progreso, distancia de una manera abismal la realidad de los principios de convivencia moral y evapora creencias arraigadas de antiguo. Esto parece marcar el semblante de la Ciencias Sociales. Y en ellas también al de la historia. 985 La mutación indicaría que está variando el gen de la civilización y con ello la aparición de modificaciones morfológicas y funcionales sustantivas. La mutación aparece en forma brusca e inesperada en el individuo/mundo, con frecuencia sin ninguna causa aparente, en este caso afectando las características del planeta como ser vivo. El carácter omnipotente de la “selección” y la “herencia de los caracteres adquiridos” en el juego tradicional entre potencias y los países sin poder, entre ricos y pobres dentro de cada sociedad, a lo que el medio habría soportado otrora sin reservas aparentes, puede eclosionar sorpresivamente como una polución sin salida a escala global a fines del milenio. Entraríamos así, como en una guía experimental, en la teoría explicativa de la evolución formulada por De Uries hacia 1900, aplicada en este caso un siglo más tarde al planeta en las condiciones vivas de la globalización. La variación discontinua o mutación aparece como carácter brusco, inesperado, modificando las características de la carga de civilización heredada. Algunos caracteres indiferentes o dotados de escasa utilidad económica –como la informática pensada en el contexto de la guerra fría- sufrieron un macro desarrollo y se adaptaron a nuevas necesidades de público y mercado. La preadaptación originó ecotipos o nuevas formas de civilización locales, luego generalizadas. En esta mutación intervienen: -La globalización de las comunicaciones, la velocidad de los flujos de información como consecuencia de las revoluciones informática y telemática. -La trasnacionalización de la economía con los cortocircuitos violentos entre economía primaria y posindustrial. -El crecimiento de las economías con un descenso en caída libre del empleo, no sólo por causa de la revolución informática, sino también por las nuevas dinámicas organizacionales y administrativas. -La biotecnología y la ingeniería de nuevos materiales, que expulsa de las relaciones económicas internacionales a las áreas de países pobres proveedores de materias tradicionales. -Desfasajes entre la velocidad de circulación del capital y la circulación demográfica, la aparición de nuevas formas de empleo y desempleo y la mutación misma de la noción de trabajo. 986 -La presión masiva de las poblaciones del Sur Planetario por acceder física/económicamente al Norte, y las agendas globales de las relaciones internacionales para tratar de impedirlo. 987 982 Enfermedad en los hacheros producida por el tanino del quebracho. 983 Adriana Bruno: "Madera abajo". En Página 12, Buenos Aires, 17/2/1990. 984 Ídem. 985 Ángel J. Petriella, Alberto Ford Hurtado y Raúl D. Motta: "Impacto social, económico y cultural del cambio climático". En Realidad Económica, n° 102, Buenos Aires, agosto/setiembre de 1991, 80-93. 986 Robert Boyer: "Nuevas tecnologías y empleos en los 80". En La Tercera Revolución Industrial. Anuario RIAL, Buenos Aires, editorial GEL, 1986.

La guerra es un empobrecimiento sustantivo. Para el caso que nos ocupa, una <strong>de</strong>clinación, un agotamiento <strong>de</strong>l caudal <strong>de</strong><br />

la conciencia mitologizada, <strong>de</strong> las cualida<strong>de</strong>s narrativas <strong>de</strong>l relato oral fantástico, <strong>de</strong> los atributos <strong>de</strong>l cielo. Basta observar la<br />

rudimentariedad, primitivismo, violencia <strong>de</strong> las expediciones armadas contra las etnias <strong>de</strong>l Gran Chaco a principios <strong>de</strong>l XX, para<br />

corroborar el flujo mutuo <strong>de</strong> pérdidas <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad, <strong>de</strong> poesía, <strong>de</strong> cruentos asesinatos <strong>de</strong> la memoria oral, <strong>de</strong> vulneraciones al tiempo <strong>de</strong><br />

la al<strong>de</strong>a para el relato colectivo. La guerra no necesitaba explicar ni saber sobre los orígenes. Ni poesía <strong>de</strong> la naturaleza ni sobre la<br />

protohistoria. La guerra era un salto en redondo. Fractura y golpes <strong>de</strong> <strong>de</strong>sintegración clanal. Asimilación <strong>de</strong> fronteras culturales<br />

