Irak-bush-bajo-la-lupa

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22.03.2013 Views

Como señal contraria de los tiempos dolarcéntricos. el "diñar oro" de Malasia empieza a prender como la divisa del mundo islámico de 1500 millones de feligreses, mientras el analista financiero Mark Hulbert {CBS, Market Watch 23.9.03) detecta un enorme paralelismo de la turbulencia que provocó la reunión del G-7 en Dubai con la situación previa al crack de la bolsa newyorkina en 1987. La "guerra financiera" del dólar contra el oro ha llegado a su fase final y las apuestas de los oráculos favorecen al metal amarillo sobre el billete verde en caída libre. Baby Bush no tiene mayor margen de maniobra y su reelección peligra seriamente: lo que le interesa en realidad con el fin de preservar los intereses corporativos del nepotismo dinástico familiar; el mundo le importa un comino. Solamente bastó el amago de la candidatura del general clintoniano Wesley Clark para deshancarlo en las encuestas. Baby Bush es un tigrillo de papel (el "tigre" es su Daddy), en el sentido de "papel financiero" de chatarra, que ha puesto nervioso hasta su subdito local: al anacrónico globalmaníaco Salinas. Por su parte, Harold James, un connotado historiador británico de Cambridge, fustiga en el periódico pakistaní Daily Times ("Regresan las Guerras del Dólar" 23.9.03) que la devaluación deliberada del dólar implementa una medida electorera del equipo Bush para reelegirse: una práctica muy común de los Secretarios del Tesoro John Connally y James Baker III (ahora uno de los cerebros del Grupo Carlyle), adscritos al partido Republicano. Harold James es autor del libro imprescindible Fin de la Globalización: Lecciones de la Gran Depresión (Harvard Press; 2001) -esta clase de libros no los leen los monetaristas ultrareduccionistas, ni los Salinas, los Zedillo y los Fox, porque corren del riesgo de ser curados de su autismo-. Pero tampoco hay que subestimar a los monetaristas centralbanquistas del G-7, totalmente carentes de escrúpulos terrenales, quienes todavía conservan una as bajo su manga: la "venta secreta" de sus reservas de oro, según afirma Faisal Islam (The Observer, 21.9.03). ¿A esos niveles puede existir una "venta secreta" que no sea detectada? Hace cuatro años se plasmó en Washington el "Acuerdo del Oro de los Bancos Centrales" del G-7 que sigue vigente hasta el año entrante. Entonces, ¿no existe el tan mentado librecomercio? Faisal Islam asegura que existe un acuerdo bilateral anglosajón entre Alan Greenspan, el mago fallido de la Reserva Federal, y su clon británico, Mervyn King, quienes presionan para una prolongación del acuerdo por cinco años adicionales. ¿Podrá resistir seis años más el dolarcentrismo parasitario que, a expensas del restante de la humanidad, así como del oro y del petróleo, pretende resucitar entre los muertos la plutocracia anglosajona?

10. La "Meta-Alquimia": Guerra del Dólar, Oro y Petróleo (y Gas) En el siglo octavo, el más grande de los alquimistas árabes, Jabir Ibn Hayyan (Geber, de su nombre latinizado), se basó en la teoría aristotélica de la composición de la materia y las proporciones de los cuatro elementos primarios irreductibles (agua, tierra, fuego y aire); sus enseñanzas fueron expandidas por los egipcios y los chinos quienes postularon la posibilidad de transformar la composición de los metales en oro, el "más puro de los metales", por medio de la "piedra filosofal". Trece siglos más tarde, los monetaristas centralbanquistas, sin ninguna herramienta filosofal creíble ni disponible en su raquítico arsenal mental (no se diga, después de que Milton Friedman renegó de su propio modelo sicótico), rebasaron a los alquimistas tradicionales e intentaron en 1971, con el desacoplamiento del dólar del patrón-oro gestado en Bretton Woods en 1944, transformar el oro en papel-chatarra para imponer el modelo dolarcentrico unilateral, que ya llegó a su fase terminal después de 32 años de estragos monetarios globales y que hemos denominado la "metalquimia" monetarista. Ahora, treinta dos años más tarde a los fallidos experimentos de metalquimia monetarista, los insensatos centralbanquistas del G-7 pretenden transformar su papel-chatarra del modelo dolarcentrico unilateral en equivalentes en oro, ya sea el "metal amarillo", ya sea el "oro negro". Por lo menos, los alquimistas egipcios tenían en mente transformar la materia en "elixir de vida", que dio fundamento al desarrollo de la química y la farmacología, de lo cual les seremos eternamente agradecidos los seres biófilos del planeta -en contraste a los metalquimistas centralbanquistas de la tercera parte del siglo XX e inicios del siglo XXI, quienes han propagado su macabra necrofilia por doquier a través de la globalización financiera-. El muy solvente Larry Elliot detecta en forma correcta que "el temor de una prolongada caída en el valor del dólar envió los precios del oro a sus máximos niveles en los últimos siete años" (...) cuando "los inversionistas buscan un refugio de las turbulencias en el mercado de divisas".A su vez, "las noticias sobre el abastecimiento del petróleo estaban apoyando el alza del oro como cobertura contra la inflación" (The Guardian, 26.9.03). Queda claro que los precios tanto del "oro amarillo" como del "oro negro" son inversamente proporcionales al valor del dólar que sufre una severa depreciación en lo que pudiéramos llamar una "contra-metalquimia" de las materias primas frente a la fracasada metalquimia de los centralbanquistas. Desde el comunicado del G-7 en Dubai (donde en forma absurda no son todavía admitidas potencias del tamaño de Rusia, China e India, las tres resucitadas del siglo XXI), el mundo entró de lleno en las turbulencias de las divisas y las materias primas, que forma parte de la interfase geopolítica entre dos sistemas: un orden internacional unipolar

