Etnias y árboles - Escuela de Historia

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caballo para ellas, porque de todos modos habrá más caballos. Esta es una condición decisiva. ¿Pero por qué hay que dar de comer a las ancianas viudas? Porque ella salvó al zorro cuando fue despedazado. Juntó sus pedazos. En el relato las iaire parecen adoptar la función de hechiceras o magas. Ahora la tribu debe recompensarlas. Paulatinamente el clan del zorro adquiere la astucia necesaria para librarse de los peores peligros, como por ejemplo del tigre. Bordeando un monte, el zorro se sentó debajo de un árbol, y con su sonaja comenzó a cantar: "-Dónde está mi amigo, Boca de Mal Aliento?" 967 El zorro se acercó con cautela. Los tobas cuando llamaban a un amigo de verdad, lo hacían con las palabras más agresivas, para demostrar que su amigo no se enojaría, porque de lo contrario no sería un amigo. 968 Este doble aspecto contradictorio es sugestivo: amistad/agresión. La amistad está envuelta en la provocación, se expresa bajo la forma de lo pendenciero, la belicosidad y la ofensa. Propio de las culturas populares arcaicas: lo alto que se vuelve bajo. La forma ratifica el contenido como en el interior de una cámara oscura, expresando los sentimientos al revés. Ello es al mismo tiempo una prueba de la amistad. Pero el proceder tiene sus propios límites. No sirve más allá de la tribu. Para el exterior las fórmulas deben ser otras, en principio pueden ser las de la diplomacia. Cuando se utiliza externamente, es como parte de la astucia tribal, como gestión de defensa o de acometida. El zorro llama al tigre amigo: Don Boca de Mal Aliento. El tigre pregunta de qué está hecha la sonaja del zorro. Este le contesta: "Es mi propio corazón". El tigre no entiende, y el zorro vuelve a explicar: corazón". 969 "-Es fácil, yo mismo metí mi mano y arranqué mi corazón. Mire, si usted quiere tener su sonaja, entonces le vamos a sacar su La sonaja y el corazón, los dos suenan, tienen música propia. Pero además el corazón se identifica, en esta ciencia primitiva, con el centro de la vida. Quitándolo se arranca la existencia. El zorro convence al tigre y lo obliga a acostarse: "-Quédese quietito, y déjese de ser arisco". 970 El zorro mete su mano en la Boca del Mal Aliento, el tigre gruñe y aquel lo tranquiliza, "y cuando su mano ya tocaba el corazón del tigre aseguró muy bien al corazón y lo arrancó 'pss' ". 971 El zorro cuereó al tigre muerto. Cocinó su carne en varias ollas, en especial la cabeza y el corazón, y lo almorzó mientras se decía: "Es realmente tierno su corazoncito amigazo". 972 Aquí una nueva inversión: el corazón tierno del tigre, la más temida de las fieras por los tobas. Toda relación con el ambiente, con el colectivo que describe las condiciones que rodean un organismo, con la inclusión del aire, la luz, el suelo, la temperatura, el agua, los organismos vivos, debía hacerse mediante el programa de la astucia. Para que la vida humana reuniese las condiciones ambientales necesarias para su reproducción, la herramienta de contacto con el medio debía ser el artificio, la triquiñuela, la fullería. Se originaba socialmente una relación psico-eco-antropológica, basada históricamente, y evolucionada en este sentido: sólo el hombre es capaz de colocar una trampa a la naturaleza. Y ésta, un verdadero Goliat, caía inocentemente hondeada por el minúsculo David. La representación concretiza además una serie de costumbres. La forma de atraer a los tigres para su caza, la manera de cuerearlos quitándoles antes el corazón. La práctica laboral generaba una cosmovisión y una experiencia teórica del mundo. 41.7 La Poesía del Cielo 967 Idem, 55. 968 Idem, 56. 969 Ídem, 56. 970 Ídem, 56. 971 Ídem, 56-57. 972 Ídem, 57.

