Irak-bush-bajo-la-lupa

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22.03.2013 Views

términos que los expresados por su ex secretario del Tesoro Paul O'Neil, quien también con sus revelaciones sobre la personalidad pueril del presidente Bush había causado remolinos, que se suman a los torbellinos de Clarke, quien despedaza las justificaciones de Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz y Perle para agredir a Irak. En el programa Good Morning America, Clarke se lanzó también a la yugular de Paul Dundes Wolfowitz, quien asumió la misma postura que Bush respecto a Irak (¿no habrá sido al revés?). Bob Herbert, columnista destacado de The New York Times ("La guerra equivocada", 26 de marzo), cita una frase de Clarke sobre la reunión de un día después del 11 de septiembre: "Me di cuenta casi con un agudo dolor físico que Rumsfeld y Wolfowitz iban a tratar de tomar ventaja de la tragedia nacional para promover su agenda sobre Irak". Los neo conservadores son iguales en todo el mundo: ¿no fue lo mismo que hizo Aznar el 11 de marzo? En el programa 60 Minutos, de CBS, Clarke acusó que el secretario del Pentágono, Donald Rumsfeld, al día siguiente de los atentados terroristas del 11 de septiembre deseaba bombardear Irak en lugar de Afganistán, porque "Irak tenía abundantes objetivos limpios, mientras Afganistán carecía de ellos". Por "objetivos limpios", ¿se referirán a yacimientos petroleros? Viene la parte dura (y dolorosa al mismo tiempo, por las víctimas expiatorias que sacrificó la petrocracia anglosajona), que Clarke profiere sin tapujos: "Y la tragedia aquí es que los estadunidenses fueron a su muerte a Irak pensando que estaban tomando venganza por el 11 de septiembre, cuando Irak no tuvo nada que ver con el 11 de septiembre. Que el comandante supremo y el vicepresidente permitan que eso suceda es no tener escrúpulos". En medio de la cacofonía de tintes injuriosos desatada por las estrujantes revelaciones de Clarke -funcionario de tres administraciones republicanas de las cuatro en las que sirvió, a quien pérfidamente buscan asesinar por la vía del descrédito de su personalidad para salvar la imagen de Bush-, los republicanos, con justa razón, están estupefactos. Clarke exhibió en forma persuasiva que para Bush, quien había hecho de la campaña contra Irak su obsesión adictiva, la "guerra contra el terrorismo no era urgente". Y en un movimiento poco usual, los aterrados republicanos han solicitado -a sabiendas de que corre riesgo la relección de Bush, atrapado in fraganti en sus mentiras globales con toda su cosmogonía interesada de "guerra contra el terrorismo global"- la "desclasificación" del testimonio de Clarke ante los comités de inteligencia del Congreso, que contradicen sus supuestas mentiras contra el presidente Bush (Reuters, 28 de marzo), así como ahora la Secretaría del Tesoro persigue a su anterior titular Paul O'Neill, por perjurio. Sea lo que fuere, el daño ha sido enorme y se centra en la credibilidad del atribulado Bush frente al electorado el próximo 2 de noviembre, como aduce Philip James {The Guardian, 26 de marzo): "La rapidez y la ferocidad de los ataques de la Casa Blanca a Richard Clarke exponen dos cosas: que su historia sea ampliamente verdadera y que la

administración Bush se encuentre aterrada de que el pueblo estadunidense la crea". ¿Castigarán los electores a Bush, como los lúcidos votantes españoles defenestraron al mentiroso Aznar, quien buscaba lucrar con las urnas funerarias del 11 de marzo en los comicios de tres días después? En forma por demás extraña, cabe señalar que resaltó la existencia de planes para invadir Afganistán mucho antes de los atentados del 11 de septiembre. Ahora sí que la permanente y unilateral "guerra preventiva" de la mendaz "doctrina Bush" previno demasiado y se le pasó la mano para cocinar su "marcha a la locura" -como diría la notable historiadora Barbara Tuchman- con el fin de capturar el oro negro de Irak y privatizarlo en beneficio de la petrocracia anglosajona promotora de la "globalización armada" y la balcanización global. 76. Irak: ¿Hacia la Guerra Civil? (La Jornada; Bajo La Lupa: 28.03.2004) Entramos a la segunda quincena muy peligrosa de febrero cuando el presidente ruso Vladimir Putin acaba de abordar el submarino atómico más grande del mundo, Arkhangelsk, perteneciente al proyecto superestratégico Akula (Tiburón), equipado con 20 SS-20 nuevos misiles balísticos, para realizar las maniobras militares más relevantes desde 1982 en el mar Berents (Pravda, 17.2.04). Cómo que tales preparativos representaría demasiado exhibicionismo en vísperas de una común elección presidencial, cuando el zar ruso Putin tiene asegurado su cómodo triunfo después de haber conseguido el aplastante apoyo popular, en reconocimiento por el encarcelamiento del oligarca y enemigo del bien común, Mijail Khodorkovsky, conectado a la dupla Rothschild-Kissinger. Un día después de la fiesta de San Valentín, Baby Bush, autobautizado "presidente de la guerra", advirtió que EU enfrenta la posibilidad de un ataque de misiles balísticos con "armas de destrucción masiva", muy similares a los ataques del 11 de septiembre (ABC On Une, 15.02.04). Baby Bush no especificó la procedencia, pero si fuese similar "al 11 de septiembre", pues se infiere que se trata de Al-Qaeda, la trasnacional islámica del terror, que parece más fuerte que nunca, pese a ya casi tres años de persecución global sin piedad, de una guerra en Afganistán, de una invasión a Irak, y de un despliegue en prácticamente toda la geografía del Islam. En este contexto de exhibición muscular de las dos superpotencias nucleares, la CÍA ha destapado en forma extraña, con 15 años de retraso, la Caja de Pandora de la proliferación nuclear desde Pakistán, que supuestamente ha infectado a siete países "proliferadores" (el nuevo adjetivo peor que el de "terroristas"). En forma paralela, según The Chicago Tribune (30.1.04), el Pentágono habría esbozado planes de contingencia para golpear las redes de Al-Qaeda de Usama Bin Laden adentro de Pakistán. ¿Por qué

