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Etnias y árboles - Escuela de Historia

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los "salarios" percibidos por la tribu. 3- La categorización salarial, abismalmente <strong>de</strong>sigual y según un escalafón diseñado por las<br />

empresas azucareras, aceptado por clanes conducía a sucesivos enfrentamientos internos y fragmentación. 4- Las preferencias<br />

empresariales por alguna <strong>de</strong> las tribus. Al privilegiarla las tornaba solícitas, lo que era acentuado por la compañía recompensándola con<br />

una mejor ubicación transitoria en el espacio <strong>de</strong>l ingenio, mejor alimentación, mejores premios (vestidos). 5- La prohibición terminante<br />

<strong>de</strong>l consumo <strong>de</strong> alcohol durante la semana laboral, para la propia empresa vendérselo un día fijo, lo que inevitablemente concluía en<br />

borracheras humillantes. 6- La asunción por parte <strong>de</strong> la tribu <strong>de</strong> la vestimenta blanca, modificaba la representación que el aborigen<br />

tenía <strong>de</strong> sí mismo. Se pagaba con vestidos blancos al final <strong>de</strong> la zafra. Las tribus cruzaban la selva <strong>de</strong> regreso, uniformados con otros<br />

símbolos culturales. Toda aculturación mejoraba el training laboral. 7- La presión psicológica <strong>de</strong>l pánico. Los conchabadores<br />

<strong>de</strong>jaban intuir a los caciques que: o iban los clanes a trabajar a las zafras o llegaría el ejército. 8- El po<strong>de</strong>r sugestivo <strong>de</strong>l consumo<br />

mo<strong>de</strong>rno y su tecnología. Trabajo a cambio <strong>de</strong> cuchillos, armas <strong>de</strong> fuego, espejos, etc. 9- La presentación <strong>de</strong>l amo <strong>de</strong> la empresa<br />

como un po<strong>de</strong>r singular, justiciero, ajeno a las variables y confrontaciones entre capataces criollos y clanes. 10- La aceptación por<br />

parte <strong>de</strong> la etnia <strong>de</strong> no tener <strong>de</strong>rechos, <strong>de</strong> que se pertenecía a la esfera <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rrotados. El "arreglo gran<strong>de</strong>" o pago general al fin <strong>de</strong> la<br />

zafra, se hacía rápidamente y sin tropiezos, aunque siempre resultaba distinto a lo pactado. Pero las etnias se hallaban predispuestas a<br />

no discutir el abuso, necesitaban psicológicamente regresar <strong>de</strong> inmediato a la selva, y el contrato mismo obe<strong>de</strong>cía a la órbita <strong>de</strong> un<br />

po<strong>de</strong>r superior e inaccesible. 461 11- Los cambios en los hábitos alimenticios integraban a los clanes a nuevas realida<strong>de</strong>s. Los matacos,<br />

acostumbrados a permanecer junto a arroyos, ríos y alimentarse <strong>de</strong> pescados, en las zafras permanecían obligados a una dieta <strong>de</strong> maíz<br />

y buey. 12- Desalojados <strong>de</strong> sus antiguos hábitats, muchas etnias eran sorprendidas por la carestía espontánea <strong>de</strong> sus productos<br />

tradicionales. Los matacos eran aficionados al tabaco que resultaba difícil conseguir ya naturalmente; los ingenios los abastecían como<br />

parte <strong>de</strong>l salario. 13- Muchos clanes buscaban armas para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> los ataques privados <strong>de</strong> las guarniciones militares. Estas<br />

pasaban a fines <strong>de</strong>l XIX, <strong>de</strong> las operaciones bélicas en gran escala al bandidaje privado, en particular al robo <strong>de</strong> mujeres y niños,<br />

pieles y cualquier tipo <strong>de</strong> pertenencia <strong>de</strong> los clanes. 14- El hábito <strong>de</strong>l consumo <strong>de</strong> yerba, y la consecuente carestía provocada por la<br />

tala <strong>de</strong> yerbatales "salvajes" <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los siglos XVII y XVIII. Cuando los conchabadores llegaban al interior <strong>de</strong>l Chaco, repartían <strong>de</strong><br />

