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LA OSADÍA DE PENSAR DISTINTO |<br />

vastos sectores de la sociedad. Nuevos actores sociales que hasta entonces<br />

no habían sido representados emergían en la escena política. Se valoró<br />

la diversidad. Los movimientos sociales instalaron otras formas de<br />

hacer política, nuevas formas de militancia. El campo cultural, y los medios<br />

de comunicación en particular, fueron valorados en su rol político.<br />

Estaban planteado el interrogante acerca de cómo garantizar la pluralidad<br />

de medios, después de que los debates sobre las políticas nacionales<br />

de comunicación y las denuncias del desequilibrio en los flujos internacionales<br />

de información y de los riesgos de la mercantilización de la comunicación<br />

no pudieran responder a las expectativas que<br />

acompañaban las declaraciones.<br />

Las radios comunitarias en Argentina se deslizaron y sumaron su<br />

impronta a la trayectoria fundada por la Iglesia católica –que había<br />

creado radios para alfabetizar a las comunidades campesinas– y por los<br />

movimientos mineros bolivianos, por las radios populares, insurgentes,<br />

libres, alternativas, ciudadanas que proliferaban en todo el mundo.<br />

En un escenario comunicacional diseñado en base al modelo comercial<br />

norteamericano, “algunas radios comunitarias fueron creadas<br />

como reacción frente a la pérdida de dirección de los medios públicos como<br />

espacio de expresión de la diversidad cultural, social, informativa y<br />

política. Pero, centralmente, su surgimiento supone un cuestionamiento a<br />

la concepción y diseño del sistema de medios, una ruptura en un mapa<br />

mediático de carácter centralista y concentrado en manos privadas.” [1]<br />

La gestación de las radios comunitarias está enraizada con las luchas<br />

y reivindicaciones de los sectores populares. En Argentina, después<br />

de 2001 las emisoras fueron fundadas por comunidades indígenas y<br />

campesinas, por organizaciones feministas, por campesinos y campesinas<br />

organizadas, por movimientos de base y fábricas recuperadas por<br />

sus trabajadores.<br />

Lo hicieron al margen de la ley. O, mejor dicho, marginadas por la<br />

ley. O, más precisamente, excluidas. El Decreto/Ley de Radiodifusión<br />

sancionado por la dictadura –y que la Ley de Servicios de Comunicación<br />

Audiovisual intenta reemplazar– generaba la singular paradoja de que<br />

el ejercicio del derecho humano a la libertad de expresión fuera ilegal<br />

para las organizaciones sin fines de lucro, porque sólo reconocía como<br />

posibles licenciatarias a las sociedades comerciales y reservaba para los<br />

medios públicos un rol subsidiario.<br />

Se trata de una normativa que legaliza la apropiación privada del<br />

espectro radioeléctrico, un bien público patrimonio común de la humanidad.<br />

En adelante, la aplicación de distintas medidas políticas profundizaron<br />

las desigualdades en el mapa de medios, sobre todo durante la<br />

larga década neoliberal (entre 1989 y 2001) y la post-convertibilidad (a<br />

partir de 2002). La presidencia de Carlos Menem (1989-1999) se puede<br />

sintetizar como un proceso de re-regulación, concentración y extranjerización<br />

de la propiedad que se manifiesta en un conjunto pormenorizado<br />

de políticas neoliberales. El regulado impuso sus condiciones al<br />

regulador. La Ley de Reforma del Estado (1989) fue el marco regulatorio<br />

para la reducción del papel estatal. Habilitó la propiedad cruzada de<br />

medios que derivó en la privatización de los canales 11 y 13 de Buenos<br />

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