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Etnias y árboles - Escuela de Historia

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transmisión oral, y al ser a<strong>de</strong>más los mensajes en el interior <strong>de</strong> la selva tan veloces como carentes <strong>de</strong> simultaneidad, las tribus se<br />

turbaban, persuadidos <strong>de</strong> que todos los espesos bosques <strong>de</strong>l Chaco se hallaban ahora "inundados <strong>de</strong> Españoles". 32 El informe <strong>de</strong>l cruce<br />

<strong>de</strong> frontera podía llegar <strong>de</strong>spués que el informe <strong>de</strong> la marcha interior, y un clan ver dos columnas allí don<strong>de</strong> había una. El pánico<br />

saturaba aún más los canales con ruidos. Una misma entrada se la oía y recibía multitud <strong>de</strong> veces en mensajes mezclados<br />

temporalmente, con inexactitu<strong>de</strong>s que se sumaban y engrosaban como adherencias. Cada entrada daba por resultado la captura <strong>de</strong> por<br />

lo menos mil piezas indias y su "chusma".<br />

La mística conquistadora no ayudaba tampoco a la <strong>de</strong>sintegración <strong>de</strong>l engendro en sus objetos particulares. Iba a<br />

contramano <strong>de</strong> la razón o <strong>de</strong> la física <strong>de</strong>l espacio monstruoso. Pero a cambio otorgaba a los hombres <strong>de</strong> la empresa una temeridad,<br />

resolución y eficacia sorpren<strong>de</strong>ntes. El mundo <strong>de</strong> los estereotipos místicos impedía ver cualquier otro mundo, salvo el propio. Un<br />

misionero en el Chaco trataba <strong>de</strong> convencer <strong>de</strong>l bautismo a un cacique enfermo <strong>de</strong> viruelas. Este se negaba acusando al religioso <strong>de</strong><br />

traerle la muerte. "Respondiole con gran<strong>de</strong> cariño el Padre, que las viruelas quitarían la vida al cuerpo, y que por el bautismo gozaría<br />

el alma <strong>de</strong> Dios". Pero el cacique "montó en cólera, oyendo tan saludable respuesta (...) le echó <strong>de</strong> sí con gran<strong>de</strong> irritación<br />

cubriéndose el rostro, tapándose la cabeza con una frazada para no ver ni oír". 33 No había cómo compren<strong>de</strong>r la actitud <strong>de</strong>l infiel. El<br />

anuncio <strong>de</strong> la muerte resultaba una respuesta saludable. Anunciar la muerte era un acto cariñoso. Sobre el espacio en <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n, <strong>de</strong><br />

grupos indios entregados, dispersos, en fuga, avanzaba la topadora mística convertida en una manera <strong>de</strong> autorrepresentarse el<br />

europeo magníficamente cercano al Po<strong>de</strong>r, más alto e inconmensurable que todos. Dios era el respaldo <strong>de</strong> la física.<br />

1.8. La Física <strong>de</strong> la Guerra Monstruosa<br />

Chaco, un formidable triángulo trazado por ríos <strong>de</strong> personalidad disímil, sistema cerrado alimentándose <strong>de</strong> sí mismo,<br />

poseía un input reconocido como una enorme reserva <strong>de</strong> materia y energía acumulada. El espacio, imaginado como monstruoso por la<br />

civilización fronteriza blanca, se agotaba a sí mismo y renacía, se embuchaba (Morin, 1977). Pero la física conquistadora <strong>de</strong> selección,<br />

observación y <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> las máquinas vivas en su interior, iniciaba su <strong>de</strong>sintegración. La eco<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia estrecha <strong>de</strong> los clanes con<br />

la fauna salvaje, la <strong>de</strong> ésta con el paisaje vegetal, eran fuente <strong>de</strong> la introalimentación <strong>de</strong>l sistema. Las membranas <strong>de</strong> cada subsistema<br />

aparecían rígidas y permeables a un tiempo. Como cáscaras <strong>de</strong> huevos, permitían el paso <strong>de</strong> todas las fuentes energéticas y gaseosas<br />

para mantener en el interior <strong>de</strong>l caparazón la fuente <strong>de</strong> la vida. La existencia se tejía en una <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia ecológica extrema. La autoeco-organización<br />

tenía un complejísimo espectro <strong>de</strong> variables. La vida humana en el interior aparecía extremadamente dura, en<br />

particular cuando algún flujo natural se expandía anómalamente. Ello provocaba catástrofes que en lo social, eran siempre<br />

<strong>de</strong>mográficas. Pero al cabo, se reinstalaba la normalidad reiniciándose el ciclo <strong>de</strong> ascenso <strong>de</strong>mográfico clanal sustentado por un<br />

aprendizaje mayor <strong>de</strong> la organización ecológica. Sin embargo, la auto-organización era extremadamente sensible a los cambios<br />

provenientes <strong>de</strong>l exterior. El primero <strong>de</strong> ellos ocurrió en la segunda mitad <strong>de</strong>l XVI. A Chaco entraban vacas y caballos. Se filtraban<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Sur y el Oeste. El espacio se cubría en el XVII <strong>de</strong> manadas cimarronas. La mayor parte <strong>de</strong> los clanes -otrora corredores<br />

pe<strong>de</strong>stres- aprendió en un tiempo inusitadamente breve a cabalgar. Se transformaban en jinetes formidables, con técnicas <strong>de</strong><br />

amansamiento y conducción basadas en la antigua información sobre la naturaleza. Los propios españoles no entendían esta<br />

versatilidad espontánea para una cultura que les era, en apariencia, tan extraña. Los mocobíes podían vivir semanas enteras sin bajar <strong>de</strong><br />

los caballos, durmiendo y alimentándose sobre ellos. La difusión <strong>de</strong> las vacas se operó en un proceso mucho más complejo. Con una<br />

praxis <strong>de</strong> cazadores, para muchas <strong>de</strong> estas etnias la carne por excelencia provenía <strong>de</strong> los tigres o yaguaretés. Esto suponía un saldo<br />

siempre cruento para ambos subsistemas vivos. Las jaurías contra los clanes <strong>de</strong>jaban muertos y heridos múltiples por ambos bandos.<br />

Cuando apareció la vaca cimarrona, la dieta <strong>de</strong> los clanes varió radicalmente. Los planteles vacunos mostrencos se reproducían con<br />

más velocidad que las etnias. Estas centraron la "caza" en las terneras, luego en las vacas pari<strong>de</strong>ras y como postrer predilección según<br />

el gusto general, en los toros. Las vaquerías <strong>de</strong> los blancos utilizaban exclusivamente los cueros. La carne <strong>de</strong> centenares <strong>de</strong> miles <strong>de</strong><br />

vacas quedaban en <strong>de</strong>scomposición en los campos. Pero también la "caza" india <strong>de</strong> vacas seguía los parámetros comunes a la<br />

irracionalidad. En los canales <strong>de</strong> sus relaciones con la naturaleza, aparecía el ruido <strong>de</strong> la práctica productiva bovicida <strong>de</strong> los<br />

exportadores <strong>de</strong> cueros <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s.<br />

32 Í<strong>de</strong>m, 217.<br />

33 Í<strong>de</strong>m, 231.

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