Etnias y árboles - Escuela de Historia

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andolerismo pudo representar la distorsión de toda una sociedad, la aparición de estructuras y clases sociales nuevas, la resistencia de comunidades enteras frente a la destrucción de su forma de vida. Pudo concentrar la catástrofe del final de un ciclo histórico relativamente largo. La represión en la línea del Salado, indicaba la fuerza del nuevo ciclo capitalista en Argentina. Desaparecía la fase mercantil, y entraban los episodios del maquinismo. Sólo que, abortando en su mismo nacimiento el azúcar santiagueño, permanecería como alternativa única el obraje. Un capitalismo depredatorio. No por casualidad militares norteamericanos acompañaron a la expedición del relato de Jacques. El tránsito de economía precapitalista a capitalista disolvía el territorio para el bandolerismo. Pero la furia contra la naturaleza de este mismo capitalismo, recreaba en un nuevo contexto religiosidades cuasi milenaristas, llamadas lacerantes al Cielo y al monte. Los indios del Chaco no son rebeldes políticos, ni mucho menos revolucionarios sino hombres que se niegan a someterse, y por lo tanto quedan fuera de la ley blanca. El malón al que se enfrenta la expedición de Jacques pudo entregarse, pudo pasar a las filas blancas. Sólo que la civilización capitalista ya no pretendía eso. De lo contrario la expedición hubiese cargado misioneros. El escritor Jacques no ve la posibilidad de convertirlos, de que trabajen en la sociedad capitalista. Mezcla racial o exterminio. Son las dos posibilidades. Pero la variable del mestizaje es expuesta por Jacques como un descargo de conciencia. Los caciques indios no son activistas, ni ideólogos ni profetas; dirigentes en la medida en que demuestran su valentía y rudeza, seguros de sí, son por lo mismo los primeros en caer. Como en el caso de la expedición citada, entre las escasas víctimas se hallan el cacique y su padre. Su programa es el de la vuelta al orden tradicional de las cosas, es decir tal como se creen habían sido en un pasado real o mítico. 621 Terminarán con los abusos y retornarán a la justicia. Los bandoleros indios no llevan un proyecto de nueva sociedad, tampoco creen que triunfarán frente al blanco. Castigan y sobreviven. Intentan que en el mundo del Chaco se oiga de sus correrías, y los sigan por ello. Pero las derrotas también se conocen muy pronto, y de esto saben perfectamente los blancos. Hasta cierto punto están interesados que algunas indias y sus niños escapen despavoridos, sin caballos ni comida, y difundan la historia de la derrota en las profundidades de las selvas y montes. El bandidaje social tiende a crear un tipo de tradicionalista revolucionario. Intentan revoluciones hacia atrás contra el orden constituido. ¿Cómo se expresaba en estos indios del Salado de mediados del XIX, la utopía, el milenarismo, la esperanza apocalíptica, el reinado de la justicia? El monte era el significante de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Se lo cubría de cruces encontradas, se lo amojonaba de simbología cristiana obtenida de los asaltos, para hacerlo más fuerte y más libre. Algunos caciques se autorrepresentaban como líderes mesiánicos vestidos con el imaginario emblemático de los santos cristianos. Era el San Antonio del caso. Un héroe arrendatario de la imaginería blanca bondadosa, no podía fracasar. No debía. ¿Pero por qué permanecían los soldados en ese cuadro de inestabilidad y riesgo después de 1850, cuando según Jacques lo hacían voluntariamente? Tenían licencia para el saqueo al indio derrotado. En ese sentido se transformaban ellos mismos en bandidos, aunque socialmente bien vistos por la República. La religiosidad transitaba entre una guerra de bandidos contra bandidos. Ambos ejércitos se sentían libres cuando atacaban, pero encadenados al peligro de perder sus familias cuando pasaban a la defensiva. Pléyades de indios jóvenes, de desertores de los ejércitos, de marginados, de buscados por la justicia del conchabo, merodeadores, contrabandistas entre los dos mundos, cualquiera de ellos podía convertirse en grupo montaraz. Los hombres que interpretaran esos mundos y sus fugas, la religiosidad espontánea, la miseria y sus psicologías, y tuviesen para el caso un origen racial blanco, se transformaban en caudillos. República montaraz con urgencia de acumulación moderna y metodología fronteriza. Juan Felipe Ibarra fue el caudillo paradigmático del chaco santiagueño. Nacido hacia 1787 en Matará, zona de frontera, de padres españoles, hacendados con más alcurnia que riqueza, conoció desde niño las estrecheces económicas. Ibarra era el hombre que sabía del monte, de indios y se criaba para gobernar una región quechuoparlante. Voluntario de caballería frente a las invasiones inglesas, Belgrano lo designará más tarde Comandante General de Fronteras en Santiago, cargo que ejercerá desde el viejo fortín de Abipones. 622 Después de dominar la provincia por treinta años (1820-1851), nombrará albacea de su testamentería a dos sobrinos, uno de ellos su socio, quien se apoderará del gobierno inmediatamente a su muerte. El otro era Manuel Taboada, cuya familia iniciará el periplo oligárquico pleno en el mediterráneo santiaguino. Manuel Taboada también nacido en la frontera india, en Matará, hacia 1851 depuso en un golpe de Estado a su primo. Hombre de Mitre -es decir del genio de la oligarquía portuaria- Manuel hizo construir nuevos fortines en la línea del Chaco. Los 621 Ídem, 22. 622 Andrés Figueroa: Los Papeles de Ibarra. Santiago del Estero, Talleres Gráficos Molinari, 1942. Andrés Figueroa: La Autonomía de Santiago del Estero. Treinta años de dominación de Juan Felipe Ibarra. Santiago del Estero, 1920.

