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Etnias y árboles - Escuela de Historia

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estia") y el extranjero-criollo que explotaba a los anteriores. 532 Insistía que <strong>de</strong>l Santa Fe boreal, en diecisiete años <strong>de</strong> explotación <strong>de</strong>l<br />

quebracho, quedaban sólo leguas arrasadas. El obraje no era una industria sino un viento <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción. 533 El frente <strong>de</strong> la tala<br />

santafecina tenía entonces 228 kilómetros <strong>de</strong> largo.<br />

Cada hachero elegía su árbol, atacándolo por cuatro cortes: "apoyado en el hacha, ve caer la víctima, la examina en el<br />

suelo, y empuña el machete para quitarle las ramas". 534 Con el hacha luego <strong>de</strong>spojaba al árbol <strong>de</strong> la corteza y <strong>de</strong> la albura, trabajando<br />

unas ocho horas, <strong>de</strong> veinte a veintidós días al mes. El labrador, la "aristocracia" obrajera, era el encargado <strong>de</strong> hacer las vigas y<br />

durmientes. Los cortadores <strong>de</strong> postes como los cortadores <strong>de</strong> leña, ganaban la mitad que los labradores. Pero el trabajo más pesado<br />

lo hacía el carrero, quien sobre un carro que tiraban dos yuntas <strong>de</strong> bueyes, <strong>de</strong>bía cargar trozos <strong>de</strong> dos mil y dos mil quinientos<br />

kilogramos. Lo hacía arrastrando los troncos con la yunta <strong>de</strong>lantera <strong>de</strong> bueyes <strong>de</strong>satada, y hasta el pie <strong>de</strong>l carro. Luego los alzaba<br />

mediante palancas y los mismos bueyes. Hombres y animales <strong>de</strong>bían coincidir en esfuerzos instantáneos; para lo cual los bueyes<br />

<strong>de</strong>bían respon<strong>de</strong>r perfectamente a las voces <strong>de</strong> mando. Trabajaba un solo carrero para lo que en Europa se requerían cuatro a seis<br />

hombres. 535 El tronco se cargaba en quince a veinte minutos, y jamás se castigaba a los bueyes; el carrero les hablaba. Una vez<br />

cargados, agarrotaba a los troncos con ca<strong>de</strong>nas. Cuando el camino hacia la playa 536 era malo por la lluvia, el barro, sólo la<br />

educación <strong>de</strong> los bueyes y la fuerza física/habilidad <strong>de</strong>l carrero podían salvar la situación. Como en la playa raramente pasaba<br />

directamente la carga a las chatas <strong>de</strong>l ferrocarril, entonces el carrero procedía a <strong>de</strong>scargar en soledad y <strong>de</strong> la misma manera que había<br />

cargado: <strong>de</strong>satando animales, haciendo palanca, arrimando con el hombro a cada tronco. Un gran resorte aplicado al punto <strong>de</strong><br />

presión. Los europeos no podían enten<strong>de</strong>r como un solo hombre izaba y <strong>de</strong>scendía columnas <strong>de</strong> dos toneladas.<br />

Las fábricas <strong>de</strong> tanino eran elementales, construidas en palo, barro y techos <strong>de</strong> zinc; otras <strong>de</strong> mampostería <strong>de</strong> ladrillo.<br />

Las huellas <strong>de</strong>jadas por los carros en los bosques creaban fangales <strong>de</strong> arcilla fina y glutinosa, enteramente bacheados, con aguas<br />

fétidas; caminos laberínticos, en zig zag, y chapaleo <strong>de</strong> caballos que levantaban a los mosquitos en tupidas nubes, penetrando en las<br />

ropas, picando en la cara y las orejas. 537 Pero el más dramático <strong>de</strong> todos los insectos era el llamado polvorín, una mosquita que no<br />

picaba sino mordía. Cuando los cuatro a cinco meses <strong>de</strong> lluvias cesaban, los mosquitos <strong>de</strong>jaban <strong>de</strong> atacar.<br />

Pero se seguía oyendo en los bosques el sonido seco <strong>de</strong>l hacha, metálico y agudo. Los hacheros y carreros<br />

comunicándose a través <strong>de</strong> gritos sorpresivos que <strong>de</strong>bían ser contestados:<br />

"Grito agudo, estri<strong>de</strong>nte, inimitable, grito <strong>de</strong> indio y <strong>de</strong> lobo rojo, grito <strong>de</strong> cornetín, <strong>de</strong> perro que aulla, y allá en el fondo <strong>de</strong>l<br />

monte otro grito igual, como un eco lejano". 538<br />

El código humano <strong>de</strong> la selva se traducía en gritos. Eran hombres pasados al temperamento <strong>de</strong> animales. Sólo <strong>de</strong> esa<br />

forma era posible dar cuenta <strong>de</strong>l bosque.<br />

"Llegamos a la arranchada; hay tres correntinos y dos paraguayos. Uno está cortando un gigante que tiene 1.40 <strong>de</strong><br />

circunferencia (...); es un ejemplar magnífico, sano, largo, a los tres metros tiene una rama gruesa como horqueta; se sacará un rollizo <strong>de</strong> 5.50<br />

metros". 539<br />

El imaginario económico <strong>de</strong>snudaba a los <strong>árboles</strong> en pie para verlos rollizos. Con sus nalgas y pubis. Con su sexualidad<br />

ardiente y virginal. El cuerpo <strong>de</strong> los hacheros estaba también <strong>de</strong>snudo, cubierto <strong>de</strong> mosquitos y polvorines. Cuando Bialet-Massé les<br />

532 Í<strong>de</strong>m, 28.<br />

533 Í<strong>de</strong>m, 113.<br />

534 Í<strong>de</strong>m, 115.<br />

535 Í<strong>de</strong>m, 117.<br />

536 Pedazo <strong>de</strong> terreno liso, limpio, a un lado y otro <strong>de</strong> la vía. Junto a ésta uno o más pescantes giratorios <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra dura, con una plataforma <strong>de</strong> unos dos metros<br />

<strong>de</strong> altura, y en ella el guinche. Con éstos se cargaban los troncos a las chatas <strong>de</strong>l ferrocarril. Í<strong>de</strong>m, 118<br />

537 "Hay mosquitos chicos y regulares, pero los hay gigantes, con picos como alfileres, y aunque los hay negros y grises, la masa es <strong>de</strong> mosquitos amarillosos,<br />

grasientos, gordos, todos insoportables, infinitos. Es preciso ponerse un pañuelo gran<strong>de</strong>, ondulante, alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la cabeza, atado como lo usan los gauchos en<br />

el país, so pena <strong>de</strong> quedar el cuello en carne viva al cuarto <strong>de</strong> hora". Í<strong>de</strong>m, 121.<br />

538 Í<strong>de</strong>m, 122.<br />

539 Í<strong>de</strong>m, 122.

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