inmediato yerba, harina, maíz y azúcar. 15- La asignación <strong>de</strong> tareas en las zafras, es <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> tres o cuatro surcos <strong>de</strong> caña por persona<br />

para cortar, <strong>de</strong>spuntar, y acarrear hasta los caminos don<strong>de</strong> pasaban las vagonetas Decauville 462 ; garantizaba el trabajo <strong>de</strong> sol a sol,<br />

evitando un contralor laboral permanente. El sistema <strong>de</strong> la tarea posibilitaba una disciplina natural, mientras el capataz -montado y<br />

armado- podía dirigir así un mayor número <strong>de</strong> lotes. 16- El <strong>de</strong>sconcierto ante las arbitrarieda<strong>de</strong>s e irregularida<strong>de</strong>s ocasionadas por el<br />

capataz, que asignaba cada día un número distinto <strong>de</strong> surcos a cada trabajador, según su estado <strong>de</strong> ánimo, juicio sobre el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong><br />

la zafra, ór<strong>de</strong>nes precisas, resistencia <strong>de</strong> cada trabajador, antipatías, etc. 463 El trabajador se acostumbraba a pensarse a sí mismo<br />

como sujeto <strong>de</strong>l azar, <strong>de</strong> las variables irrazonables, <strong>de</strong> una inteligencia po<strong>de</strong>rosa e incomprensible, más leyes casi ciegas,<br />

inescrutables <strong>de</strong>l ingenio. 17- La imposibilidad étnica <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r el valor real <strong>de</strong> su fuerza <strong>de</strong> trabajo, es <strong>de</strong>cir la relación existente<br />

entre ésta y el valor <strong>de</strong> cambio <strong>de</strong> las mercancías. Ello creaba para el naciente capitalismo industrial, un tipo <strong>de</strong> trabajador único,<br />

material <strong>de</strong> extracción ilimitada <strong>de</strong> plusvalía. Pero a un tiempo la subyugación <strong>de</strong> los clanes a la misteriosa esencia <strong>de</strong> las relaciones<br />

económicas <strong>de</strong> los dominadores. 18- La mortalidad durante los meses <strong>de</strong> estadía en el ingenio resultaba altísima. La empresa<br />

premiaba a los indios sanos y más fuertes. Los clanes se fracturaban psicológicamente según el parámetro <strong>de</strong> la salud. Los más<br />

fuertes trataban <strong>de</strong> trabajar más para <strong>de</strong>mostrar su aptitud. Pero con los más débiles ocurría otro tanto, sólo que en este caso con<br />

consecuencias distintas. Se erosionaba la solidaridad. 19- Los ingenios capturaban para el <strong>de</strong>sarrollo capitalista, una fortaleza física<br />

étnica <strong>de</strong>rivada <strong>de</strong> las interacciones antropo-ecológicas. Máquinas trabajando semi<strong>de</strong>snudas 464 , sin oxidación. Pero a<strong>de</strong>más la zafra<br />

permitía la acción laboral familiar plena, por lo que los niños recibían adiestramiento y disciplinamiento temprano y sin costo. Al<br />

cabo <strong>de</strong> una generación, el ingenio disponía ya, <strong>de</strong> obreros totalmente conscientes <strong>de</strong>l sistema <strong>de</strong> trabajo y organización. Los<br />

alimentaba seis meses al año, y los restantes los haría el monte. 20- El cacique mayor recibía, en la primera década <strong>de</strong>l XX en los<br />

ingenios Le<strong>de</strong>sma y La Esperanza, un 70% más en "sueldo y merca<strong>de</strong>rías" que el cacique menor (o jefe <strong>de</strong> diez soldados). A su turno<br />

éste un 70% más que el soldado (trabajador indígena varón, adulto). Este, un 25% más que la china (mujer mayor) y los muchachos y<br />

461 José Elías Niklison (1917): Investigación sobre los Indios Matacos Trabajadores. Universidad Nacional <strong>de</strong> Jujuy, Jujuy, 1989, 92.<br />

462 Ingenios Le<strong>de</strong>sma y La Esperanza; en Niklison, op. cit, 70.<br />

463 I<strong>de</strong>m, 71.<br />

464 I<strong>de</strong>m, 72.

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