El último relato es absolutamente maravilloso. No tiene una hilación lógica y en los propios personajes falta definición. En el medio pueden agregarse multitud de otras historias complementarias sin variar su sentido. Es en realidad una acumulación de fantasía diseñada observando el cielo. Son los tres hijos del Tatú 973 Viudo. Dos varones y la más pequeña, una niña. Se van al monte en busca de miel. El padre lleva un hacha para talar panales. Descubren un panal de avispas amarillas, las "rubiecitas", y el panal más sabroso de todos. Los niños se pierden del padre. 974 Encuentran entonces una paloma que les da un mensaje: caminar en una dirección hasta un monte donde encontrarán una anciana con mucha fuerza. Ella se pone contenta al ver a los tres niños, pero echa más leña al fuego pensando que estos párvulos serán su comida. Por eso solicita que le ayuden a soplar el fuego (para aprovechar el descuido y arrojarlos). La paloma los alerta que no hagan caso a la vieja, y que dejen que ella sople sola: "Y entonces en ese momento ustedes la van a tener que empujar al fuego". He aquí una anciana, quizás hechicera o tal vez una mujer hambrienta de los tiempos anteriores al caballo, a la conquista, cuando no había suficiente alimento para los viejos en el seno de la tribu. Quizá se apartaran ellas mismas, o las apartaran. Hasta pudo haber algún caso de canibalismo sobre niños ejercido por ellas. Lo cierto es que este relato obliga a los niños a tener pánico de las ancianas que viven solas en los montes. Tiene un efecto pedagógico. 975 Los pequeños llegaron por fin al lugar señalado. La anciana les dijo: "-Mis nietitos, soplen nuestro fuego. Pero ellos le contestaron: -Abuelita, no podemos, no estamos acostumbrados al fuego". 976 Después los niños mataron a la anciana tirándola al fuego, tal como les había enseñado la paloma. Pero también les había pronosticado que la vieja tenía unos seres vivos en los pechos. Después de muerta deberían cortarle un seno donde encontrarían unos perros chicos. 977 Así ocurrió y siguieron buscando a su padre. Los perros crecieron y la niña se subió a uno de ellos. Encontraron a un avestruz y comenzaron a perseguirlo. Se elevaron hasta el cielo todos, donde los perros le dieron alcance prendiéndose al cuello del avestruz, más sin matarlo. Junto a esa figura, parados uno tras otro, los tres niños, todos quedaron convertidos en una constelación. Entre los matacos, chorotes y chulupíes, también aparecían las constelaciones como ideogramas. Las estrellas entre los chorotes tienen figuras de mujer o de aves. 978 En el mundo toba, después de un largo periplo histórico, aparecía el cielo como sujeto del imaginario. El principio mitologizante es nítido. El proceso mental sigue la inversión clásica. Con la constelación dibujada, se armó el relato. Pero allí entraron preocupaciones, problemas antropológicos y costumbres. Quedaron adheridos a la fantasía como en una lámina donde se pegan dibujos y fotografías. En el último relato ya no aparece la tribu como una persona con vida y pensamiento propios, internamente contradictorio, sometido a desplazamientos. Es una familia. Padre e hijos que salen de la sociedad hacia el bosque. El discurso narrativo se refuerza con imágenes demasiado occidentales. El conjunto final se aproxima tanto a viejos relatos europeos donde Caperucita Roja intentará ser devorada por el lobo vestido de abuelita, que no vale insistir en ello. De adelante hacia atrás. Del cielo bajaron las mujeres con vaginas con dientes, pero ahora allí suben un avestruz, dos perros y tres niños. El mundo de la naturaleza y la humanidad toba. La función del cielo ha cambiado. Antes servía para explicar, ahora sirve para imaginar y creer en él. 41.8 El Asolamiento de la Poesía 973 Del guaraní, al armadillo o la mulita. 974 Ídem, 62. 975 El lucero matutino o dapitche, es un fuego mantenido por tres mujeres ancianas, quienes queman en él a un hombre. Robert Lermann Nitsche: "La Astronomía de los Toba". En Revista del Museo de La Plata, 1923-1925. XXVII: 267-85; XXVIII: 181-209. El tema ancianas asesinas se repite. 976 Togueshic..., 64. 977 Ídem, 65. 978 Mashnshnek: "Mitología de los Mataco...", op. cit., 30. Edgardo J. Cordeu: "Aproximación al Horizonte Mítico de los Tobas", op. cit., 70.75

El último relato es absolutamente maravilloso. No tiene una hilación lógica y en los propios personajes falta <strong>de</strong>finición.<br />

En el medio pue<strong>de</strong>n agregarse multitud <strong>de</strong> otras historias complementarias sin variar su sentido. Es en realidad una acumulación <strong>de</strong><br />

fantasía diseñada observando el cielo.<br />

Son los tres hijos <strong>de</strong>l Tatú 973 Viudo. Dos varones y la más pequeña, una niña. Se van al monte en busca <strong>de</strong> miel. El<br />

padre lleva un hacha para talar panales. Descubren un panal <strong>de</strong> avispas amarillas, las "rubiecitas", y el panal más sabroso <strong>de</strong> todos. Los<br />

niños se pier<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l padre. 974 Encuentran entonces una paloma que les da un mensaje: caminar en una dirección hasta un monte don<strong>de</strong><br />

encontrarán una anciana con mucha fuerza. Ella se pone contenta al ver a los tres niños, pero echa más leña al fuego pensando que<br />

