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152<br />

| ARGENTINA COPYLEFT<br />

oficial de la historia. Repiten en el supermercado que el gobierno quiere<br />

imponer la “Ley K de control de medios”, como ha dado en llamarla el<br />

grupo mediático más poderoso de Argentina.<br />

Lo que pasa –después entraremos en detalle– es que la Ley de Servicios<br />

de Comunicación Audiovisual pone límites a la concentración de la<br />

propiedad de medios, lo que supone que los grupos no podrán seguir ostentando<br />

la cantidad y variedad de licencias que hoy administran. Es la<br />

base de la diversidad y pluralismo mediáticos que toda norma que se<br />

precie de democrática debería garantizar.<br />

Los medios definen no sólo las agendas temáticas sino también los<br />

modos en que esos temas serán tratados e instauran sentidos que se<br />

consolidan hasta por repetición. Así, se camufla como censura lo que en<br />

realidad compone una política para limitar la concentración de medios.<br />

Se defiende la libertad de empresa cuando lo que está en discusión es la<br />

libertad de expresión. El debate sobre la ley de medios en Argentina ha<br />

puesto al descubierto intereses de todo tipo. Lo que está en juego es la<br />

concepción del sistema de medios. Y a partir de su resultado, la calidad<br />

de la democracia.<br />

Situar el debate en el plano de la libertad de expresión, el de la garantía<br />

de la diversidad y el pluralismo en los medios como requisito vital<br />

de la democracia implica, en sí mismo y en esta época, cuestionar el<br />

sentido común de la propiedad privada, la columna vertebral del sistema.<br />

Significa cuestionar el estatuto de las empresas como único actor<br />

legítimo en la configuración del sistema de medios. Incluye repensar<br />

–reconocer y demandar- el rol del Estado en su administración. Es –y en<br />

esto también abundaremos más adelante- lo que las radios comunitarias<br />

hacen con su propia existencia.<br />

Los periodistas del sistema privado y comercial se suben al escenario<br />

a recibir su premio Martín Fierro –en uno de esos eventos que condensan<br />

todas las perversas y decadentes emanaciones del<br />

neoliberalismo- para valorar y subrayar y agradecer la libertad con que<br />

los empresarios les permiten desarrollar su labor. Un alarido doloroso<br />

de servilismo. Complacidos los empresarios, invitados de honor en esta<br />

“fiesta de la radio y la televisión”, comparten muecas de responsabilidad<br />

empresarial con las cámaras.<br />

Pensar, desear, militar para impulsar una transformación del sistema<br />

de medios supone el atrevimiento de insinuar que cumplirlas no es<br />

lo único que podemos hacer con las leyes. Creer que no son imparciales<br />

ni inertes ni externas a las sociedades que regulan, sino la condensación<br />

de una determinada correlación de fuerzas en un momento dado. Y que<br />

podemos cambiarlas. Que debemos cambiarlas.<br />

La actitud de no comulgar con el orden aparentemente natural de<br />

las cosas es instituyente del pensamiento libre. Es, pues, condición de libertad.<br />

Tres<br />

Las radios comunitarias en Argentina nacieron después del regreso<br />

de la democracia en 1983. Habían sido años de silencio forzoso para

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