hermanos Taboada, que dieron a las operaciones militares en el Chaco una personalidad moderna, con un vituallamiento de la revolución industrial, necesitaban de una retaguardia precisa: el clero. Hacia 1855 la élite santiaguina requería una salida al Paraná, para colocar sus productos con fletes más baratos. Se retornó a la idea de las misiones religiosas que transformarían a las tribus nómadas en sedentarias. "Civilizar multitudes salvajes, es altamente moral y profundamente humano". 623 Antonino Taboada se encontraba con los caciques del monte, y les prometía tierras en nombre del general Urquiza. 624 Más tarde solicitaba misioneros franciscanos. 625 Nombrado en 1860 Jefe único de las fronteras por el Gobierno Nacional, fomentaba donde podía la construcción de Iglesias. 626 Se paría una casta familiar de caudillos sólidamente integrados al aparato oficial de la Iglesia. Mailín ya era reconocido como un centro de milagros y loteado a medias entre la Iglesia y la élite. 627 Estos caudillos, tironeados entre la civilización de las máquinas y la religión oficial, cedieron ante la Iglesia. La ruralidad santiaguina se impregnaba de dos grandes presiones de religiosidad simultánea: ortodoxa de caudillos, élite y jerarquías de fe una; y espontánea de tres espacios sociales y étnicos en conflictos la otra. La naturaleza se aferraba a la última y a sus sujetos, le daba expresividad de faunas y floras, una estética idiosincrática, un lenguaje biológico, una afectividad natural, ropajes quiméricos, subjetividad e ilusiones, cadencias milenaristas, rebalsamientos paródicos, gestualidad, paradojas, diálogos del monte, multifuncionalidad icónica, ritos tangenciales, hipercomplejidad, precariedad material, gratificaciones inéditas, espejos autónomos de relaciones patronales, plurimorfismo, servidumbres orgullosas. En el corazón del ecotexto, nacía una ritualidad ectoplasmática. En los bordes del río Salado hacia principios del XX se podían ver toldadas verdes de algarrobos y chañares, debajo de los cuales algún rancho de horcones viejos y quinchadas nuevas. Aromas de tuscas en primavera y floración de los cardones gigantes. Fogón chisporroteante, mortero baqueano, y corral de palo a pique a orillas de un "patio" de tierra emparejado. Los algarrobos del verano se venían abajo de frutos. 628 Era la pictografía de la ritualidad del monte. A lo sumo algunas cabras de buenas ubres, catas, un burro cansino y los perros flacos. Uno de sus habitantes de pronto podía recordar el haber faltado a una "promesa", y de inmediato se disponía a aliñar el "nacimiento" para la próxima Nochebuena. Era suficiente para que la noticia siguiera por las costas del río, y se hundiera en los montes. En las tinajas del convidante empezaba a fermentar la chicha de algarroba. El día señalado llegaban la gente a caballo trayendo azahares, flores de cardón y velas para el niño Dios. En el patio la concurrencia era convidada con mate y chipaco. 