Etnias y árboles - Escuela de Historia
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<strong>de</strong>l Estero 2 El Bravo 1942 1960 Israel Weisburd S.A.<br />
Formosa 1 Formosa 1905 - Cía Argentina <strong>de</strong> Quebracho Marca Formosa<br />
UNITAN S.A.I.C.A.<br />
2 Formosa 1931 1962 Quebrachales Dubosc S.A. - Cía Argentina<br />
Jujuy 1 Vinalito-Yuto 1929 1971 La Jujeña S.A.<br />
Fuente: Héctor A. Ferreyra, op. cit, 1994.<br />
30. LA CIVILIZACIÓN DEL DURMIENTE<br />
<strong>de</strong> Quebrachos Marca Formosa<br />
El ferrocarril ni siquiera se <strong>de</strong>tuvo a reflexionar a la naturaleza como inagotable en los sentidos ontológico y<br />
gnoseológico. Tampoco necesitaba buscar un reaseguro filosófico que justificara la tala <strong>de</strong>l bosque para su conversión en traviesas o<br />
durmientes. Ocurrió en el tránsito <strong>de</strong> los dos siglos. Era suficiente con saberse civilizador.<br />
La información tenía un movimiento unidirigido con arreglo al esquema ciencia-acción tecnológica-naturaleza. El<br />
retroesquema naturaleza hombre no se tenía en cuenta, no <strong>de</strong>bía tenerse porque se reconocía a lo natural como responsable y autor<br />
directo <strong>de</strong>l crimen <strong>de</strong> la "barbarie". Si para el pensamiento tecnológico no existía retroacción, para el económico, <strong>de</strong> empresas<br />
ferrocarrileras fundamentalmente inglesas, la esfera <strong>de</strong> atención se ponía en la acumulación en Londres. Lo que pasaba en este lado <strong>de</strong>l<br />
mundo no tenía absoluta relevancia.<br />
La física, convertida en lí<strong>de</strong>r indiscutido <strong>de</strong> las ciencias naturales a fines <strong>de</strong>l XIX, abstraía a la biosfera <strong>de</strong> su<br />
preocupación. Sus logros, extendidos a la química y a la biología, no enca<strong>de</strong>naban en una ciencia única. En este esquema la<br />
naturaleza no era una estructura sutil, sino un formulario primitivo al que resultaba ineludible disciplinar. Como a un prisionero, a un<br />
salvaje o a un <strong>de</strong>mente. Mientras las ciencias sociales se abstraían totalmente <strong>de</strong>l problema natural, la ciencia en general ponía en<br />
movimiento la industria aunque entre ésta y la naturaleza no aceptaba ni podía siquiera imaginar mecanismos <strong>de</strong> control. No sólo no<br />
hubo coordinación entre la función transformadora y prognoscitiva <strong>de</strong> la ciencia <strong>de</strong> esta etapa, sino que se abreviaba radicalmente la<br />
última función, hasta casi <strong>de</strong>saparecer.<br />
Más allá <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n tecnológico producido por las diversas trochas, o la <strong>de</strong>sestructuración <strong>de</strong> espacios económicos por<br />
medio <strong>de</strong> la dispersión vial en abanico <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el núcleo portuario <strong>de</strong> Buenos Aires, el tren era un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> racionalidad óseoeconómica.<br />
En áreas concretas <strong>de</strong>bía ser usado para <strong>de</strong>secologizar el bosque, y exprimirlo hasta que <strong>de</strong> él no quedase nada. La<br />
industria y economía, cada vez más complejas en sí mismas, necesitaban "ver" al mundo y tratarlo como algo simple. Era como si dos<br />
complejida<strong>de</strong>s juntas no pudieran soportarse. Se trataba objetiva o subjetivamente <strong>de</strong> que la Tierra sufriera un <strong>de</strong>splazamiento cada vez<br />
más acentuado <strong>de</strong> especies vivas superiores hacia inferiores. El paraguas antropogénico con sus logros técnicos, entre ellos el<br />
ferrocarril, aportaría la belleza y complejidad suficientes. El reemplazo <strong>de</strong> especies gran<strong>de</strong>s, altamente <strong>de</strong>sarrolladas, como el<br />
quebracho colorado o los cedros naturales <strong>de</strong>l Chaco, por la vegetación <strong>de</strong>gradada <strong>de</strong> hierbas. El resultado podía ser utilizado para<br />
implantes gana<strong>de</strong>ros. Se pensaba en un cuadro don<strong>de</strong> la complejidad <strong>de</strong>l bosque inútil, fuese sustituida por la simplicidad organizada<br />
<strong>de</strong> amplios campos <strong>de</strong> pastoreo. La simplificación <strong>de</strong> lo vivo, la reducción progresiva <strong>de</strong> las especies gran<strong>de</strong>s, la eliminación racional<br />
<strong>de</strong> los <strong>de</strong>predadores carnívoros, el acortamiento <strong>de</strong> las ca<strong>de</strong>nas tróficas, disciplinaban, civilizaban. El ferrocarril era su mo<strong>de</strong>lo, su<br />
eslabón, su herramienta, su estética y su coartada. La energía que llegaba a la biosfera se suponía infinita, como inagotables entonces<br />
las condiciones que el sistema elaboraba para su apropiación.<br />
Se transitaba por la euforia <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar al crecimiento <strong>de</strong> la energética como irrefrenable. El progreso técnico como un<br />
bien eterno, un incremento ilimitado <strong>de</strong> una misma cosa. Revoluciones antropo-tecnológicas. La biosfera <strong>de</strong>bía adaptarse a las<br />
condiciones <strong>de</strong> la industria y la agricultura. Esas eran las leyes <strong>de</strong>l vencedor.<br />
En 1876 la ciudad <strong>de</strong> Córdoba era unida a Tucumán por el Ferrocarril Central Córdoba. Las vías entraban por primera<br />
vez en el norte argentino. Ocho años más tar<strong>de</strong>, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la estación Frías, un ramal secundario <strong>de</strong> 160 km unía a aquella línea con<br />
Santiago <strong>de</strong>l Estero. Todo parecía suponer que el frente <strong>de</strong> <strong>de</strong>forestación se abastecería <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la línea Tucumán-Córdoba. Pero no fue<br />
la única, ni en este sentido la más importante. Los ferrocarriles no estaban interesados en unir las viejas poblaciones santiagueñas <strong>de</strong>