<strong>de</strong>tríticas <strong>de</strong> la civilización exitosa por parte <strong>de</strong> las etnias <strong>de</strong>salojadas. Una expedición militar <strong>de</strong> 1911 al Chaco central, buscando a los<br />

indios pilagás, orienta sobre el estado y proyecto <strong>de</strong> "vinculación" cultural. Los milicos ya son chaqueños: indios revertidos, mestizos<br />

cargados <strong>de</strong> ira, criollos alcoholizados. No conocen el miedo, y son aptos para enlazar, cocinar, bolear, mariscar, arar. Desechos <strong>de</strong> las<br />

dos culturas reunidos en un nuevo tipo psicológico, concentran en un único perfil la sabiduría necesaria: cómo sobrevivir y cómo<br />

matar. 979 La única palabra castellana <strong>de</strong> contacto <strong>de</strong> un pilagá absolutamente ignorante <strong>de</strong>l idioma con el ejército <strong>de</strong> frontera, era<br />

"sistem", una voz inglesa. 980 Sistem significaba más o menos: "<strong>de</strong>me un arma <strong>de</strong> fuego, cualquier arma, fusil máuser <strong>de</strong> repetición,<br />

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cedazo <strong>de</strong> la comunicación con Occi<strong>de</strong>nte se convertía en sistem. Todo el castellano en una palabra inglesa; y la propia cultura blanca<br />

en un arma <strong>de</strong> fuego <strong>de</strong> sistema diverso. La segunda palabra fue "cartó", cartucho. Oralidad, etnicidad y naturaleza se conectaban a la<br />

civilización capitalista mediante el útero <strong>de</strong> las armas.<br />

No hicimos más que leer en estas páginas, un libro no escrito que <strong>de</strong>sapareció en el curso <strong>de</strong> los últimos años. Podríamos<br />

haber agregado para el caso la frase arqueología oral, pero con el ruido <strong>de</strong> las explosiones no se la hubiera oído <strong>de</strong> todos modos. En el<br />

cielo <strong>de</strong>l Chaco étnico apareció la constelación sistem. Símbolos primarios y grandiosos. El sueño <strong>de</strong> la naturaleza pasada, <strong>de</strong>saguado<br />

en una tecnología <strong>de</strong>l presente megalómano. Crispación <strong>de</strong>l <strong>de</strong>venir.<br />

La escritura produce una sensación <strong>de</strong> finitud, escribe Ong. Lo que se encuentra en un texto está concluido, consumado.<br />

Se supone que el texto impreso representa así las palabras <strong>de</strong>finitivas, finales <strong>de</strong>l autor. El artículo sobre la expedición, a setenta y<br />

cinco leguas al noroeste <strong>de</strong> Formosa, en los esteros <strong>de</strong>l río Pilcomayo, entre los indios pilagás <strong>de</strong>l año 1911, fue escrito por un<br />

periodista <strong>de</strong> la revista "Caras y Caretas" que acompañó la travesía. La nota concluye con la entrega <strong>de</strong> regalos que el ejército hace a la<br />

etnia. Está ilustrado por fotografías <strong>de</strong> los aborígenes con sus leyendas respectivas <strong>de</strong>bajo. 981 A veces inocentes, otras con un programa<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>culturación entre los extremos <strong>de</strong> la agresividad y el infantilismo. Pero cuando el texto ha concluido, con la amabilidad, casi<br />

felicidad <strong>de</strong>l encuentro con los indios, se resbala la última toma fotográfica con esta leyenda: El incendio <strong>de</strong> una tol<strong>de</strong>ría. En medio <strong>de</strong><br />