629 Después venía la música de caja y guitarra. Nada iba más allá de los límites impuestos por el monte. Se rezaba lo necesario. Todo se medía según los tiempos de la naturaleza. Todos los árboles se llamaban "plantas de...", chañar, quebracho, mistol. Pero sólo al algarrobo se le decía "el árbol de..." 630 Desde las ciudades, las élites observaban a esta religiosidad, como sacha religión. Las especies no nativas eran llamadas de Castilla (paloma de Castilla, conejo de Castilla, nogal de Castilla...) Como contraparte las palabras cimarrón o del monte que en las zonas quechuistas se traducen por sacha. Lo sacha determina lo aborigen, lo "del país", lo silvestre: sacha membrillo. Paulatinamente, las élites blancas usaron del sacha que significaba lo del monte, para resignificarlo en salvaje, la falsificación descolorida de un original que era de Castilla. 631 La sachahiguera, el sachaloro, el sachalimón, el sachamono. Un sacha médico, era alguien que ejercía la profesión sin título. Una simulación, adulteración del original, desnaturalización, corrupción y disfraz. La ecología de la espiritualidad cristiana popular tuvo que crearse entre psicologías de autodevaluación y extrañamientos. Entre las complicidades del idioma de dominación frente al que se opuso la dimensión extraña y las sutilezas del quechua. Fue una simbiosis propia entre complejas variantes histórico-raciales, la naturaleza y una mundivisión original. Todo ello, tal vez, una cultura. 623 Vicente C. Quesada: "Santiago del Estero. Proyecto de una nueva línea de frontera". Diario El Comercio. Corrientes, 24/5/1855. 624 "Informe de Don Antonino Taboada al general Urquiza", 15/1/1856.En Gaspar Taboada, op. cit, T II, 308-310. 625 Ídem, 317-318. 626 Andrés A Figueroa: "Santiagueños mentirosos". Ídem, 670-674. 627 Entre los bienes deja-dos por el ex gobernador Manuel Taboada, había un derecho sobre un terreno en Mailín, cuyo importe era proporcional a unas 50 vacas. Juicio Testamentario de Don Manuel Taboada. 30/11/1872. En Gaspar Taboada, op. cit, 1946, T IV, 580, 581. 628 Clementina Rosa Quenel: La Luna Negra. Córdoba, Talleres Gráficos de D. Malamud, 1952. El cuento "L'alma mula", 41-59. 629 Especie de pan fabricado con harina morena y chicharrones. 630 "Un santiagueño se ha muerto/ porque le ha llegado la hora;/ háganle la cruz bendita/ con dos vainas de algarroba". En Jorge W. Abalos: Norte Pencoso. Buenos Aires, Losada, 1966, 66. 631 Sacha, derivado del quechua satja, que significa monte.

