Etnias y árboles - Escuela de Historia
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visuales plásticos <strong>de</strong> los actores, y <strong>de</strong>sciframiento mental y perceptivo <strong>de</strong> las señales como signos <strong>de</strong> un discurso. Cada etapa <strong>de</strong> un<br />
relato, es pues un cuadro; una "factual" <strong>de</strong>scriptiva y otra significante. La <strong>de</strong>scripción es interpretación, pero sin librarse <strong>de</strong> la<br />
relatividad e incertidumbre.<br />
El carancho pareciera tener dos relatores, la mujer en un comienzo, el varón en el final. Su primera impronta estética se<br />
halla entre el zorro y el águila, por lo tanto sus cualida<strong>de</strong>s morales superiores al zorro, pero inferiores a los otros más altos, incluidas las<br />
mujeres. Sólo que ahora las mujeres han caído, y se produce la inversión. Pero el carancho ostenta un po<strong>de</strong>r que nadie posee. Una<br />
astucia diferente a la <strong>de</strong>l zorro. Pue<strong>de</strong> ser <strong>de</strong>spreciable, pero al mismo tiempo el clan no existe sin él. Se anticipa a los acontecimientos.<br />
Recurre a métodos a los que un cacique jamás imaginaría, por ejemplo utiliza a las moscas. Abusa <strong>de</strong> la manipulación. Es quien ha<br />
alertado a los machos sobre el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> las hembras. Observa lo que nadie podría; es casi una tecnología <strong>de</strong> la subjetividad <strong>de</strong> los<br />
machos. No actúa para toda la tribu, sino para una parte. Son los umbrales <strong>de</strong> la hechicería y <strong>de</strong> una profunda y nueva división social.<br />
La primera institución, <strong>de</strong> tipo superestructural, coinci<strong>de</strong> con esta fractura.<br />
El control <strong>de</strong>l fuego pasa a manos <strong>de</strong> los varones. Se necesitó para ello fríos y lluvias. Es <strong>de</strong>cir, cualquier respuesta <strong>de</strong> la<br />
biosfera es suficiente para contener, explicar, causar un cambio social. La totalidad es naturaleza. Se entien<strong>de</strong> bastante bien que el<br />
po<strong>de</strong>r es también una totalidad antropológica y cósmica. ¿Pero para qué? ¿Por qué los varones necesitan <strong>de</strong> ese po<strong>de</strong>r en el interior <strong>de</strong><br />
la tribu? Si disponen <strong>de</strong>l fuego, podrán tener a las mujeres, es <strong>de</strong>cir ser poseedores <strong>de</strong> la sexualidad <strong>de</strong> ellas, <strong>de</strong> la libertad <strong>de</strong>l otro, y<br />
aún <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho y po<strong>de</strong>r que gozaban las mujeres <strong>de</strong> ser propietarias <strong>de</strong> machos, <strong>de</strong> "masticar" sexos masculinos cuando ellas quisieran.<br />
Las mujeres, en actitud <strong>de</strong> temblar, ro<strong>de</strong>an las llamas y comienzan "a cocinar pescados, asándolos, y se alimentan comiéndolos a través<br />
<strong>de</strong> la boca y la vagina. Y aquel <strong>de</strong> ellos, llamado Chüquí, que había planificado lo ocurrido, tenía en sus manos una piedra y las<br />
observaba y apenas comenzaron a comer le tiró una piedra contra la vagina a una <strong>de</strong> ellas para romperle todos los dientes, que eran<br />
como los dientes <strong>de</strong> una Palometa, y <strong>de</strong>spués hizo lo mismo con las <strong>de</strong>más". 924<br />
El fuego en su función <strong>de</strong> temperatura para el cuerpo, fue ampliado a medio <strong>de</strong> alimentación. Las frases están<br />
claramente diferenciadas funcional y temporalmente. Aparece por primera vez la carne cocinada. El mundo <strong>de</strong> los hombres se separa<br />