10. La "Meta-Alquimia": Guerra del Dó<strong>la</strong>r,<br />

Oro y Petróleo (y Gas)<br />

En el siglo octavo, el más grande de los alquimistas árabes, Jabir Ibn Hayyan (Geber, de<br />

su nombre <strong>la</strong>tinizado), se basó en <strong>la</strong> teoría aristotélica de <strong>la</strong> composición de <strong>la</strong> materia y<br />

<strong>la</strong>s proporciones de los cuatro elementos primarios irreductibles (agua, tierra, fuego y<br />

aire); sus enseñanzas fueron expandidas por los egipcios y los chinos quienes postu<strong>la</strong>ron<br />

<strong>la</strong> posibilidad de transformar <strong>la</strong> composición de los metales en oro, el "más puro de los<br />

metales", por medio de <strong>la</strong> "piedra filosofal". Trece siglos más tarde, los monetaristas<br />

centralbanquistas, sin ninguna herramienta filosofal creíble ni disponible en su raquítico<br />

arsenal mental (no se diga, después de que Milton Friedman renegó de su propio modelo<br />

sicótico), rebasaron a los alquimistas tradicionales e intentaron en 1971, con el<br />

desacop<strong>la</strong>miento del dó<strong>la</strong>r del patrón-oro gestado en Bretton Woods en 1944, transformar<br />

el oro en papel-chatarra para imponer el modelo do<strong>la</strong>rcentrico uni<strong>la</strong>teral, que ya llegó a<br />

su fase terminal después de 32 años de estragos monetarios globales y que hemos<br />

denominado <strong>la</strong> "metalquimia" monetarista. Ahora, treinta dos años más tarde a los fallidos<br />

experimentos de metalquimia monetarista, los insensatos centralbanquistas del G-7<br />

pretenden transformar su papel-chatarra del modelo do<strong>la</strong>rcentrico uni<strong>la</strong>teral en<br />

equivalentes en oro, ya sea el "metal amarillo", ya sea el "oro negro". Por lo menos, los<br />

alquimistas egipcios tenían en mente transformar <strong>la</strong> materia en "elixir de vida", que dio<br />

fundamento al desarrollo de <strong>la</strong> química y <strong>la</strong> farmacología, de lo cual les seremos eternamente<br />

agradecidos los seres biófilos del p<strong>la</strong>neta -en contraste a los metalquimistas<br />

centralbanquistas de <strong>la</strong> tercera parte del siglo XX e inicios del siglo XXI, quienes han<br />

propagado su macabra necrofilia por doquier a través de <strong>la</strong> globalización financiera-.<br />

El muy solvente Larry Elliot detecta en forma correcta que "el temor de una<br />

prolongada caída en el valor del dó<strong>la</strong>r envió los precios del oro a sus máximos niveles en<br />

los últimos siete años" (...) cuando "los inversionistas buscan un refugio de <strong>la</strong>s turbulencias<br />

en el mercado de divisas".A su vez, "<strong>la</strong>s noticias sobre el abastecimiento del petróleo<br />

estaban apoyando el alza del oro como cobertura contra <strong>la</strong> inf<strong>la</strong>ción" (The Guardian,<br />

26.9.03). Queda c<strong>la</strong>ro que los precios tanto del "oro amarillo" como del "oro negro" son<br />

inversamente proporcionales al valor del dó<strong>la</strong>r que sufre una severa depreciación en lo<br />

que pudiéramos l<strong>la</strong>mar una "contra-metalquimia" de <strong>la</strong>s materias primas frente a <strong>la</strong><br />

fracasada metalquimia de los centralbanquistas.<br />

Desde el comunicado del G-7 en Dubai (donde en forma absurda no son todavía<br />

admitidas potencias del tamaño de Rusia, China e India, <strong>la</strong>s tres resucitadas del siglo<br />

XXI), el mundo entró de lleno en <strong>la</strong>s turbulencias de <strong>la</strong>s divisas y <strong>la</strong>s materias primas, que<br />

forma parte de <strong>la</strong> interfase geopolítica entre dos sistemas: un orden internacional unipo<strong>la</strong>r

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