hermanos Taboada, que dieron a las operaciones militares en el Chaco una personalidad mo<strong>de</strong>rna, con un vituallamiento <strong>de</strong> la<br />

revolución industrial, necesitaban <strong>de</strong> una retaguardia precisa: el clero.<br />

Hacia 1855 la élite santiaguina requería una salida al Paraná, para colocar sus productos con fletes más baratos. Se<br />

retornó a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> las misiones religiosas que transformarían a las tribus nómadas en se<strong>de</strong>ntarias. "Civilizar multitu<strong>de</strong>s salvajes, es<br />

altamente moral y profundamente humano". 623 Antonino Taboada se encontraba con los caciques <strong>de</strong>l monte, y les prometía tierras en<br />

nombre <strong>de</strong>l general Urquiza. 624 Más tar<strong>de</strong> solicitaba misioneros franciscanos. 625 Nombrado en 1860 Jefe único <strong>de</strong> las fronteras por el<br />

Gobierno Nacional, fomentaba don<strong>de</strong> podía la construcción <strong>de</strong> Iglesias. 626 Se paría una casta familiar <strong>de</strong> caudillos sólidamente<br />

integrados al aparato oficial <strong>de</strong> la Iglesia. Mailín ya era reconocido como un centro <strong>de</strong> milagros y loteado a medias entre la Iglesia y la<br />

élite. 627<br />

Estos caudillos, tironeados entre la civilización <strong>de</strong> las máquinas y la religión oficial, cedieron ante la Iglesia. La<br />

ruralidad santiaguina se impregnaba <strong>de</strong> dos gran<strong>de</strong>s presiones <strong>de</strong> religiosidad simultánea: ortodoxa <strong>de</strong> caudillos, élite y jerarquías <strong>de</strong> fe<br />

una; y espontánea <strong>de</strong> tres espacios sociales y étnicos en conflictos la otra. La naturaleza se aferraba a la última y a sus sujetos, le<br />

daba expresividad <strong>de</strong> faunas y floras, una estética idiosincrática, un lenguaje biológico, una afectividad natural, ropajes quiméricos,<br />

subjetividad e ilusiones, ca<strong>de</strong>ncias milenaristas, rebalsamientos paródicos, gestualidad, paradojas, diálogos <strong>de</strong>l monte,<br />

multifuncionalidad icónica, ritos tangenciales, hipercomplejidad, precariedad material, gratificaciones inéditas, espejos autónomos <strong>de</strong><br />

relaciones patronales, plurimorfismo, servidumbres orgullosas. En el corazón <strong>de</strong>l ecotexto, nacía una ritualidad ectoplasmática.<br />

En los bor<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l río Salado hacia principios <strong>de</strong>l XX se podían ver toldadas ver<strong>de</strong>s <strong>de</strong> algarrobos y chañares, <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong><br />

los cuales algún rancho <strong>de</strong> horcones viejos y quinchadas nuevas. Aromas <strong>de</strong> tuscas en primavera y floración <strong>de</strong> los cardones gigantes.<br />

Fogón chisporroteante, mortero baqueano, y corral <strong>de</strong> palo a pique a orillas <strong>de</strong> un "patio" <strong>de</strong> tierra emparejado. Los algarrobos <strong>de</strong>l<br />

verano se venían abajo <strong>de</strong> frutos. 628 Era la pictografía <strong>de</strong> la ritualidad <strong>de</strong>l monte. A lo sumo algunas cabras <strong>de</strong> buenas ubres, catas, un<br />

burro cansino y los perros flacos. Uno <strong>de</strong> sus habitantes <strong>de</strong> pronto podía recordar el haber faltado a una "promesa", y <strong>de</strong> inmediato se<br />

disponía a aliñar el "nacimiento" para la próxima Nochebuena. Era suficiente para que la noticia siguiera por las costas <strong>de</strong>l río, y se<br />

hundiera en los montes. En las tinajas <strong>de</strong>l convidante empezaba a fermentar la chicha <strong>de</strong> algarroba. El día señalado llegaban la gente<br />

