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EL ZELOSO ESTREMEÑO 163
sino hasta el tomo, por el qual había de dar lo que tra-
xese. Hecho esto, dio parte de su hacienda a censo y
tributo, y otra puso en el Banco, y quedóse con alguna
para el gasto ordinario. Hizo ansimesmo llave maestra
a toda la casa, y quando la tuvo bien compuesta y acó- 5
modada, y encerrado en ella todo lo que se suele com-
preír en junto y a sus tiempos para la provisión de todo
el año, se hié en casa de sus suegros, y pidiéndoles su
muger, se la entregaron, no con pocas lágrimas, porque
les parecía que la llevaba a la sepultura. 10
La tierna Isabela aun no sabía lo que le había acon-
tecido, y así, llorando con sus padres, les pidió su bendición,
y despidiéndose de ellos, tomándola por la mano
su marido, rodeada de sus esclavas y negras, se volvió
a su casa, y entrando en ella les hizo un sermón a to- 15
das, encargándoles la guarda de Isabela, y que por nin-
guna vía dexasen entrar a nadie de la segunda puerta
adentro, aunque hiese el negro eunuco, prometiéndoles
ansimesmo que las trataría y regalaría de manera, que
no sintiesen su encerramiento, y que los días de fiesta, 20
todas, sin faltar ninguna, irían a misa, pero que habían
de ir muy de mañana y muy cubiertas: que para efecto
de que misa no les faltase, quería fundar en la parro-
quia una capellanía, con cargo de decir todos los días