una humareda se <strong>de</strong>stacan los palos negros retorcidos y verticales, <strong>de</strong> los que fueran horcones <strong>de</strong> las chozas. El verda<strong>de</strong>ro final <strong>de</strong> la<br />

historia no fue así contado por el texto, sino por la fotografía escapada. Furtiva. Como si ahora ésta se convirtiese en un documento <strong>de</strong><br />

oralidad no convencional, una tecnología nueva, heterodoxa <strong>de</strong> las narraciones esparcidas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la memoria. La masacre, verda<strong>de</strong>ra<br />

cultura <strong>de</strong> integración, acababa <strong>de</strong> entrar por la cámara oscura. ¿Acaso este incendio militar fuese también anticipado por el mito toba<br />

<strong>de</strong>l mundo se quemó?<br />

Faltaba incorporar al indio a la tarea <strong>de</strong> la hachada. El único espacio que la civilización capitalista concedía a aquellos<br />

que se hubieran escondido <strong>de</strong>l incendio militar. Que el indio diera cuenta <strong>de</strong> su propio hábitat. La tala como empresa <strong>de</strong> parias; brazos<br />

y hacha. Al alba el indio abandonando su choza con el hacha al hombro, e internándose por los sen<strong>de</strong>ros en el bosque. Cigarro <strong>de</strong> chala<br />

amargo y fuerte -escribía Oreste Di Lullo-, fragancia <strong>de</strong> flores matinales. Los tajos abren la carne roja <strong>de</strong> la herrería compacta <strong>de</strong>l<br />

quebracho. Acción <strong>de</strong>l golpe, reacción sobre la columna, los hombros, la cervical y los pulmones. Son golpes para matarse. Van<br />

cayendo los <strong>árboles</strong>. Pero otros millones aguardan por <strong>de</strong>lante. Siglos por <strong>de</strong>lante. El impenetrable. Una entrada humana hacia la<br />

sombra y la soledad. Ante el árbol muerto tendido a sus pies, no hay emoción alguna. El hombre se escupe las manos, empuña el<br />

hacha otra vez y sigue con el <strong>de</strong>stroce. Su vida y el árbol se aproximan: conversión en una pila <strong>de</strong> leña. Entonces vuelve por los<br />

sen<strong>de</strong>ros hacia su familia hambrienta. El hambre no es aquí un motivo <strong>de</strong>l lenguaje, sino una huella <strong>de</strong>l organismo. Se acuesta con el<br />

979 "Si usted or<strong>de</strong>na a tres soldados que atropellen una tol<strong>de</strong>ría, tenga por seguro que no van a dar media vuelta, y que pelearán como bravos a razón <strong>de</strong> uno por<br />

cien indios. Pero si al estero Palconi lo embalsa usted con "copetines", creame, ¡como por encanto los milicos lo <strong>de</strong>sagotan!". Felix Lima: "A través <strong>de</strong>l Chaco<br />

central. Entre los indios Pilagás", en Caras y Caretas, n° 735, Buenos Aires, 1912.<br />

980 Í<strong>de</strong>m, s/n°.<br />

981 "De sobremesa", "La gente <strong>de</strong>l cacique Nallary", "El cacique Chimanagosoick y su gente <strong>de</strong> pelea", "Indias fabricando collares", "Dos tipos legítimamente<br />

pilagás, bastante averiados por lejana viruela", "Indiecito jugando al elein, especie <strong>de</strong> golf", "La gente menuda <strong>de</strong> las tol<strong>de</strong>rías <strong>de</strong>l cacique Garcete, viendo pasar<br />

una bandada <strong>de</strong> patos reales", "El enviado especial <strong>de</strong> Caras y Caretas con el e<strong>de</strong>cán <strong>de</strong>l cacique Naicholick", etc. I<strong>de</strong>m, s/n°.

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