a caballo trayendo azahares, flores <strong>de</strong> cardón y velas para el niño Dios. En el patio la concurrencia era convidada con mate y<br />

chipaco. 629 Después venía la música <strong>de</strong> caja y guitarra. Nada iba más allá <strong>de</strong> los límites impuestos por el monte. Se rezaba lo<br />

necesario. Todo se medía según los tiempos <strong>de</strong> la naturaleza. Todos los <strong>árboles</strong> se llamaban "plantas <strong>de</strong>...", chañar, quebracho,<br />

mistol. Pero sólo al algarrobo se le <strong>de</strong>cía "el árbol <strong>de</strong>..." 630 Des<strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s, las élites observaban a esta religiosidad, como sacha<br />

religión. Las especies no nativas eran llamadas <strong>de</strong> Castilla (paloma <strong>de</strong> Castilla, conejo <strong>de</strong> Castilla, nogal <strong>de</strong> Castilla...) Como<br />

contraparte las palabras cimarrón o <strong>de</strong>l monte que en las zonas quechuistas se traducen por sacha. Lo sacha <strong>de</strong>termina lo aborigen, lo<br />

"<strong>de</strong>l país", lo silvestre: sacha membrillo. Paulatinamente, las élites blancas usaron <strong>de</strong>l sacha que significaba lo <strong>de</strong>l monte, para<br />

resignificarlo en salvaje, la falsificación <strong>de</strong>scolorida <strong>de</strong> un original que era <strong>de</strong> Castilla. 631 La sachahiguera, el sachaloro, el<br />

sachalimón, el sachamono. Un sacha médico, era alguien que ejercía la profesión sin título. Una simulación, adulteración <strong>de</strong>l<br />

original, <strong>de</strong>snaturalización, corrupción y disfraz. La ecología <strong>de</strong> la espiritualidad cristiana popular tuvo que crearse entre psicologías <strong>de</strong><br />

auto<strong>de</strong>valuación y extrañamientos. Entre las complicida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l idioma <strong>de</strong> dominación frente al que se opuso la dimensión extraña y las<br />

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Todo ello, tal vez, una cultura.<br />

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Vicente C. Quesada: "Santiago <strong>de</strong>l Estero. Proyecto <strong>de</strong> una nueva línea <strong>de</strong> frontera". Diario El Comercio. Corrientes, 24/5/1855.<br />

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"Informe <strong>de</strong> Don Antonino Taboada al general Urquiza", 15/1/1856.En Gaspar Taboada, op. cit, T II, 308-310.<br />

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Í<strong>de</strong>m, 317-318.<br />

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Andrés A Figueroa: "Santiagueños mentirosos". Í<strong>de</strong>m, 670-674.<br />

627<br />

Entre los bienes <strong>de</strong>ja-dos por el ex gobernador Manuel Taboada, había un <strong>de</strong>recho sobre un terreno en Mailín, cuyo importe era proporcional a unas 50 vacas.<br />

Juicio Testamentario <strong>de</strong> Don Manuel Taboada. 30/11/1872. En Gaspar Taboada, op. cit, 1946, T IV, 580, 581.<br />

628<br />

Clementina Rosa Quenel: La Luna Negra. Córdoba, Talleres Gráficos <strong>de</strong> D. Malamud, 1952. El cuento "L'alma mula", 41-59.<br />

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Especie <strong>de</strong> pan fabricado con harina morena y chicharrones.<br />

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"Un santiagueño se ha muerto/ porque le ha llegado la hora;/ háganle la cruz bendita/ con dos vainas <strong>de</strong> algarroba". En Jorge W. Abalos: Norte Pencoso.<br />

Buenos Aires, Losada, 1966, 66.<br />

631 Sacha, <strong>de</strong>rivado <strong>de</strong>l quechua satja, que significa monte.

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