radicalmente <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> las bestias. Se humaniza la sexualidad <strong>de</strong> las mujeres. Ellas pier<strong>de</strong>n el zoomorfismo radical <strong>de</strong> sus sexos.<br />
Pero la sociabilización las conduce también a la exclusión <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r. Y esta pérdida aliena su humanización. Toda la libertad que<br />
abandonan, que <strong>de</strong>saprovechan, que frustran, es acumulada por los varones. Doble aspecto contradictorio. La palometa, pez <strong>de</strong> carne<br />
no muy estimada, pue<strong>de</strong> ser el correlato <strong>de</strong>l carancho. Sólo que hay un sólo carancho entre los machos, en tanto que todas las mujeres<br />
tenían en sus vaginas dientes <strong>de</strong> palometas, en consecuencia bocas <strong>de</strong> palometas. El relato ha pasado imperceptiblemente <strong>de</strong> discurso<br />
<strong>de</strong> las mujeres a oralidad <strong>de</strong> los varones. Gracias al carancho las mujeres ahora pue<strong>de</strong>n ser humanas. Pero han cedido su libertad. "En<br />
ese momento las mujeres quedaron normales y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces aquellos hombres comenzaron a reproducirse a través <strong>de</strong> las mujeres".<br />
Plasticidad, se ha creado en ellas una respuesta fisiológica irreversible al stress ambiental (sociedad-naturaleza).<br />
Si son los varones los que reproducen, las hembras son un medio para crear varones. Ello constituirá el tono dominante<br />
<strong>de</strong> muchas religiones, entre ellas la cristiana. Al mismo tiempo <strong>de</strong>be producirse la hominización <strong>de</strong> los medio-animales. El zorro les<br />
dice que ha llegado el momento <strong>de</strong> quitarse las alas y plumas. El jefe Tuyango, <strong>de</strong> plumas rojas, que celaba al zorro, contesta que no,<br />
porque en tal caso "quedarían muy chicos", en cambio el zorro permanecería igual, todavía mejor preparado para andar por el suelo.<br />
Este contestaría: "-bueno, bueno, yo <strong>de</strong>cía nomás. Y se retractó. Pero envidiaba las plumas". 925<br />
La estatura <strong>de</strong> Tuyango no era sin embargo tan gran<strong>de</strong>. Está acrecentada por las plumas. El zorro se da cuenta <strong>de</strong> ello y<br />
les pi<strong>de</strong>: "Hermanos, <strong>de</strong>bemos cambiar nuestra forma..." 926 El Jefe sabe que si se aproxima a la estatura <strong>de</strong>l zorro, <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>rá también<br />
su fuerza moral. El propio zorro que envidiaba las plumas, es <strong>de</strong>cir la estatura, se aproximaría así a la fuerza moral <strong>de</strong>l cacique. Este<br />
doble <strong>de</strong>splazamiento, producido <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la pérdida <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r matriarcal, pareciera contado por las propias mujeres. El cacique<br />
extravía convicción moral, se aproxima al zorro. La pérdida <strong>de</strong> los atributos morales conduce, en este caso, al abandono <strong>de</strong> atributos<br />
estéticos. El cacique tiene la misma estatura que antes, pero sin plumas parece más "chico". Es necesario quitarle las plumas para<br />
expresar la <strong>de</strong>cepción que las mujeres sienten sobre el jefe <strong>de</strong> los varones. Restarle estatura para señalar que la confianza <strong>de</strong> ellas<br />
resultó en parte un fiasco. No se transformó en jefe <strong>de</strong> la tribu sino en jefe <strong>de</strong> los varones <strong>de</strong> la tribu. Tampoco la colectividad <strong>de</strong><br />
varones quiere darle más po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l que tiene. El rasero común lo envuelve trágicamente. El cacique, para ser más, <strong>de</strong>berá<br />
924 Togueshic..., op. cit., 42.<br />
925 I<strong>de</strong>m, 43.<br />
926 I<strong>de</strong>m, 43.