términos que los expresados por su ex secretario del Tesoro Paul O'Neil, quien también<br />

con sus reve<strong>la</strong>ciones sobre <strong>la</strong> personalidad pueril del presidente Bush había causado<br />

remolinos, que se suman a los torbellinos de C<strong>la</strong>rke, quien despedaza <strong>la</strong>s justificaciones<br />

de Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz y Perle para agredir a <strong>Irak</strong>. En el programa Good<br />

Morning America, C<strong>la</strong>rke se <strong>la</strong>nzó también a <strong>la</strong> yugu<strong>la</strong>r de Paul Dundes Wolfowitz,<br />

quien asumió <strong>la</strong> misma postura que Bush respecto a <strong>Irak</strong> (¿no habrá sido al revés?). Bob<br />

Herbert, columnista destacado de The New York Times ("La guerra equivocada", 26 de<br />

marzo), cita una frase de C<strong>la</strong>rke sobre <strong>la</strong> reunión de un día después del 11 de septiembre:<br />

"Me di cuenta casi con un agudo dolor físico que Rumsfeld y Wolfowitz iban a tratar de<br />

tomar ventaja de <strong>la</strong> tragedia nacional para promover su agenda sobre <strong>Irak</strong>". Los neo<br />

conservadores son iguales en todo el mundo: ¿no fue lo mismo que hizo Aznar el 11 de marzo?<br />

En el programa 60 Minutos, de CBS, C<strong>la</strong>rke acusó que el secretario del<br />

Pentágono, Donald Rumsfeld, al día siguiente de los atentados terroristas del 11 de<br />

septiembre deseaba bombardear <strong>Irak</strong> en lugar de Afganistán, porque "<strong>Irak</strong> tenía abundantes<br />

objetivos limpios, mientras Afganistán carecía de ellos". Por "objetivos limpios", ¿se<br />

referirán a yacimientos petroleros? Viene <strong>la</strong> parte dura (y dolorosa al mismo tiempo, por<br />

<strong>la</strong>s víctimas expiatorias que sacrificó <strong>la</strong> petrocracia anglosajona), que C<strong>la</strong>rke profiere sin<br />

tapujos: "Y <strong>la</strong> tragedia aquí es que los estadunidenses fueron a su muerte a <strong>Irak</strong> pensando<br />

que estaban tomando venganza por el 11 de septiembre, cuando <strong>Irak</strong> no tuvo nada que<br />

ver con el 11 de septiembre. Que el comandante supremo y el vicepresidente permitan<br />

que eso suceda es no tener escrúpulos".<br />

En medio de <strong>la</strong> cacofonía de tintes injuriosos desatada por <strong>la</strong>s estrujantes<br />

reve<strong>la</strong>ciones de C<strong>la</strong>rke -funcionario de tres administraciones republicanas de <strong>la</strong>s cuatro<br />

en <strong>la</strong>s que sirvió, a quien pérfidamente buscan asesinar por <strong>la</strong> vía del descrédito de su<br />

personalidad para salvar <strong>la</strong> imagen de Bush-, los republicanos, con justa razón, están<br />

estupefactos. C<strong>la</strong>rke exhibió en forma persuasiva que para Bush, quien había hecho de <strong>la</strong><br />

campaña contra <strong>Irak</strong> su obsesión adictiva, <strong>la</strong> "guerra contra el terrorismo no era urgente".<br />

Y en un movimiento poco usual, los aterrados republicanos han solicitado -a sabiendas de<br />

que corre riesgo <strong>la</strong> relección de Bush, atrapado in fraganti en sus mentiras globales con<br />

toda su cosmogonía interesada de "guerra contra el terrorismo global"- <strong>la</strong> "desc<strong>la</strong>sificación"<br />

del testimonio de C<strong>la</strong>rke ante los comités de inteligencia del Congreso, que contradicen<br />

sus supuestas mentiras contra el presidente Bush (Reuters, 28 de marzo), así como<br />

ahora <strong>la</strong> Secretaría del Tesoro persigue a su anterior titu<strong>la</strong>r Paul O'Neill, por perjurio.<br />

Sea lo que fuere, el daño ha sido enorme y se centra en <strong>la</strong> credibilidad del atribu<strong>la</strong>do Bush<br />

frente al electorado el próximo 2 de noviembre, como aduce Philip James {The Guardian,<br />

26 de marzo): "La rapidez y <strong>la</strong> ferocidad de los ataques de <strong>la</strong> Casa B<strong>la</strong>nca a Richard<br />

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