estos párvulos serán su comida. Por eso solicita que le ayu<strong>de</strong>n a soplar el fuego (para aprovechar el <strong>de</strong>scuido y arrojarlos). La paloma<br />

los alerta que no hagan caso a la vieja, y que <strong>de</strong>jen que ella sople sola: "Y entonces en ese momento uste<strong>de</strong>s la van a tener que empujar<br />

al fuego".<br />

He aquí una anciana, quizás hechicera o tal vez una mujer hambrienta <strong>de</strong> los tiempos anteriores al caballo, a la conquista,<br />

cuando no había suficiente alimento para los viejos en el seno <strong>de</strong> la tribu. Quizá se apartaran ellas mismas, o las apartaran. Hasta pudo<br />

haber algún caso <strong>de</strong> canibalismo sobre niños ejercido por ellas. Lo cierto es que este relato obliga a los niños a tener pánico <strong>de</strong> las<br />

ancianas que viven solas en los montes. Tiene un efecto pedagógico. 975 Los pequeños llegaron por fin al lugar señalado. La anciana<br />

les dijo:<br />

"-Mis nietitos, soplen nuestro fuego.<br />

Pero ellos le contestaron:<br />

-Abuelita, no po<strong>de</strong>mos, no estamos acostumbrados al fuego". 976<br />

Después los niños mataron a la anciana tirándola al fuego, tal como les había enseñado la paloma. Pero también les<br />

había pronosticado que la vieja tenía unos seres vivos en los pechos. Después <strong>de</strong> muerta <strong>de</strong>berían cortarle un seno don<strong>de</strong> encontrarían<br />

unos perros chicos. 977 Así ocurrió y siguieron buscando a su padre. Los perros crecieron y la niña se subió a uno <strong>de</strong> ellos. Encontraron<br />

a un avestruz y comenzaron a perseguirlo. Se elevaron hasta el cielo todos, don<strong>de</strong> los perros le dieron alcance prendiéndose al cuello<br />

<strong>de</strong>l avestruz, más sin matarlo. Junto a esa figura, parados uno tras otro, los tres niños, todos quedaron convertidos en una constelación.<br />

Entre los matacos, chorotes y chulupíes, también aparecían las constelaciones como i<strong>de</strong>ogramas. Las estrellas entre los chorotes tienen<br />

figuras <strong>de</strong> mujer o <strong>de</strong> aves. 978<br />

En el mundo toba, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un largo periplo histórico, aparecía el cielo como sujeto <strong>de</strong>l imaginario. El principio<br />

mitologizante es nítido. El proceso mental sigue la inversión clásica. Con la constelación dibujada, se armó el relato. Pero allí entraron<br />

preocupaciones, problemas antropológicos y costumbres. Quedaron adheridos a la fantasía como en una lámina don<strong>de</strong> se pegan dibujos<br />

y fotografías. En el último relato ya no aparece la tribu como una persona con vida y pensamiento propios, internamente contradictorio,<br />

sometido a <strong>de</strong>splazamientos. Es una familia. Padre e hijos que salen <strong>de</strong> la sociedad hacia el bosque. El discurso narrativo se refuerza<br />

con imágenes <strong>de</strong>masiado occi<strong>de</strong>ntales. El conjunto final se aproxima tanto a viejos relatos europeos don<strong>de</strong> Caperucita Roja intentará<br />

ser <strong>de</strong>vorada por el lobo vestido <strong>de</strong> abuelita, que no vale insistir en ello.<br />

De a<strong>de</strong>lante hacia atrás. Del cielo bajaron las mujeres con vaginas con dientes, pero ahora allí suben un avestruz, dos<br />

perros y tres niños. El mundo <strong>de</strong> la naturaleza y la humanidad toba. La función <strong>de</strong>l cielo ha cambiado. Antes servía para explicar,<br />

ahora sirve para imaginar y creer en él.<br />

41.8 El Asolamiento <strong>de</strong> la Poesía<br />

973<br />

Del guaraní, al armadillo o la mulita.<br />

974<br />

Í<strong>de</strong>m, 62.<br />

975<br />

El lucero matutino o dapitche, es un fuego mantenido por tres mujeres ancianas, quienes queman en él a un hombre. Robert Lermann Nitsche: "La Astronomía<br />

<strong>de</strong> los Toba". En Revista <strong>de</strong>l Museo <strong>de</strong> La Plata, 1923-1925. XXVII: 267-85; XXVIII: 181-209. El tema ancianas asesinas se repite.<br />

976<br />

Togueshic..., 64.<br />

977<br />

Í<strong>de</strong>m, 65.<br />

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Mashnshnek: "Mitología <strong>de</strong> los Mataco...", op. cit., 30. Edgardo J. Cor<strong>de</strong>u: "Aproximación al Horizonte Mítico <strong>de</strong> los Tobas", op. cit., 70.75

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