La Parroquia Nuestra Señora de la Merced de - Buscando Historia

La Iglesia tuvo, indudablemente, el cuidado y la responsabilidad del orden civil.
LLevó adelante una actividad mucho más importante que la desplegada por ese único
funcionario estable que fue el Alcalde de Hermandad quien sólo tuvo funciones
policiales y judiciarias de menor cuantía.
Veamos este notable texto extraído en el libro de Bautismos de Arrecifes del 6 de
febrero de 1780:
"El diez de octubre de este año de mil setecientos setenta y nueve celebrando la
santa Visita el ilustrísimo Fray don Sebastián Malvar mi señor Obispo de esta Diócesis
de Buenos Aires del Consejo de su Mag. la hizo por ante mi su secretario de esta Iglesia
y Viceparrochia de San José del Arrecife en la que habiendo abierto el Sagrario después
de insensar el Santísimo y dicha la oración dio la bendición al pueblo con la hostia
grande que había en el Copón; y prosiguiendo la visita lo hizo de los Santos otros;
después de esto celebró la procesión de difuntos con los responsos y ceremonias que
proscribe el ritual; ultimamente pasó al reconocimiento de los ornamentos, bienes de la
iglesia y libros parrochiales y fechó todo dijo que debía mandar y mandó lo siguiente.
Primaramente que doren el Copón y Cáliz por dentro para que con más decencia y aseo
esté el adorable cuerpo y sangre de nuestro Salvador; que se hagan más crimeras de
plata para guardar los sagrados oleos; que se busque una piedra para que pueda servir de
arca para el Sagrario la que se remitirá a Buenos Aires para que S. S. I. como ofrece, las
consagre; que se haga una pila bautismal para que con ello pueda administrarse según lo
tiene ordenado y mandado Nuestra Santa Madre la Iglesia el Santo Bautismo,
mezclando en ella como el ritual prebiene, óleo y crisma. Igualmente ordena S. S. I. que
se forme una capaz y desente; y por cuanto es indispensable nombrar algún sujeto de la
Parroquia a cuyo cargo esté correr con la obrea, recoger limosnas para la fábrica y
cobrar el producto de las sepulturas, dar vino cera y sebo para la Iglesia, mandar lavar la
ropa, componer la descompuesta y comprar y hacer cuanto S. S. I. deja ordenado y
determinado, desde luebo manda S.S.I. a los feligreses nombran mayordomos de fábrica
que conforme a la ley real sea sujeto lego, llano y abonado a quien S. S. I. despachara
título formal o nombramiento para que le guarden las excempciones y pribilegios que
constan de la ley real y dicho mayordomo podrá pedir por sí y por otros, dentro y fuera
de la parrochia para la fábrica tomándole cuenta de lo que recaudan y él estará obligado
a dar anualmente cuentas al Cura sacando el líquido resumen de lo que resultare en
favor o en contra de dicha Iglesia para que después puedan estos recibirse con brebedad
en las bisitas.
Manda lo segundo que obserben todas las providencias dadas por el
ilmo.predecesor Monseñor de la Torre de feliz recordación a cuya obserbancia reitima
según se contiene en los libros de la Capital, de esta Iglesia y que en las partidas de este
libro (bautismos) se ponga con claridad siempre que cómodamente puedan indigarse
además del nombre y apellido y oriundez de los padres del bautisado, el de sus abuelos
paternos y maternos, por ser los libros parrochiales los más dignos instrumentos por
donde se tramitan a la posteridad la oriundez, la nobleza y entronque de la familia.
Manda lo tercero que los curas instruyan repetidas veces a los feligreses de la
obligación que tienen éstos en conciencia de no bautisar pribadamente cuyo introducido
abuso causó a S. S. I. el mayor dolor advirtiéndoles que pecan mortalmente todos
aquellos que se entrometen a bautisar la criatura sin reconocer que ésta se halla en
evidente peligro de muerte en cuyo solo caso pueden y deben acerlo. También los
instruirá en las obligaciones que tienen de traer las criaturas a recibir el sagrado
baptismo en la propia Parrochia y los que por necesidad pribadamente fuesen